¿Es genocidio lo que está causando el ejército ruso en Ucrania? Para el presidente norteamericano, Vladimir Putin está perpetrando un genocidio en el país que invadió, pero su colega francés aclara que, por el momento, no se puede aplicar esa calificación para la guerra que Moscú “desató unilateralmente” y a la que calificó de “brutal”.
Es lógico que el presidente ucraniano Volodimir Zelensky haya aplaudido la calificación usada por Joe Biden y haya lamentado que Emmanuel Macron rechazara usar esa calificación. Pero eso no quiere decir que, en este momento, la razón esté totalmente de un lado o totalmente del otro.
En rigor, ni siquiera implica que Biden y Macron estén en posiciones totalmente opuestas. Macron dijo que “por el momento” él no hablaría de genocidio, pero avaló un juicio que está fuera de duda para la totalidad de los gobiernos y entidades que no apoyan a Putin: el ejército ruso está cometiendo crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad.
Los periodistas extranjeros que han recorrido escenarios como Bucha, Mariupol y Kharkiv verificaron que los efectivos rusos disparan y bombardean a mansalva a la población civil. Además, haber iniciado una invasión masiva, altamente letal y destructiva es, en sí mismo, un acto criminal absolutamente injustificable debido a que Ucrania no había atacado a Rusia ni financiado terrorismo en Rusia ni hecho nada que ponga en peligro la vida de los rusos y la integridad territorial de ese país. Pero para que esos crímenes constituyan genocidio hacen falta otros elementos. Las bibliotecas se dividen, pero muchos enfoques coinciden en que la calificación corresponde a la búsqueda “intencional” de aniquilación sistemática total de un grupo racial, social, étnico, religioso o político.
No está claro que el objetivo inicial de Vladimir Putin haya sido el exterminio sistemático de los ucranianos. Más bien, lo que esperaba el jefe del Kremlin es que el ejército invasor fuera aclamado en el país invadido como ejército libertador. Lo que Putin niega es que los ucranianos constituyan una nación y, por ende, tengan derecho a un Estado. Para Putin y el ultranacionalismo ruso, los ucranianos son rusos, del mismo modo que para el ultranacionalismo turco los kurdos son turcos y no una nación diferente. Para los ataturquistas y también para el nacionalismo islamista que gobierna Turquía desde que Erdogán llegó al poder, los kurdos son “los turcos de las montañas”, mientras que para los ultranacionalistas rusos, lo ucranianos son rusos manejados por potencias occidentales, como Polonia, que quieren reducir y debilitar a Rusia.
Estos argumentos y los otros que utilizó Putin para justificar su catastrófica guerra, parecen falacias para encubrir el atroz crimen que resulta, en sí misma, la invasión de Ucrania.
Ahora bien, que de momento corresponda dudar de que pueda hablarse de genocidio porque no está claro que exista un plan de “extermino intencional y sistemático” de la población del país invadido, no implica que el devenir de la guerra y su estadística de víctimas civiles no deriven en genocidio. La ausencia de intencionalidad pierde significación si las cifras de muertes y destrucción crecen de modo desproporcionado. Es la cifra de muertos civiles la que termina imponiendo el concepto genocidio por sobre consideraciones preestablecidas para usar ese término.
El “Holodomor”, hambruna que mató al menos 4 millones de ucranianos en la década del 30 del siglo XX, puede haber comenzado como consecuencia no buscada del proceso de colectivización de la producción impulsado por Stalin. Pero haber mantenido en el tiempo ese experimento económico ruinoso, sin tomar medidas para detener las trágicas consecuencias que tenía en la población, justifican calificarlo como genocidio.
Los norteamericanos no se lanzaron a Vietnam para eliminar la etnia viet o algo así, pero que millones de vietnamitas hayan muerto bajo sus balas y sus bombas de napalm obliga a considerar que Estados Unidos perpetró una guerra genocida en la península Indochina. Muchos otros conflictos protagonizados por norteamericanos y por otras potencias, han implicado genocidios por la escala sideral de muertes que habrían podido evitarse negociando acuerdos de paz.
Macron puede estar en lo cierto al decir que aún no es posible acusar de genocidio a Putin, aunque no haya dudas de los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad que su ejército está perpetrando en Ucrania. Lo que parece claro es que, de continuar la estrategia que está aplicando para conquistar ciudades ucranianas que resultan claves en su plan de amputación territorial, no falta mucho para que las estadísticas impongan la palabra genocidio para calificar lo causado por Putin.
*El autor es Politólogo y periodista