¡Qué disparate la zanja de Alsina!

La ventaja principal del foso consistía en que los aborígenes no podían llevarse el ganado que robaban tras saquear y masacrar a las poblaciones cristianas, aunque no dejaban de ser una amenaza.

¡Qué disparate la zanja de Alsina!
¡Qué disparate la zanja de Alsina!

“¡Qué disparate la zanja de Alsina! Y Avellaneda lo deja hacer. Es lo que se le ocurre a un pueblo débil y en la infancia, atacar con murallas a sus enemigos. Así pensaron los chinos y no se liberaron de ser conquistados por un puñado de tártaros, insignificantes, comparado con la población china”, escribió hacia 1877 Julio Argentino Roca sobre el proyecto de sus superiores para contener al indio en la frontera.

El famoso sistema se llevó a cabo con cierto éxito en un principio. Consistió en una zanja de dos metros de profundidad y tres de ancho que poseía una defensa lateral hecha con la tierra extraída.

Con su construcción, se ganaron inmediatamente cincuenta y seis mil kilómetros de terrenos listos para explotar y ocupar.

La ventaja principal del foso consistía en que los aborígenes no podían llevarse el ganado que robaban tras saquear y masacrar a las poblaciones cristianas, aunque no dejaban de ser una amenaza.

Paralelamente fueron fundados algunos pueblos, se construyeron ciento nueve fortines y se plantaron doscientos mil árboles en la línea de frontera.

Además de un novedoso tendido telegráfico para comunicarse en cada punto.

Cabe destacar que hasta ese momento los soldados avisaban a otros de alguna invasión con un cañonazo.

Inmediatamente las tribus se sintieron amenazadas. Manuel Namuncurá, Catriel y Pincén unieron fuerzas para arrasar Juárez, Tres Arroyos y Necochea. Fue aquél un malón descomunal al que ellos mismos bautizaron “Invasión Grande”.

Después de esto, los aborígenes, comenzaron a realizar amenazas.

El ingeniero francés Alfredo Ebelot fue parte del equipo de Alsina y señaló: “Nos escribieron cartas, que encontrábamos por la mañana a 200 pasos de las avanzadas, clavadas en tierra con la punta de un palo. Estaban redactadas en bastante buen castellano por un cacique pariente de Namuncurá, educado años atrás en Buenos Aires a costa del Gobierno Argentino, eran curiosos documentos de diplomacia india. Se metían en consideraciones de política exterior e interior, amenazándonos con Chile, Brasil, los generales Mitre y Rivas, y haciéndonos ver lo mal elegido que estaba el momento para enfrentarnos con los caciques. Nos conminaban a irnos (…) Todo eso mezclado con teorías sobre el Derecho de Gentes, sobre la inequidad de nuestras pretensiones, y con espantosas mentiras sobre el estado de nuestras fronteras, que pretendían conocer por correos recién interceptados. Había también elocuentes desafíos: ‘Salgan mañana de sus trincheras y verán si somos hombres. Los esperamos al mediodía’”.

Tras el ataque masivo, Alsina cambió su estrategia y comenzó a planear un ataque. Sin embargo falleció sin poder concretarlo y aquél trabajo quedó en manos de Julio Argentino Roca, aunque esa es ya otra historia.

*La autora es Historiadora.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA