La esperanza del Gobierno nacional es evitar la segunda ola del coronavirus que, por estos días, se ensaña con Europa. O, al menos, reducir sus efectos en el sistema sanitario y en la economía argentina. La única salida, entonces, es que la ciencia mundial dé con la vacuna que nos libere de la pandemia. Lo reconocen el ministro de Salud, Ginés González García, y también el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. No obstante, fuentes del propio Ministerio de Salud admiten que, contra todo lo que se diga, aún no tienen asegurada fecha de entrega, ni certeza de efectividad de ninguna de las que el país piensa aplicar.
Contradicciones. El Presupuesto 2021 no incluye partidas para volver con los IFE, los ATP y otros subsidios que este año se distribuyeron para mitigar los efectos de la cuarentena. En la visión oficial parece que no serían necesarios. Sin embargo, la ley aprobada por el Congreso argentino que declara de interés público la investigación, desarrollo, fabricación y adquisición de las vacunas contra el Covid-19, no declara obligatoria la vacunación. Pese a las dudas que circularon por las redes sociales, esta ley permite accionar judicialmente contra los laboratorios ante eventuales incumplimientos o efectos adversos en las personas que se inmunizan.
El debate debería ser sanitario. Especialistas, como el infectólogo Eduardo López, advierten que “la vacuna va a minimizar los riesgos, pero no va a eludir el rebrote”; por lo que Adolfo Rubinstein, ministro y luego secretario de Salud de la gestión Macri, sostiene que la estrategia debería ser “ampliar hoy los testeos y sostener las medidas de prevención”. El neurólogo Conrado Estol coincide: “Se debe trabajar en desarrollar un testeo suficiente para detectar de inmediato un aumento de casos en el eventual escenario de que en los próximos meses tengamos una segunda ola”. El gran temor es que se produzca una explosión de contagios tras el verano.
Actualmente hay en el mundo 42 investigaciones en etapa de ensayo clínico para desarrollar vacunas, pero sólo once de ellas están en la fase 3 (la prueba en grupos de personas). Los responsables del instituto ruso Gamaleya y de los laboratorios Pfizer y Moderna ya anunciaron que las suyas muestran más de 90% de efectividad, un porcentaje altísimo.
Más allá de fakes news, las dudas, como todo lo que tiene que ver con el Covid-19, persisten. La carencia de datos sobre aspectos puntuales de las investigaciones (tasas de corte, cantidad de personas testeadas, proporción de placebos, duración de la inmunidad) despiertan suspicacias. La Food and Drug Administration (FDA) ya advirtió que las vacunas que se apliquen en EEUU tendrán sólo una aprobación de emergencia.
Inevitablemente la vacuna cayó en la grieta de los “antivacuna”. Entre quienes se movilizan contra el Gobierno cada feriado se ven algunos carteles en ese sentido. Peor aún, también se hundió en la cada vez más profunda grieta política. Una vez más elegimos encerrarnos en una controversia fallida.
La ex embajadora en Venezuela, Alicia Castro, lanzó la primera piedra cuando aconsejó al presidente, Alberto Fernández, no confiar en la vacuna producida por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, por ser británicos. Prefiere una perspectiva geopolítica recomendando las vacunas que se desarrollan en Rusia, China y Cuba. La que contraatacó fue Elisa Carrió: “No se pongan la vacuna rusa. No se pongan ninguna vacuna que no venga de un país democrático, que no venga con todas las seguridades” lanzó.
Extraoficialmente trascendió que a la Argentina llegarán 25 millones de dosis de la Sputnik (a fines de diciembre), 22 millones de la AstraZeneca y 3 millones de la Pfizer (ambas, entre marzo y abril de 2021).
Es de esperar que el Gobierno haga sanitarismo real a partir de vacunas aprobadas de acuerdo con los rigurosos criterios que prescribe la ciencia internacional.
Mientras tanto y aunque se realice una extendida vacunación, nuestros días seguirán dominados por el tapabocas, la distancia social, el jabón y el alcohol en gel ya que es necesario que 50% de la población esté vacunada para lograr la inmunidad de rebaño. Así, expertos aseguran que recién se espera un retorno a algo parecido a la normalidad para diciembre de 2021.
Ojalá que, en un año electoral, las únicas preocupaciones sean la vida y la salud de los argentinos.