Las provincias siguen las tendencias de la economía nacional, porque comparten la misma moneda y están sujetas a las mismas políticas económicas y a sus resultados (dólar, inflación, tasas de interés, etc.). Aun así, hay diferencias regionales, a unas les ha ido “relativamente” mejor que a otras. Un interrogante es si esas diferencias permanecen en el tiempo (saltan a otro nivel) o son pasajeras.
Para este análisis seguiremos la performance del mercado laboral en el sector privado, tomando en cuenta el empleo y el salario, neto de inflación, en las distintas regiones. Un punto para dejar en claro es que el nivel de empleo (y también de salarios) es distinto en cada provincia. Es mayor el número de trabajadores privados en las provincias grandes que en las pequeñas. Nuestro análisis está más concentrado más en la dinámica de esos indicadores. Determinar si hubo provincias con un desempeño mejor (o peor) que el promedio nacional.
Considerando los últimos veinte años, la tendencia económica global en el país se la puede dividir en dos. Fue creciente en la primera parte, y se estancó, con cierta caída en la segunda parte. El empleo privado creció muy lentamente desde 2012, sufriendo una disminución a partir de 2018, y recuperándose apenas luego de la pandemia. En salarios, netos de inflación, se alcanzó un máximo en 2013, y luego, con oscilaciones ha seguido una tendencia decreciente.
¿Qué ocurrió en las provincias?
En general, la mayoría tuvo un comportamiento similar que el país en ambos indicadores, especialmente Buenos Aires, que marca el paso de la economía nacional. Entonces, pasamos a analizar distintos casos, basados en las diferencias laborales. En todos los casos, se compara con la dinámica del promedio nacional. Cuando decimos “subió” en empleo, significa que, en algún momento, ese indicador aumentó a un ritmo superior al de la Nación.
Subió en empleo y salarios y mantuvo la diferencia: no hay ninguno.
Cayó en ambos indicadores y se mantuvo la diferencia: Catamarca es el caso más notorio, posiblemente afectado por la menor actividad minera. También ha tenido una caída importante en el agro y agroindustria (olivícola). Otra provincia en una situación similar es La Rioja.
Subió en ambos indicadores, pero luego volvió a la tendencia nacional: San Juan, que tuvo buen desempeño en materia laboral en los años 2011‐13, con la construcción en yacimientos mineros. En términos globales, ha vuelto a la tendencia nacional. Pero, ha habido un cambio, con más empleo en minería, y menos en agro e industria.
Subió en ambos indicadores, pero luego sólo el empleo volvió a la tendencia nacional: Chaco. Podría vincularse esta mejoría relativa a los buenos precios que ha tenido la soja en distintos periodos. Llamativamente, los datos sólo muestran mejora en Comercio y en Servicios a empresas, aunque hubo mejora relativa en los salarios agrícolas.
Subió en empleo, pero cayó en salarios: Santiago del Estero. En empleo, el mayor aporte se da en Comercio y en Enseñanza, que generalmente tiene salarios relativamente menores. Un punto llamativo es que hubo una mejoría relativa de salarios en el sector agropecuario (a pesar del menor empleo).
Cayó en empleo, pero mejoró en salario: el caso inverso al anterior. La Pampa. En salarios, es notorio el incremento en Construcción (en comparación con el promedio nacional).
Petroleras: a diferencia de las que no lo son, varias provincias petroleras tuvieron un muy buen desempeño en la primera década de este siglo. Esto significa que en dicho periodo, salarios y empleo en esas jurisdicciones aumentaron a un ritmo superior al promedio nacional. Posteriormente, mantuvieron altos sus salarios, pero el nivel de empleo volvió a la tendencia nacional. Muy claro en Santa Cruz, y algo similar en Chubut.
Algo diferente ha sido Neuquén, con su buen desempeño en Vaca Muerta en los últimos años. Presenta además un salto en empleo en la segunda década, que se mantiene. También había subido de nivel en salarios netos de inflación, pero termina con la misma tendencia nacional. O sea, ha sido mayor el ajuste en salarios en los últimos años en dicha provincia.
Jurisdicciones grandes: en general, los cambios recién analizados corresponden a provincias chicas, que logran subir un escalón, en empleo y/o en salarios, especialmente cuando aprovechan la explotación de un recurso natural, generalmente mineral (petróleo, oro, cobre, etc.).
La pregunta es si algo de eso ha ocurrido en jurisdicciones de mayor tamaño. Aunque jurídicamente no es provincia, la Ciudad de Buenos Aires es considera algo así en materia de economía regional. Es una de gran tamaño económico, y tuvo una baja permanente en empleo, y una temporal en salarios, volviendo luego a la tendencia nacional. Observando los sectores, mientras en el periodo 2007‐2021, en el país aumentó el empleo en Comercio y se estancó en Industrial, en CABA, se estancó en el primero y cayó en el segundo.
