Reforma constitucional: el silencio del PJ, el apoyo crítico de la UCR y el espejo cordobés

Hay un dato de Córdoba que debería poner en alerta al peronismo y también al propio radicalismo y sus aliados en Mendoza: desde que se hizo la reforma constitucional, con unicameralidad y elección cada cuatro años, el delasotismo que gobernaba entonces nunca dejó el poder.

Como en el primer round de una pelea, el Gobierno y el peronismo parecen estar estudiándose. El oficialismo mira y espera el golpe, pero esa primera piña nunca llega. De hecho, el rival no hace nada, casi ni se mueve, y desconcierta.

El radicalismo sabe que el debate será largo y por ahora no quiere ponerle fecha final, pero se ilusiona con cerrarlo este año. Esta semana será la primera reunión de comisión, una formalidad que no va de la mano con los tiempos de la negociación.

El gobernador Suárez ha designado a su vice, Mario Abed, como el único interlocutor con la oposición. Al fin de cuentas, es también el único en el equipo de gobierno con experiencia en la “rosca política”, que no es más que saber escuchar y negociar.

El estilo campechano y frontal de Abed le aseguran buena llegada a la oposición y ya ha tendido algunos puentes, aunque está dispuesto a tomarse todo el tiempo que haga falta y hacer cambios.

Del otro lado, parecen estar decididos a enfriar el proyecto. “No es el momento”, dice un legislador peronista. “No está en agenda”, remata un intendente preocupado por los casos de Covid-19 que se multiplican.

Una vez más, como en tantos otros temas, los argumentos que se usan en la provincia como opositores contradicen a los que se usan en la Nación como oficialistas y viceversa.

Tal vez ni una nueva Constitución ni una reforma judicial sean oportunas o imprescindibles. Ninguna de ellas va a solucionar los problemas de Mendoza y la Argentina, respectivamente.

Muy por lo bajo, hay algunas críticas puntuales del PJ: la elección cada cuatro años y la unicameralidad. Dos cambios que pueden afectar a quien ocupe el rol de opositor y favorecer al oficialismo de turno, tanto en la provincia como en los departamentos.

“En algún momento todos somos oposición, debemos preservar el espacio legislativo”, respondió escuetamente uno de los hombres de peso del peronismo local.

Esa visión es respaldada desde Córdoba pero por un radical: Antonio María Hernández, un abogado constitucionalista que fue candidato a vicepresidente de Horacio Massaccessi en 1995, y es crítico de la reforma que se hizo en su provincia en 2001.

“El sistema bicameral posibilita mucho mayor debate y mayor calidad en la sanción de las leyes. Tampoco hay ninguna duda de que el control político es superior cuando es bicameral”, dijo a Los Andes hace unos días.

La unicameralidad es un metejón de Suárez y ninguno de los referentes radicales creen en serio en ese cambio, aunque lo apoyarán.

Tal vez, la mayor falencia del texto es que parece una reforma para el ahora y no mira la Mendoza de 2050 al menos, cuando la que pretende modificar se ha mantenido vigente durante más de un siglo.

Desde que se conoció el proyecto, el peronismo ha puesto en duda la postura de Cornejo y ha hecho trascender un supuesto rechazo. El ex gobernador lo dejó en claro hace unos días en declaraciones radiales: apoya el proyecto de su sucesor, aunque no está de acuerdo con que se use como principal argumento el supuesto ahorro que generará.

Al fin de cuentas, el supuesto ahorro puede sonar mucho para un ciudadano desacostumbrado a esas cifras, pero para el Estado representa apenas 0,2% del gasto.

En una charla con sus laderos de siempre, Cornejo fue más explícito: la reforma no es crucial ni debería ser el eje de la agenda, pero llegado el momento de votar todos los legisladores que le responden lo harán a favor. Su apoyo a Suárez se mantiene firme.

Sin retaceos internos, entonces la mirada está puesta en el PJ. El silencio de los últimos días para algunos oficialistas es un “acto de responsabilidad”, mientras que a otros sólo los desconcierta.

Puestos a vaticinar qué posición adoptará finalmente el peronismo, están los que creen que no podrá salirse de la trampa tendida por Suárez: nadie puede negarse públicamente a reducir el gasto de la política, aunque el resultado real sea ínfimo. Pero también están los que creen que el peronismo estirará las negociaciones y terminará negando su apoyo para dejar todo como está ahora.

Hay un dato de Córdoba que debería poner en alerta al peronismo y también al propio radicalismo y sus aliados en Mendoza: desde que se hizo la reforma constitucional, con unicameralidad y elección cada cuatro años, el delasotismo que gobernaba entonces nunca dejó el poder. Durante dos décadas, la única alternancia que tuvo esa provincia fue entre el fallecido José Manuel de la Sota y su socio político Juan Schiaretti.

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