¿Qué es el kirchnerismo?

Eso es el kirchnerismo, no hay un futuro común que involucre a todos los argentinos, no hay un plan de gobierno, no hay estrategia de corto, mediano o largo plazo. ¿Cómo podría haberlos si no se sabe a qué deberíamos aspirar como país? Todo se reduce al “vamos viendo”.

¿Qué es el kirchnerismo?
Néstor y Cristina el 25 de mayo de 2003.

La grave situación económica argentina no podría entenderse sin una referencia al estado de su política.

En la política argentina manda el peronismo, pero una buena parte de éste ha sido jibarizada como kirchnerismo.

¿Y qué es el kirchnerismo?

Es una idea nacida de la cabeza del patriarca, ya fallecido, una cabeza de una ignorancia y una ramplonería pocas veces vista que descubrió en el peronismo y en las ideologías de izquierda un resquicio por donde infiltrar su “proyecto”.

Al respecto, recordemos cuando en 2003 Ramón Puerta le pregunta a Néstor Kirchner: “Néstor, ¿cómo es esto? Hasta hace poco los dos éramos los alcahuetes de Cavallo, yo primero y vos segundo y ahora te ponés a la izquierda”. Y Kirchner responde: “Ramoncito, la izquierda te da fueros” (fuente: https://www.memo.com.ar/poder/la-izquierda-te-da-fueros-la-frase-de-kirchner-a-puertas-en-el-arranque-del-nuevo-relato-peronista/).

Volvamos al “proyecto”.

Éste se articula en dos fases o momentos centrales.

La Fase 1 del “proyecto”, que ni siquiera podría llamarse una ideología, consiste en poner en pie la más gigantesca maquinaria de expoliación sistemática del Estado, nunca conocida en la historia del país, en beneficio propio y de sus allegados.

La Fase 2 fue temporal e inesperadamente interrumpida por un gobierno de distinto signo el cual, a la larga, se revelaría como muy ineficiente e incapaz a la hora de detener el deterioro acelerado de la República iniciado por los Kirchner.

Esa Fase 2, retomada con el regreso al poder, consiste en remodelar todas las instituciones republicanas y en especial el Poder Judicial, de manera que el saqueo consumado en la Fase 1 quedase impune.

Pero algo volvió a salir mal y ahora tenemos un país entero en estado de convulsión debido a los imprevistos problemas con la justicia padecidos por la heredera natural, lo cual es perjudicial para la consolidación de la Fase 2.

Eso es todo.

Eso es el kirchnerismo, no hay un futuro común que involucre a todos los argentinos, no hay un plan de gobierno, no hay estrategia de corto, mediano o largo plazo.

¿Cómo podría haberlos si no se sabe a qué deberíamos aspirar como país?

Todo se reduce al “vamos viendo”.

No hay nada, salvo la obscenidad exhibicionista de unos políticos que sólo se diferencian de los vulgares descuidistas por la magnitud de sus robos.

La República ha quedado reducida a un gigantesco botín.

No está de más recordar que a esta situación se llega, según San Agustín, cuando precisamente la justicia, la verdadera, ya no importa.

“¿Qué son los reinos sin justicia, sino enormes latrocinios?”, se preguntaba San Agustín a comienzos del siglo V en su obra mayor, La ciudad de Dios.

Esta maquinaria nefasta llamada kirchnerismo tiene además el peligro adicional de que puede fagocitar a sus propios creadores.

De ahí la necesidad de amarrar su continuidad por la línea familiar.

Pero esto tampoco está funcionando.

Y es que, de los dos posibles herederos, una y uno, ella es la negación misma de los talentos y la vocación necesarios para continuar con el “plan”.

Y el otro está a años luz de la astucia maquiavélica de su padre y de la capacidad oratoria de su madre.

¿Qué viene a continuación si el kirchnerismo se sale con la suya?

Una vida más pobre en todos los sentidos, un atraso en todos los niveles, una cultura diezmada.

En suma, un desierto moral y material que acompaña a la desertificación física. Este es el momento crucial de que la política no extravíe el rumbo, pero “que se vayan todos” no es una alternativa.

Ahora bien, hay buenas razones para suponer que Mendoza ha logrado reclutar algunos políticos con cierto grado de sensatez y capaces de torcer la mano de los delirios kirchneristas nacionales.

Y puede que sea también el momento de que en todas las iglesias argentinas se rece la oración por la Patria que alguna vez se rezó a comienzos de este siglo, y que pareció conmover en su momento a la Virgen de Luján.

Claro, después nos olvidamos de renovar esos ruegos y así nos fue.

* El autor es Doctor en Filosofía y profesor universitario en Chile y Perú.

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