Hay un tema que a diario ocupa espacio en la prensa: es la desocupación, la “falta de creación de empleo de calidad” (nadie define qué es un empleo de calidad) y, especialmente, de empleo privado.
Trabajo: demanda derivada
Pero pocas veces se explica por qué ocurre esta situación, tan lamentable para miles de personas. El asunto central es entender que la demanda de trabajo (esto es, empresas y emprendedores de todo tipo) que requieren trabajadores, es lo que economía se denomina demanda derivada. Nadie puede contratar un empleado, de cualquier jerarquía que sea, si no sabe o al menos avizora, qué va a hacer con el trabajo de ese empleado.
Por lo tanto, que haya demanda de trabajo, de empleo, no es un acto voluntario de alguien sino un proceso complejo. La creación de empleo genuino es el resultado de la inversión, sea ésta ampliación de las existentes o nuevas inversiones.
Una bodega o productor que amplía su capacidad de elaboración o la superficie cultivada va a necesitar más trabajadores. Lo mismo si se hace un nuevo emprendimiento, sea agrícola, industrial o de servicios.
Por lo tanto, es la inversión el tema clave del empleo. Y la inversión depende de varias cosas, pero esencialmente de las expectativas de rentabilidad. Se invierte para ganar dinero, no por actos de caridad o exigencia del gobierno.
Ahorro, inversión y riesgo
Invertir es asumir riesgo, pero riesgo calculado, estimado, no es azar. Entonces son las condiciones económicas y políticas las que estimulan o no la inversión. A su vez, la inversión depende del ahorro, interno o externo. Sin ahorro no hay inversión, hay fantasía, propaganda política.
Ahorro e inversión van de la mano, es la existencia de familias y personas que ahorren, de empresarios chicos, medianos o grandes, dispuestos a asumir riesgos razonables. Insisto, invertir no es jugar en el casino.
Ahorro y moneda
En nuestro país no hay ahorro porque no hay moneda, nuestra moneda carece de una de las condiciones esenciales, reserva de valor. Por eso ahorramos en dólares que sí conservan su valor, pero no los tenemos en el sistema financiero (que tampoco los puede usar) por que nos los han expropiado más de una vez.
No hay ahorro externo que venga a un país sin seguridad jurídica, por el contrario huyen de aquí.
Inversión, productividad y crecimiento económico
Hay además otra relación muy importante, de la cual se habla poco o nada, la productividad de la inversión. El monto de la inversión total en el país, se denomina Inversión Bruta Interna Fija (IBIF), que excluye la denominada inversión financiera. A su vez la IBIF se puede descomponer en inversión de reposición o amortización, repone el capital que agotó y la inversión neta, la parte que supera la amortización.
La IBIF multiplicada por la productividad (es decir lo que produce la inversión) determina la tasa de crecimiento económico. Mientras más alta es la tasa de inversión neta y más alta la productividad, mayor será el crecimiento económico. A la inversa mientras más baja sea la inversión y baja la productividad, menor o nulo crecimiento, menos empleo o desocupación, más pobreza.
¿Cómo estamos en este asunto? Sin entrar en números hace al menos veinte años la inversión para toda la economía casi no supera la amortización. Sólo el sector agro industrial lo hace, por eso la economía no crece. Es lo que vemos a diario, hay sectores que desinvierten, empresas que cierran y por lo tanto expulsan trabajo.
¿Por qué no hay inversión?
Porque invertir requiere de garantía jurídica. Que las reglas juego sean claras y estables. Esto es respeto irrestricto por el derecho de propiedad, economía de mercado, capitalismo, como les guste llamarlo.
¿Hace falta que alguien diga que nada de esto existe en nuestro país? Crear empleo privado genuino cuesta mucho. Hoy mismo, leyendo una información sobre un proyecto de inversión en la explotación del litio, cada empleo que se crea requiere una inversión de U$ 45.000. Ese es un número que se encuentra en cualquier inversión.
En síntesis, mientras la política y la política económica sean las que tenemos, habrá cada vez menos ahorro, menos inversión y todos querrán tener buenos empleos públicos. Y los más capaces y con iniciativa, emigrar.