Con apenas cuatro años de existencia, diario Los Andes ya ponía el foco en San Rafael, “lo más rico que la Provincia tiene al Sud”, y transmitía al recién llegado gobernador Tiburcio Benegas la necesidad de “una mirada protectora para el mayor porvenir a que está llamado ese departamento”. Como prueba del potencial económico de esa tierra, ponía en el podio al río Diamante, las miles de leguas de campos para la crianza de ganado y sus minerales “vírgenes y de incalculable valor”. Y como si fuera poco para vislumbrar un exitoso futuro productivo, el matutino pronosticaba que en unos pocos años “el silbato de la locomotora, símbolo de civilización y de progreso”, resonaría en aquella comarca. Ya entonces se advertía que más allá de los esperables avances tecnológicos, lo prioritario era “reglamentar y repartir científicamente lo que constituye la verdadera riqueza: el agua”.
El histórico registro que compartimos en esta edición alertaba que “la Villa de San Rafael no es la que fue; dejó de ser frontera para entrar en la vida de la civilización y el progreso”. Es decir, el sur ofrecía numerosos ejemplos de que no era un mero límite para la Mendoza del siglo XIX sino un faro de lo mucho y bueno que se estaba gestando a 230 kilómetros de la Capital donde se cocinaba la política provincial.
Pasado un siglo y medio, los temas medulares siguen siendo prácticamente los mismos y los pedidos y reclamos al gobierno central, otro tanto. Hace unos días, el gobernador Cornejo presentaba en esos pagos las primeras obras que se licitarán con fondos del resarcimiento por Portezuelo del Viento. Como una suerte de déjà vu de aquel texto de 1887, reconocía que es “vital” invertir en obras para el agua. En sintonía, anunció obras en varios canales estratégicos que beneficiarán a unas 10.000 hectáreas.
Hoy en el Almuerzo de las Fuerzas Vivas se volverán a ver las caras las autoridades políticas, los referentes del empresariado y la producción sureña, con una agenda de por medio que, como ya es un clásico de estos espacios, prevé una larga lista de pedidos, un educado pase de facturas y una convocatoria de la Cámara del Comercio para que cada vez sean más los socios que pugnen por ese San Rafael que, desde hace muchos años, se autopercibe como una suerte de “provincia paralela” dado su innegable potencial.
El desafío de unos y otros de los protagonistas es salir de esa eterna lógica de trinchera donde el fuego cruzado tapa todo. El mundo de hoy demanda una agenda de cooperación donde todos puedan ganar. La oportunidad de ser disruptivos está al alcance de todos. Y eso, se sabe, demanda no poca valentía.