“…Hombre de superior inteligencia, de distinguido genio administrador, de probada moral y rectitud...” Damián Hudson- Recuerdos históricos sobre la Provincia de Cuyo
Es una buena costumbre recordar el natalicio de los hombres excepcionales de nuestra historia, antes que la fecha de su muerte.
Esto hacemos hoy, 6 de marzo, al cumplirse 230 años del nacimiento de Tomás Godoy Cruz, porque es importante traerlo al presente de un modo más emocional, imaginarlo hoy entre nosotros y tal vez entablar con él un nuevo diálogo desde la perspectiva del siglo XXI.
Intentaremos entonces, aproximarnos a su historia en un plano más personal.
Nació un 6 de marzo de 1791 en su casa paterna (totalmente destruida por el terremoto de 1861) ubicada, según Pagés Larraya, en la actual calle Beltrán al 283 de Ciudad, a pocas cuadras del Área Fundacional.
Casi nada se sabía de su madre y durante más de dos siglos esta ausencia de datos dio lugar a diversas hipótesis.
Recién en 2016, consultando numerosas genealogías digitales, aparece finalmente la fecha de muerte de la madre, Nicolasa Cruz del Castillo: un 28 de marzo de 1791, 22 días después del parto.
La vida de Tomás empieza entonces con el sino trágico de la orfandad.
Esta temprana pérdida, hará que la figura de su padre, Clemente Godoy y Videla, cobre un especial relieve en la biografía de nuestro hombre.
A lo largo de los años conoció la soledad de los largos períodos alejado del hogar para realizar sus estudios, primero en Córdoba y luego en Chile. De salud frágil, no es dado a las salidas ni a la vida social, por lo que avanza rápida y exitosamente en sus estudios.
Regresa a Mendoza en 1814, recibido de Doctor en Leyes y Derecho Canónico. A través de 19 cartas dirigidas a su padre, podemos entrever facetas más personales de joven Tomás, quizás un poco retraído, extremadamente responsable y estudioso, y con una rigurosa conciencia del deber.
Regresa de Chile a los 23 años, y conoce a San Martín. El Coronel tenía 36 y percibe en Tomás rasgos distinguidos. Rápidamente generan un sólido vínculo y éste le confía su ideario y sus planes militares, muchos de ellos secretos. El joven abogado se convierte en su gran confidente y será su vocero en el Congreso de Tucumán. San Martín en su correspondencia se refiriere a él, una y otra vez, como “mi mejor amigo y confidente, hombre de bien y amante del país…”.
Siendo aún muy joven, tenía 24 años, a Tomás Godoy Cruz le tocó representar a Mendoza, junto con Juan Agustín Maza, en el acto político de mayor trascendencia de la historia de nuestra nación, como es declaración de la independencia y los primeros pasos de su organización institucional.
Su vida compendia y resume como ninguna otra, la historia de Mendoza en su etapa inaugural, atravesada por los primeros sucesos revolucionarios. Su padre Clemente, sus tíos jesuitas y sus maestros, fueron fermento propicio de las ideas americanistas y su familia adhiere desde un principio a la causa patriota y al plan continental de San Martín.
La vida de Tomás fluctúa entre el reconocimiento público por las importantes tareas que le cabe asumir como Congresal, Constituyente y luego Gobernador de la provincia en 1820, para culminar con el dolor del escarnio y el desarraigo. El conflicto entre unitarios y federales se agudiza y Tomás, como muchos otros, debe exiliarse. Deja atrás su tierra y su familia con tres hijos pequeños, la menor de un año. Al partir fallece súbitamente su padre al subir a su cabalgadura y ya en Chile conoce la noticia de la confiscación de todos sus bienes y el ataque a su honra como hombre público.
Godoy Cruz, el hombre incansable y destacado que ha servido a la patria con total entrega, se ha convertido por imperio de las circunstancias en un “salvaje unitario”.
Tal vez estas vicisitudes justifiquen la opinión de Vicente Fidel López, compañero de exilio, que lo describe, ya en su adultez, como “un hombre grave y taciturno; de maneras muy urbanas, pero tieso e inflexible…”
En su faz de hombre público Godoy Cruz fue un político de principios, fuente de consulta permanente, amante de la ciencia y el progreso. Con espíritu organizador, práctico y sensato hizo sustanciales aportes en los diferentes cargos que desempeñó. Como gobernador de ideas republicanas, concreta la división de poderes, fue gran defensor de las autonomías provinciales y de la industria regional, siendo en su accionar, al decir de su biógrafo García Godoy “el más federal de los unitarios”. Como ciudadano, fue dueño de grandes iniciativas, ejerció como docente durante el exilio, escribió libros, y también desde Chile, interesado siempre en el desarrollo de la provincia, logra introducir en Mendoza la floreciente industria de la seda.
En conclusión, Godoy Cruz protagonizó una época gloriosa y fundante, pero también feroz y dramática, llena de extraordinarios acontecimientos y difíciles decisiones.
Regresa a Mendoza en 1844 después de 13 años de exilio. Cansado y enfermo se refugia en su selecta biblioteca y muere ocho años después, un 15 de mayo de 1852. El Poder Ejecutivo de Mendoza, lo declara “Benemérito de la Patria” recordándolo con toda justicia, como “el más prominente de los mendocinos.”
* Junta de Estudios Históricos. Godoy Cruz