Perversa historia de un profesor de derecho

Ignacio Orsini, responsable de la cátedra de Derecho Social y juez del Tribunal de trabajo N°2, perteneciente a la agrupación “Justicia Legítima”, tuvo la osadía de parangonar las cárceles actuales con los campos de concentración y exterminio nazi.

Perversa historia de un profesor de derecho
Imagen ilustrativa.

Las cárceles siempre han sido motivo de opiniones diversas, de controversias varias, de justificaciones y oposiciones de todo tipo, de análisis, sociológicos, jurídicos y hasta filosóficos.

Sin embargo, atreverse con alevosía e ¿ignorancia? supina, a compararlas con los campos de concentración, donde millones de personas perdieron la vida en manos del régimen nazi, casi que hasta nos deja sin un adjetivo adecuado para describirlo. Solo perverso se me ocurre que podría caberle.

Así sucedió hace pocos días durante una clase en la Universidad Nacional de la Plata, a cargo del profesor Juan Ignacio Orsini, responsable de la cátedra de Derecho Social y juez del Tribunal de trabajo N°2, perteneciente a la agrupación “Justicia Legítima”, quién tuvo la osadía de parangonar las cárceles actuales con los campos de concentración y exterminio nazi (nota de un medio nacional, Infobae, del 10 de abril 2021).

Frente a esta incalificable “enseñanza”, una alumna se atrevió a alzar su voz en contraposición a las afirmaciones del profesor: “Siento que se ha banalizado lo que fue el Holocausto y es incluso una falta de respeto para aquellas personas que tienen familia que han pasado por esas violaciones de los Derechos Humano durante la Segunda Guerra Mundial”.

”Todos hemos escuchado, leído o estudiado alguna vez ese capítulo negro de la historia universal, pero ¿alguna vez realmente nos hemos puesto a pensar sobre la gravedad de lo sucedido?

¿Somos capaces de entender todo ese dolor y terror vivido?”

De esto se trató el Holocausto, terror y dolor.

Un genocidio ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial en manos de la Alemania Nazi donde millones de judíos, gitanos, homosexuales, polacos, comunistas, prisioneros de guerra, discapacitados físicos y mentales, entre muchos otros grupos de personas que, sin motivo alguno, excepto el de no compartir esa ideología totalitaria, fueron privados de su libertad, de sus derechos fundamentales e incluso, ¡privados de vivir!

Podemos reflexionar y analizar este tema a través de la aguda mirada de la filósofa Hanna Arendt, quien se preocupó profundamente por la libertad humana y es una clara referente en contra de los regímenes totalitarios, en especial el nazismo y el estalinismo.

En su obra “Los orígenes del totalitarismo” Arendt estudia las acciones perpetradas por Hitler y Stalin, que, a pesar de sus diferencias ideológicas, ella sostiene que ambos se basaron y sustentaron sobre el empleo del terror, la ficción ideológica, y la manipulación de la legalidad, de manera que se criminalizaron personas que no habían cometido delito alguno sino que se los castigaba por su pertenencia a un colectivo genérico y no por sus actos individuales.

Los Estados totalitarios crean un verdadero entramado jurídico con el propósito de mantenerse en el poder, no sólo desafiando la legalidad sino creando una apariencia de ésta.

Para Arendt la culminación del totalitarismo se sintetiza en, según sus propias palabras, “el aniquilamiento de la persona jurídica, moral y existencial, cancelando el valor más profundo e íntimo de cada ser humano: la libertad.

”Es posible que el mencionado profesor y juez, profundo devoto del pensamiento k, haya querido “enseñar en aquella clase”, exactamente, lo que nos advierte de los totalitarismos, Hanna Arendt…

*El autor es Abogado.

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