“Estaré de lleno metido en la Dirección General de Escuelas porque es una obsesión que tengo así como lo fue también la seguridad en mi gestión”. Ésa fue la promesa de Alfredo Cornejo, exgobernador, senador nacional y ahora precandidato a ocupar el sillón de San Martín desde el espacio Cambia Mendoza.
Que la educación se instale en un lugar central de la campaña electoral ha sido un pedido histórico de las asociaciones de la sociedad civil que cada dos años -algunas veces más, otras menos- deben mendigar alguna propuesta entre los candidatos al Ejecutivo o a la Casa de las Leyes.
Pero también es, de algún modo, escuchar algunos sondeos de opinión que apuntan a este aspecto de la vida cotidiana entre las principales preocupaciones de las familias argentinas, más aún luego de los dos años de pandemia por Covid-19 en las que se vieron más involucradas que lo habitual.
Así lo marca, por ejemplo, una encuesta que la organización Cimientos encargó a Isonomía durante la campaña 2021. En ella se concluye que la educación pasó a ser el segundo eje más relevante para el crecimiento del país. Cuatro puntos arriba (40%) se ubicó el empleo y mucho más abajo (con menos del 10 por ciento) la justicia y la seguridad.
Tras el fallido mapa del delito que le permitió a Celso Jaque acceder a la gobernación en 2007 y la olvidable gestión de Francisco Pérez, Cornejo partió de esas coordenadas para orientar el rumbo del mandato 2015-2019.
Por otro lado, de esos cuatro años obsesionado por el orden, su marca en la cartera educativa fue el Ítem Aula. “Lo dije al inicio de mi gestión y lo cumplimos: en Mendoza la educación importa. Estamos cumpliendo por fin, los 180 días de clases efectivos. Y digo efectivos porque esos días sucedieron, sin paros, sin interrupciones innecesarias para dar continuidad pedagógica a nuestros alumnos”, señaló como balance en su último discurso inaugural de las sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa, donde también destacó los resultados de su polémica medida: “En las escuelas estatales cayó 40% la cantidad de días pedidos y esto se lo debemos agradecer a los docentes”.
Como mamá de un niño que entonces cursaba el cuarto grado con una ‘seño’ que faltaba semana por medio, debo reconocer que el cuestionado Ítem sirvió para no tener que pensar a dónde dejarlo cada vez que la maestra anunciaba que no iría a la escuela. Pero eso fue todo. La primaria pasó sin pena ni gloria... (fui testigo del deterioro de la famosa calidad educativa entre 2007 y 2019 en una institución sobrevalorada).
Es necesario dar un paso más, como apuntó Daniel Filmus en las mesas Mediar organizadas por Educar 2050: “Es el derecho a la educación, no el derecho a que se siente en la escuela. Lo que va a generar salir de la pobreza no es que tenga un certificado, sino que aprenda”.
Y, como promueven en varios documentos del Cippec, el recambio de equipos gubernamentales es el mejor contexto para alimentar el debate público sobre las prioridades de la política educativa.
Se necesita “el compromiso e inspiración de las clases dirigentes”, pero también es fundamental que la educación sea considerada como bien público y para eso hace falta el tan mentado compromiso social.
Como decíamos, uno de los aspectos positivos que dejó la pandemia fue el acercamiento de las familias al acto educativo. Por ello, en el segundo Encuentro Nacional de Familias por la Educación, organizado por el Observatorio Argentinos por la Educación, 8 de cada 10 familias esperan disponer de más espacios de participación en las escuelas de sus hijos.
Es que de a poco nos estamos dando cuenta de que los desafíos en educación no son sólo de cada hogar, sino que pertenecen a toda la sociedad.
“Nos va a preocupar la inseguridad o la inflación porque no vamos a poder resolverlo solos, pero la educación creemos que sí la podemos resolver solos... No es imposible modificarlo porque en otros países se pudo. Pero en otros lados hubo un consenso social sobre la educación, que es un bien público y no privado, y no se soluciona individualmente”, advirtió Helena Rovner, especialista senior en Educación del Banco Mundial, en las mesas Mediar de Educar 2050.
La otra pata en este debate son los referentes políticos que “deben liderar el proceso de mejora para contagiar el entusiasmo y compromiso a la población, los docentes, las familias, los alumnos, los medios y el sector privado”, señalan desde el Cippec. Y, en este sentido, remarcan que se debe realizar con esperanza, y no con discursos apocalípticos que ataquen a los docentes y dificulten el necesario acuerdo con los sindicatos.
“La articulación de las políticas y las pedagogías es la clave para que la transformación llegue hasta las aulas, con la participación de los docentes”, apuntan en el documento Diez propuestas para mejorar la educación en Argentina, de 2015, firmado por Cecilia Veleda, Florencia Mezzadra y Axel Rivas.