Entendemos que es indispensable que todos seamos capaces de tener un mismo diagnóstico acerca de las causas que nos dificultan crecer económicamente y generar empleos con salarios dignos para los mendocinos.
Es muy tentador caer en el facilismo de la trillada hipótesis que postula que todo se soluciona con una ampliación de la matriz productiva.
Haciendo un análisis histórico y asumiendo la metáfora de que la economía de Mendoza fuera un avión, podríamos reconocer dos grandes turbinas que propulsaron su crecimiento: la agroindustria, liderada por la vitivinicultura, y la extracción y refinación de petróleo. Ambas, se desarrollaron al amparo del mercado interno.
Actualmente, las principales turbinas han sufrido un cambio estructural en las variables que inciden en el negocio y esa situación ha provocado la ralentización nuestra velocidad crucero.
A partir de la última década del Siglo XX, la vitivinicultura y el resto de las actividades agroindustriales tuvieron que recalcular su proyección hacia el mercado internacional, dónde inciden fuertemente las variables que determinan la competitividad argentina (tipo de cambio, presión fiscal, disponibilidad de crédito, tasa de interés, costos de fletes, tratados de libre comercio, etc.). Todos esos resortes corresponden a la política económica nacional y en todos ellos nuestra calificación es mala, frente a países competidores. Frente a la agroindustria chilena, por ejemplo, el “costo argentino” nos hace un 20% menos competitivos.
En el caso del petróleo, el envejecimiento de los pozos convencionales, nos llevaron a producir en la actualidad una quinta parte de los 6 millones de m3 de otros tiempos. Sin embargo, este proceso podría haberse revertido, si YPF hubiera invertido en un polo de desarrollo petrolero en la parte de Vaca Muerta del sur mendocino. Suponiendo que volviéramos a producir los volúmenes históricos, el mayor empleo de trabajadores petroleros llevaría el salario promedio a los niveles actuales de San Juan, simplemente por el hecho de que los salarios petroleros son, conjuntamente con los mineros, los más elevados.
A favor, solamente podemos mencionar la explosión del turismo en los últimos 20 años, pero no ha sido suficiente para contrarrestar la pérdida de potencia de las turbinas principales.
Por último, no podemos dejar pasar por alto el viento en contra que representa la discriminación que viene sufriendo Mendoza por parte de la Nación en lo que respecta a la distribución de los recursos de origen nacional. La quita de medio punto porcentual en la distribución secundaria de la coparticipación, sumado a la promoción industrial en provincias vecinas, ralentizaron aún más nuestro vuelo.
La quita de fondos coparticipados acotó la disponibilidad de recursos para ser destinados a la inversión pública en infraestructura económica (muy lejos quedó el recuerdo de la Mendoza que hacía un dique cada 5 años). En tanto que, la promoción industrial, provocó una relocalización de empresas mendocinas hacia las vecinas promovidas. Esta última medida, está siendo compensada con los fondos para hacer Portezuelo del Viento (unos 1,000 MM de US$) que aún no podemos ejecutar. En cambio, la quita de recursos coparticipados duerme el sueño de los justos y, a la fecha, equivale al valor de 10 Portezuelos del Viento.
Por tanto, las políticas nacionales populistas y anti competitividad, sumado a la discriminación en la localización de la inversión petrolera de YPF, más el desprecio permanente de Nación contra el fisco mendocino, llevaron a que nuestra provincia perdiera 1 punto porcentual en la participación en el PBI. Eso equivale a 5.000 millones de dólares anuales o 2.500 dólares anuales per cápita.
Entonces, la pregunta es: ¿Cuánto de eso se puede recuperar con los 3.000 millones de dólares del Presupuesto Provincial por todo concepto? La respuesta es: NADA porque se trata de un juego de suma 0.
Estamos convencidos que con una macro ordenada y enfocada a potenciar la competitividad internacional; más una importante inversión de YPF en la parte mendocina de Vaca Muerta; más un aumento de los fondos de origen nacional que recibe Mendoza; le devolvería a la provincia su potencia económica, más allá de la decisión local de ampliar o no la matriz productiva.