Hace mucho tiempo que en la comunidad de Uspallata venimos impulsando la creación de un área natural protegida en nuestro entorno, con toda la fundamentación técnica y legal que una iniciativa de este tipo requiere.
Desde 1995 hemos formulado y formalizado diferentes proyectos en distintos ámbitos del Estado, ya que las figuras legales de protección ambiental son diversas. Entre las iniciativas planteadas están el Área Natural Protegida Uspallata-Polvaredas, la Reserva Natural de la Defensa Estancia Uspallata y la propuesta para crear un Parque Nacional. Todos estos proyectos son compatibles y complementarios entre sí y podrían implementarse de manera gradual.
El objetivo principal que hemos perseguido siempre ha sido preservar nuestras fuentes de agua, escasas por la aridez del medio natural; y cada vez más amenazadas por el cambio climático global y el avance de la frontera extractivista.
Esto además incluye proteger el ecosistema natural (que según el sector científico es singular y tiene especies únicas), el paisaje imponente que nos rodea (que atrae y sorprende a quienes nos visitan) y el patrimonio cultural, que abarca desde antiquísimos vestigios de los primeros pobladores, pasando por los huarpes, la presencia incaica, la conquista y colonización, la gesta sanmartiniana y el ferrocarril transandino.
Todas estas características constituyen valores de conservación particulares, que no sólo sostienen la vida y la economía de nuestro valle, sino que además han ido forjando nuestra idiosincrasia montañesa. Además, estas cualidades conforman una atracción que mucha gente quiere conocer y tiene el derecho de disfrutar. Y no sólo comprender ese paisaje tan nuestro, sino también su historia natural y cultural, que también tenemos el deber de rescatar, preservar y difundir.
Como pobladores locales, no sólo reclamamos nuestro derecho a la vida que nos brinda el agua que viene de la montaña, sino también nuestro derecho (y el de todas y todos) al beneficio y goce de ese paisaje, con todos sus componentes naturales; y a preservar nuestra identidad (a través de la puesta en valor del patrimonio) y nuestro modo de vida, íntimamente vinculado a todo lo anterior.
Porque la conservación de la naturaleza además tiene fuertes implicancias en la jerarquización del territorio, como una comarca; lo que invariablemente ofrece una oportunidad concreta para impulsar el crecimiento y desarrollo de la población, en el marco del buen vivir y la sustentabilidad (o sostenibilidad), tal como lo es en el sentido estricto de su concepto y no como una mera etiqueta vacía de contenido.
En nuestro caso, tal jerarquización nos permitiría pasar a tener un turismo de estadía en lugar de uno de paso, certificar nuestra producción agrícola y ganadera con denominación de origen protegido, seguir ofreciendo escenarios naturales para arte y producciones audiovisuales, disminuir la vulnerabilidad del corredor andino y proteger el recurso hídrico que se capta aguas abajo para irrigar el Oasis Norte, abastecer al Gran Mendoza y sostener a una de las economías regionales más importantes del país.
La creación de un Parque Nacional constituye un auténtico ejercicio de soberanía, ya que según las leyes de la República Argentina, es un bien público del Estado, por lo tanto es inembargable, inajenable e imprescriptible. Además, según la propia normativa vigente (y por el hecho de ser estatales y públicas), las áreas naturales protegidas legalmente constituidas representan la máxima evolución jurídica en materia de protección ambiental.
Al ser la conservación de la naturaleza una obligación indelegable del Estado, al mismo tiempo implica para su servido, el pueblo, un derecho humano, ya que nadie está exento de un destino común. En definitiva, los Parques Nacionales representan un servicio público insustituible y básico, como lo es la educación pública, la salud pública, las universidades, el Conicet y demás prestaciones que brindan los organismos descentralizados y las empresas públicas.
Por todo esto, solicitamos a las autoridades de todos los estamentos involucrados que de una buena vez articulen todos los mecanismos de gestión estatal y participación ciudadana, para viabilizar el sueño de un pueblo que (a pesar de los tiempos y las realidades cambiantes) quiere seguir viviendo y disfrutando del Valle de Uspallata y las magníficas montañas que lo rodean.
Porque, un Parque Nacional (u otra área natural protegida con legislación adecuada) no sólo protegerá nuestra agua, paisaje, flora, fauna, gea, patrimonio y modos de vida; sino que nos puede asegurar, a través de su adecuada gestión, el sostenimiento de nuestra economía a través de una experiencia de vida armónica con la naturaleza, para beneficio y goce de las presentes y futuras generaciones.
* Licenciado en Turismo. Técnico en Conservación de la Naturaleza. Posgrado en Administración de Áreas Protegidas.