Los inteligentes se pueden reponer de los fracasos, pero los mediocres jamás se reponen del éxito, explicaba Séneca. La historia es un océano de ejemplos que dan la razón al filósofo estoico. Una infinidad de inteligentes que en la derrota crecieron, por leer correctamente la circunstancia, y otra de mediocres que se embriagaron con el éxito, confundiéndolo con la grandeza y la infalibilidad.
Si no son mediocres, el ganador en Ecuador y los dos candidatos con posibilidad de ganar en Perú entenderán que el verdadero respaldo de la sociedad a sus liderazgos y posiciones ideológicas es el señalado por los votos que obtuvieron en la primera vuelta. En el ballotage se suma el voto de descarte. Esa cifra no debe ser confundida con adhesión, porque se trata de una resignada opción por lo que se considera el mal menor. En la primera vuelta, los votantes eligen. En la segunda, optan.
La particularidad de los comicios ecuatorianos y peruanos es la bajísima adhesión real de quienes asumirán la presidencia. Los apoyos reales a Guillermo Lasso y Pedro Castillo no alcanzaron al 20%, mientras que el de Keiko Fujimori no llega siquiera al 14%.
Ni el conservador ecuatoriano ni la derechista y el izquierdista que pasaron al ballotage en Perú, tienen aprobadas por las urnas sus visiones ideológicas. Para la inmensa mayoría de los votos que les darán la presidencia, son apenas el mal menor.
Tras perder con Ollanta Humala en 2011 y con Pedro Pablo Kuczynski en 2016, Keiko vuelve a un ballotage. Pero en aquellas oportunidades, el apoyo real fue inmensamente superior al escuálido 13% actual. O sea, en 2011 y 2016 perdió con más apoyo real que el que ahora podría hacerla presidenta.
Perú avanza hacia la rareza histórica de dar el poder al candidato o candidata con menor apoyo real obtenido en las urnas. Esto no implica que sus gobiernos serán ilegítimos. Pero exhibirían mediocridad si consideran que el voto que los terminó consagrando apoya sus ideologías y sus liderazgos.
Keiko Fujimori podría ser la próxima presidenta del Perú. Sus chances existen a pesar de haber sacado menos votos que Castillo en la primera vuelta porque, en esa votación, fueron más los peruanos que eligieron las alternativas derechistas y centroderechistas. De fluir hacia ella el grueso de los sufragios que se repartieron Rafael López Aliaga, Hernando de Soto y Yony Lescano, será presidenta la hija del autócrata que imperó en los ’90.
Tanto Humala como Kuczynski habían llegado a la presidencia precisamente porque, en el duelo final, lograron representar la opción menos extrema frente al fujimorismo. Humala se corrió al centro desde el duro nacionalismo que expresa el “etnocacerismo”, la ideología impulsada por Isaac Humala, su padre. Y Kuczynsiki logró mostrar una imagen menos ortodoxa de su liberalismo económico.
Keiko tenía el piso más alto de votantes, pero también el techo más bajo, y quien entrara segundo al ballotage la derrotaría, de mostrarse como la opción moderada.
La pregunta hoy es cuál de las opciones autoritarias que disputarán el ballotage puede tener un corrimiento más creíble hacia el centro.
Pedro Castillo hace un valioso aporte al dar a la educación la prioridad que nadie le había dado. Pero no titubea al amenazar con un cierre del Congreso y anunciar controles a la prensa.
Si bien militó en el partido de Alejandro Toledo, o sea la centroderecha liberal, su paso por el sindicalismo combativo y su postulación por el Partido Perú Libre muestran un salto a la izquierda radical.
Fundado y liderado por el dirigente marxista-leninista Vladimir Cerrón, Perú Libre se reivindica “mariateguista”. Intelectual vigoroso, José Carlos Mariátegui fundó el Partido Comunista Peruano y realizó la primera traducción al español en Latinoamérica de “El Capital”, de Marx.
La visión del lúcido autor de “El Amauta” y los “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana” sobre el rol de los pueblos indígenas en los procesos revolucionarios latinoamericanos, fue deformada en los claustros de Filosofía de la Universidad de Ayacucho por Osmán Morote y Abimael Guzmán, impulsores de la agrupación Bandera Roja y de la sanguinaria guerrilla maoísta Sendero Luminoso.
Ni Mariátegui habría aprobado esa versión peruana del Khemer Rouge camboyano que fue el senderismo, ni está probado que agrupaciones allegadas a aquella insurgencia criminal integren Perú Libre. Pero por primera vez ganó la primera vuelta y podría llegar al poder un partido marxista-leninista cuyas propuestas conducen a un régimen autoritario.
Si al ballotage hubiera entrado alguna expresión centrista de izquierda, como Verónika Mendoza, o de derecha, como De Soto, la mayoría tendría una opción democrática. Pero deberá optar entre autoritarismo de izquierda y autoritarismo de derecha.
Mientras ninguno asuma compromisos que garanticen moderación, el fantasma del auto-golpe, como el que dio Fujimori en 1992, ensombrecerá Perú.
*El autor es politólogo y periodista.