En los últimos tiempos se han escuchado comentarios sobre algo tan valioso y necesario como el desarrollo de esta maravillosa actitud en la vida con un simple aliento motivacional para que miremos la realidad con alegría. Parecido a la película “La vida es bella” donde un padre fingía que la terrible realidad de un gheto era un juego, para proteger a su hijito del dolor.
Esto amerita profundizar en qué es la resiliencia y por qué es tan necesario enseñarla desde muy pequeños para afrontar el resto de la vida. Es saber que una infancia difícil no determinará, aunque condicione, un futuro triste (Los patitos feos. Boris Cyrulnik, 2003).
Muchos autores han trabajado sobre el tema, y por supuesto, como en todo lo social hay miradas inglesas, francófilas y sudamericanas. Algunas hacen foco en la resiliencia personal, en lo vincular y en lo comunitario. Ninguna de éstas lo plantea como una mirada positiva, de verle el lado lindo a las cosas. Todas convergen en la palabra latina “resilium”, rebotar, recuperarse, volver a la forma original después de soportar un gran peso. Es una palabra propia de la física, que la psicología toma para aplicar a personas que pese a situaciones muy difíciles, golpes, dolor no sólo salen adelante, sino fortalecidos, más sabios, más fuertes.
La definición es: Capacidad de afrontar y superar adversidades, y salir fortalecido de ellas.
Promover el potencial humano en lugar de destacar sólo la debilidad o el daño. (Melillo y Suarez Ojeda, 1995).
Capacidad de un individuo de reaccionar y recuperarse ante las adversidades, lo que implica un conjunto de cualidades que fomentan un proceso de adaptación exitosa y de transformación, a pesar de los riesgos y de la propia adversidad (Bernard,1996)
La resiliencia es una característica propia de ciertas personas, sin duda, pero se aprende, y a eso debería dedicarse tanto la escuela, como el hogar, lo clubes, grupos de jóvenes de parroquias, iglesias, ONGs.
Distintos autores marcan factores protectores y factores de riesgo para lograrlo. Y pido especial atención a los pilares, pues como dije en otra columna los valores no se enseñan se viven, y surge acá la pregunta ¿Los adultos referentes: padres, docentes, políticos, referentes sociales transmitimos esto para que los niños sean resilientes?¿Los poseemos para llamarnos resilientes?.
Algunos de los pilares de la resiliencia son, según Wolin y Wolin, (1993): autoestima; insigth que es la capacidad de observar y observarse a sí mismo; capacidad de relacionarse; sentido del humor, encontrando lo cómico en la propia tragedia, poder reírse de los propios defectos. Iniciativa que es el gusto de exigirse, de ponerse a prueba en tares progresivamente más exigentes, atreverse, arriesgarse. El desafío constante de superarse. Hacerse cargo de los problemas y ejercer control sobre ellos. Creatividad para dejar de quejarse y reclamar, poder organizar la vida de otra manera, probar con otras opciones, buscar otras alternativas, desarrollando la capacidad para crear situaciones distintas. Y lo más importante, la moralidad que implica tener altruismo y actuar con integridad, es decir extender el deseo personal de bienestar a todas las personas.
Este tema fue estudiado durante mucho tiempo en el siglo XX, en los ámbitos académicos, pero fue después del ataque a las Torres Gemelas del 2001 cuando se le dio difusión masiva. Hay estudios profundos y libros muy interesantes sobre el tema, que quizás esta confusión sobre el concepto puede ser una gran oportunidad para acercarse a ellos.
La resiliencia no es un motivador diciendo todo está bien. Es plantear que frente a los problemas, las adversidades, no se puede dar por vencido, debe tomar fuerza para usar ese dolor como plataforma de despegue, de sabiduría, y de empatía.
Reducir la resiliencia a un slogan de un cargo político es reducir una capacidad que sin duda tuvieron quienes fundaron nuestro amado país, los europeos que huyeron de las guerras, los judíos que sobrevivieron a holocausto, nuestros cultivadores que ven en cinco minutos al granizo destruir su trabajo de un año, o nuestros hermanos correntinos viendo las llamas consumir por lo que han trabajado tanto tiempo. Tantos argentinos que perdieron a un ser querido por el Covid, y ahí los vemos siguiendo, con su dolor a cuestas, pero sin abandonar
La resiliencia les permitirá volver a salir adelante, ¿Cómo? Llorando, haciendo duelo y volviendo a empezar. nseñemos a nuestros niños esta hermosa capacidad, no lo convirtamos en un tema de marketing.
*La autora es Mgter. - Psicopedagoga. Licenciada y Doctoranda en Psicología