Reforma constitucional y modelo populista

El sesgo indigenista que ya anticipa la reforma de la constitución en Chile, probablemente también esté presente en la reforma peruana.

Reforma constitucional y modelo populista
Representante Indígena Mapuche Elisa Loncon fue elegida presidenta de la Asamblea Constituyente de Chile. AP

El camino para la consolidación de los modelos populistas en la región es la reforma constitucional. El medio para ello pasa por un referéndum o plebiscito en el cual la mayoría se pronuncia a favor de la reforma constitucional. Seguidamente, con ese pronunciamiento se fuerza al Congreso a convocar a la reforma. El tercer paso es ganar la elección de constituyentes para constituir la Asamblea y el cuarto, que ésta se declare soberana y que la constituyente remueva al Poder Judicial. Sexto, cambiar el texto constitucional de acuerdo a la ideología del gobierno en el poder. El populismo no es una ideología sino una cultura política.

En la política latinoamericana contemporánea, el primer líder de la región que siguió esta “hoja de ruta” fue Alberto Fujimori en Perú hace tres décadas. De ahí en más, este camino fue seguido por Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua. Una reforma constitucional que amplíe las atribuciones del presidente e implique al mismo tiempo una remoción del Máximo Tribunal para alinearlo con el Ejecutivo, más la posibilidad de reelecciones, es lo que articula el cambio en el poder. En este periodo hubo otras reformas constitucionales como la de Brasil en los 80 y la de Argentina en los 90, pero no tuvieron este sesgo ideológico.

La Constituyente chilena se reunió el domingo 4 de julio y eligió sus autoridades. En el caso de Chile, se está cumpliendo la hoja de ruta mencionada, con la particularidad de que lo está haciendo un gobierno que en realidad es contrario a la reforma. El rol de los primeros pasos se invirtió: primero fue el Ejecutivo el que envió al Congreso el proyecto que aprobó la convocatoria. Éste convocó el referéndum para convalidar la reforma. Ahora la Constituyente deberá determinar las atribuciones que se autoadjudica, donde ya puede entrar en cuestión la división de poderes.

La oposición claramente tiene mayoría sobre los 155 constituyentes, aunque no queda claro el grado de unidad que tengan. Pero un hecho revela la orientación que probablemente tendrá la reforma: fue elegida presidente de la Constituyente la académica mapuche Elisa Loncón. Esta etnia, porcentualmente menor en comparación con la población nacional total pero relevante en el sur del país, viene realizando protestas -algunas violentas- en los últimos años. Su proyecto de máxima es la creación del Estado de la Araucanía, que reúna a los mapuches de Chile y Argentina a los 2 lados de la Cordillera. Loncón es una profesora y lingüista experta en el mapudungún, el idioma de la etnia mapuche. Diecisiete de los constituyentes son indígenas y la mitad de ellos son mapuches.

Esta elección implica una primera definición relevante de la Constituyente, en la cual la coalición gobernante tiene menos del 25% de sus miembros. Su presidenta propone que Chile se convierta en un estado “plurinacional”, tomando la constitución boliviana de Evo Morales como modelo en este sentido. La derecha y centroderecha gobernante tiene 37 constituyentes, mientras que las fuerzas de centroizquierda que ha gobernado (la Concertación) reúne 25. Para entrar en vigencia, cada artículo requiere la aprobación de dos tercios de la Constituyente. Esta es la herramienta que la política tradicional intentará usar para evitar que la reforma constitucional se transforme en un conflicto institucional.

En Perú, Pedro Castillo, el candidato que habría sacado más votos en la segunda vuelta, ratificó su propuesta electoral de reformar la constitución. Es probable que en los próximos días la Justicia Electoral ratifique su triunfo por sólo 44.000 votos de diferencia sobre la candidata de derecha, Keiko Fujimori. Dirigente docente de origen marxista, que se presentó por el partido “Perú Libre”, en una reunión con dirigentes sindicales, Castillo dijo que “el 28 de julio, el día de la asunción del mandato (el mismo día se conmemora el bicentenario de la independencia de Perú) no me puedo convertir en un mago para resolver los problemas de inmediato, porque nos tiene atados esta constitución”. Agregó que “por eso el 28 de julio, iniciando el mensaje a la Nación, vamos a poner frente al Congreso el primer pedido del pueblo: que agende inmediatamente la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente para redactar la primera Constitución del pueblo”. Si bien analistas ponen en duda la factibilidad de este proceso -el fraccionamiento del Congreso peruano es bastante similar a la de la Constituyente chilena-, lo cierto es que Castillo ha dado el primer paso antes de asumir.

Pero Perú suma ahora una fuerte incertidumbre económica que implica una reforma constitucional, convocada por un gobierno populista como será el de Castillo en Perú.

La Constituyente chilena marcha adelante de la que eventualmente va a reunirse en Perú en términos cronológicos. El sesgo indigenista que ya anticipa la chilena, probablemente también esté presente en la peruana. Los dos países fueron considerados los mayores éxitos económicos del último cuarto de siglo en América del Sur. En ambos casos, la exportación de materias primas, y en particular las mineras, ha sido la clave del auge económico.

*El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

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