Mendoza está inmersa en las crisis hídricas más importantes de su historia ya que desde hace varios años, 9 para ser exactos, los caudales de los ríos provinciales son muy inferiores a los promedios históricos. Y esto sigue en descenso. El potencial del recurso hídrico se ve reducido tanto en superficie como en los acuíferos, según lo indican recientes estudios del INA (Instituto Nacional del Agua) Subgerencia Regional Andina, lo cual suman a esta preocupación.
El sector productivo, que usa el 85% del agua de los ríos, registra altos niveles de ineficiencia en el riego, la misma llega a un 40%. Es urgente avanzar con obras, planes, acciones y tecnología que mejore la eficiencia y la rentabilidad de nuestros productos.
Por ejemplo, actualmente solo el 8% de las fincas poseen algún sistema de riego tecnificado, lo que implica que seguimos regando como hace un siglo. Cuando el agua sobraba y la demanda era del 30% de la actual, pero nada ha cambiado. Hoy el mundo y el mercado reclama medir huella de agua para comprar nuestros productos; o nos adaptamos a estas nuevas demandas o no seremos competitivos para vender en el mercado global.
Debemos poner en la mesa una realidad urgente: una reconversión en la gestión del agua en el sistema agropecuario. Financiar sistemas de riego por goteo, construir reservorios, utilizar materiales reciclados para impermeabilizar, colocar medidores de humedad, construir trampas de basura; en definitiva, incorporar toda tecnología que le permita a los productores poder ser eficientes en el riego y así obtener un valor agregado en sus productos porque cuidan el agua y mejoran su huella hídrica. De esto se trata la verdadera apertura al mundo.
Pero para que algo de esto ocurra debe existir un Estado Provincial capaz de planificar responsablemente el recurso, o al menos interesado en hacerlo. Sin técnica, sin personal idóneo, sin especialistas que piensen y trabajen seriamente sobre el recurso hídrico de Mendoza es imposible que esto suceda. No es un problema de falta de especialistas o instituciones como las Inspecciones de Cauce o el Departamento General de Irrigación que a diario administran el agua haciendo un gran esfuerzo. En nuestra provincia hay investigadores e investigadoras con años de formación y trayectoria en el área, lo sé porque trabajo todos los días junto a ellos y ellas. Es ausencia de decisión y priorización política.
No podemos cambiar el clima, pero lo que sí debemos es ser capaces de adaptarnos a las condiciones que hoy tenemos.Para esto necesitamos un plan.
Otro dato, hoy el 39% del Río Mendoza se destina a agua potable. El mendocino promedio consume tres veces más agua de la recomendada según la OMS. Si bien mucha agua se pierde por el pésimo estado de las redes de distribución, también debemos hacer un esfuerzo por cuidarla y no derrocharla, debe ser el compromiso de cada mendocino y mendocina.
Cuando hablamos de agua en Mendoza no hablamos sólo del recurso, también hablamos del crecimiento poblacional, de la planificación territorial, del sistema productivo y hasta de los espacios verdes que debemos regar y de los que estamos tan orgullosos.
Son emocionantes las palabras grandilocuentes que nos cuentan la importancia del agua. El problema es cuando chocan con la pared de la priorizaciónde políticas públicas hídricas en la provincia.
Mejor sería que dejemos de hablar y empecemos a trabajar seriamente desde los lugares de poder, desde donde se gestiona la Mendoza que queremos, para planificar el uso de un recurso escaso y fundamental para la supervivencia de todas y todos los mendocinos. Es una deuda que debe ser saldada antes que empeore la situación hídrica y el tiempo no juega a favor de las posiciones neutras que eligen ignorar esta problemática.