Los líderes populistas, de derecha o de izquierda, tienen en común además de su irracionalidad, sus lecturas apresuradas, generalmente de las solapas de los libros. No pasan de educados a medias y suelen tener la soberbia de los semianalfabetos como decía Alberdi. El uso faccioso y distorsionado de la historia es otra de sus características. Uno de ellos, fue Hugo Chávez Frías.
El antecesor de Maduro tenía una obsesión, en sus odios primarios, con Cristóbal Colón. La estatua del Almirante genovés fue erradicada de su emplazamiento en un paseo con su nombre frente a la Casa de Gobierno de nuestro país por su influencia ante Cristina Fernández, otra lectora de solapas de libros. Lo llamativo de este odio del comandante Chávez Frías, apellidos bien hispánicos, es que Bolívar es el responsable que un Estado sudamericano honre a Colón como República de Colombia.
Bolívar admiraba intensamente a Colón. Por eso, cuando logró unificar, temporalmente a la capitanía general de Venezuela con el Virreinato de Nueva Granada propuso que el nuevo Estado se nominara Colombia. .
Otra boutade de Chávez Frías, en el uso y abuso faccioso de la memoria del Libertador del norte sudamericano, es que cambió el nombre de Venezuela por República Bolivariana de Venezuela y, en sus discursos tropicales y sus vivas en las concentraciones populares juntaba a Bolívar con Marx.
Veamos, entonces. las opiniones de Carlos Marx sobre Bolívar, escritas para la New American Cyclopuedia en 1857. Este trabajo se conoció en la Argentina en 1936 en un artículo en la revista Dialéctica escrito por Aníbal Ponce. Ahora ha sido reeditado en España con una introducción de José Aricó.
Marx destaca que Bolívar no participa de la sublevación de Caracas de 1810, siendo su primera colaboración con el movimiento independentista una misión a Londres para adquirir armamentos. A su regreso se retira a su hacienda hasta que Miranda lo convence de incorporarse a la revolución y le otorga el grado de teniente coronel a cargo de la Guaira. En ese sitio, ante un sublevación de prisioneros españoles desarmados, Bolívar huye a su hacienda posibilitando al ejército español tomar la ciudad y llevar a Miranda a capitular.
Se refiere después al episodio de la traición a Francisco de Miranda al que entrega al ejército español, engrillado, provocando el encarcelamiento del precursor de la independencia hasta su muerte en Cádiz.
Por este acto, Marx, lo califica como “cobarde, brutal y miserable”. Por su parte el jefe español Monteverde le da pasaportes para retirarse a Curacao como agradecimiento de los “servicios prestados al rey”.
En cuanto a su trayectoria militar Marx hace hincapié en sus escasas aptitudes militares que lo llevaron a numerosas derrotas, atribuyendo el éxito en la batalla de Carabobo a la legión británica y los llaneros del general Páez.
El que esto escribe ha comparado el cruce de los Andes por San Martín y el de Bolívar en los Andes venezolanos. Las pérdidas soportadas por el ejército de los Andes al mando de San Martín no superaron el 2% frente al 50% de las sufridas por el ejército al mando de Bolívar. Quedan claras las diferencias de aptitudes militares.
A las falencias como jefe militar de Bolívar, Marx agrega las tendencias autocráticas y elitistas del Libertador venezolano y su busca del poder absoluto y vitalicio. Ve en Bolívar un bonapartista. ¿Son visiones distorsionadas? ¿O propias de una mentalidad eurocéntrica? Veamos para eso el pensamiento político de Bolívar: luego de autocalificarse como “el mayor abogado de los derechos y libertades de la humanidad”, escribe: “De todos los países Sudamérica es la menos apta para los gobiernos republicanos, ¿en qué consiste su población sino en indios y negros más ignorantes que la vil raza de los españoles de la que acabamos de independizarnos? Un país gobernado y representado por gente así tiene que ir a la ruina”.
Esto lo lleva a reimplantar la esclavitud, promover un senado hereditario, un ejecutivo vitalicio y censurar la enseñanza de pensadores como Benthan, obligando a los estudiantes a cursos de dos años de religión, evitando “doctrinas impías”.
En cuanto a su “antiimperialismo”, nunca oculta su busca de apoyos en Inglaterra y al Congreso de Panamá concurren delegados de los Estados Unidos.
El revisionismo faccioso, para descalificar a Rivadavia, lo contrapone a Bolívar exaltando a este último, que además se inmiscuyó en nuestra política interna intrigando con algunos caudillos provinciales.
Claro que hay diferencias ideológicas, en 1821 se aprueba por la legislatura de la provincia de Buenos Aires, promovida por Rivadavia, la ley que establece el voto para todos los varones mayores de 21 años y la flamante Universidad de Buenos abre sus cátedras a las nuevas corrientes filosóficas. Sin duda el movimiento iniciado en mayo de 1810 es diferente a los procesos de la región por su carácter más democrático basado en los pilares de la libertad y la igualdad.
Los gobernantes pretenden reemplazar la historia por memorias, que suelen ser subjetivas, y por eso sirven para satisfacer sus ansias de dominación y poder. Pero lo historia con sus fuentes documentales es implacable con estos demagogos.
*El autor es miembro de número de la Academia Nacional de la Historia.