En Mendoza, la disminución relativa se dio en salarios. En empleo tuvo peor desempeño en los dos últimos años. Le ha jugado en contra la menor producción petrolera y las menores cosechas de uva, que afectan a la elaboración de vinos.
Un caso diferente ha sido el de Córdoba, con una suba transitoria en salarios, pero luego volvió a la normalidad.
¿Qué aprendimos?
Podríamos haber mencionado a las otras provincias, haciendo muy extenso este artículo. Optamos por hacer planteos sobre el tema tratado. Recordemos que salarios y empleo difieren por provincias (Chubut tiene salarios más altos que Chaco). Nos estamos enfocando en su evolución en los últimos años, determinando si tuvieron un mejor desempeño que el promedio nacional.
Tendencia nacional y diferencias: como se mencionó inicialmente, la economía nacional marca el ritmo a todas las provincias. Es difícil desvincularse de la macroeconomía argentina (inflación, riesgo país, volatilidad del dólar, etc.). En este informe, nos hemos enfocado en las diferencias regionales, y ver si éstas se han podido mantener en el tiempo.
Aumentos en empleo y salario, neto de inflación, son una señal de mayor demanda laboral, como consecuencia de mayor actividad económica. Un problema es que en algunos sectores son muy intensivos en capital. Una mayor demanda quizá impacte menos en empleo, pero sí en salarios.
En general, la mayoría de las provincias siguieron la tendencia nacional en empleo y en salarios en la primera década de los 2000s (con la excepción de las petroleras)1. Luego, en el periodo de estancamiento, se observaron más diferencias regionales.
Recursos naturales: generalmente, son el factor clave para diferenciarse de otras regiones. Por ej., petróleo en la Patagonia, y minerales en San Juan. También puede ser uno agrícola, como la soja en Santiago del Estero y Chaco. Pero esos recursos también le pueden jugar en contra, al caer su producción, como en Catamarca.
Un punto interesante es que, si se aprovecha uno de esos recursos naturales, se produzca un cambio en la estructura de empleo, por ej. menos en agro y en agroindustria y más en minería, como ha ocurrido en San Juan. Lo esperable también hubiese sido un salto permanente en salarios; lo de esa provincia fue más al inicio, no perduró.
Fondos nacionales: también puede generar diferencias, porque pesan fuerte en las economías de provincias pequeñas. Luego de la pandemia, aumentaron esos fondos (coparticipación), y explica en parte el mayor aumento en empleo en esas provincias, principalmente en Construcción, posiblemente asociado a la obra pública.
Suba de precios internacionales: en estos meses, un punto a destacar es la suba de esos precios en commodities asociados a la Región Pampeana. Siendo así, hubiésemos esperado una mejora en los indicadores laborales en las provincias que lo componen. Sin embargo, tres de éstas son “económicamente” grandes (Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe), que son las que marcan el paso a la economía nacional. Entonces, las diferencias debieran notarse más con las caídas en las otras provincias. Poco se ha visto en ese punto.
Algo similar podría haberse pensado con la suba del precio del petróleo, pero ha sido distinto el comportamiento de estas provincias. Los incrementos en precios de alimentos y energía repercuten en el IPC del país. Y justo estamos en un periodo de alta inflación. Para controlarla, el gobierno nacional ha optado por aplicar medidas para que ese impacto sea menor. Y lo hace colocando un impuesto a las exportaciones, y de esa manera, el exportador cobra un precio menor.
Esto impacta tanto en los commodities agropecuarios como en el petróleo. Pero una diferencia está en las alternativas que tienen los empresarios. En el primer caso, son residentes en el país, y no les resulta fácil invertir en otro. Por eso, las protestas son mayores en el campo. En cambio, en el petróleo, varias empresas son multinacionales, y pueden invertir en otros países.
Entonces, los bajos precios internos del crudo en el país, y sumado las restricciones para enviar utilidades al exterior, desalientan las inversiones en el sector petróleo. Como consecuencia, se produce la disminución en los volúmenes extraídos, con la notoria excepción de Neuquén y el proyecto de Vaca Muerta.
Conclusión: para economías regionales, alejadas de los grandes centros de consumo y de los puertos, no les resulta tan fácil lograr esa diferenciación. Generalmente lo logran con el aprovechamiento de sus recursos naturales. Para esta tarea, se requiere favorecer la llegada de inversiones, por lo cual, los temas de presión impositiva y de trámites (que no sean engorrosos), y también de calidad de servicios públicos e infraestructura, juegan un rol importante.
*El autor es economista de Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL)