Pensar local, actuar globalmente

El año COVID, con fracasos políticos pero con éxitos biotecnológicos sin precedentes, también ha aumentado el poder de la tecnología de la información que obra sobre el poder político.

Pensar local, actuar globalmente
Pensar local, actuar globalmente

En marzo del 2020 reflexionando sobre el impacto mundial del covid 19, veía “el día después” como un quiebre sin retorno a la “normalidad”. En abril el Millennium Project, publicó “Tres Futuros de la Pandemia COVID19 en EE.UU. al 1/1/2021” (http://www.millennium-project.org/covid-19/).

Las principales conclusiones extraídas de aquellos eran aplicables a nuestros paises:

*Lo peor está por venir: los mayores impactos sanitarios, financieros, económicos y psicológicos están por venir.

*La diferencia entre el mejor y el peor escenario es gigantesca; El resultado se determinará durante los próximos meses mediante acciones públicas que incluyan el uso de máscaras, el distanciamiento físico, el lavado de manos y evitar las multitudes en el interior.

*Depositar todas nuestras esperanzas en una vacuna para poner fin a la pandemia de COVID no es prudente.

*Sin embargo, una estrategia para toda la nación, un comportamiento público responsable, un liderazgo estratégico y una coordinación internacional pueden mejorar drásticamente nuestra situación.

Nada de esto fué escuchado, en nuestro país. Las consecuencias del covid19 en 2020, con más vidas perdidas que en la II.G.M -y sus secuelas físicas y mentales-, fue la mayor crisis económica mundial. La pandemia aumentó la desigualdad; y el déficit de liderazgo de las naciones para planificar incluyendo población y territorio, motivando a corporaciones y comunidades locales a apoyar a las personas desempleados y pobres con necesidades de seguridad alimentaria. Las políticas de salud, económicas, sociales no dependen tanto de ideologías obsoletas del pasado, como de la capacidad de anticipar el futuro para implementar las reformas con el consenso necesario.

Aunque, los Estados tienen cada vez menos capacidad para desarrollar una gobernanza que dé respuestas a una ciudadanía responsable.

Es preciso que los tomadores de decisiones valoren la vida, generen confianza, se relacionen armoniosamente con su gente, con la naturaleza, y adopten una perspectiva a largo plazo.

La magnitud, extensión y urgencia de los problemas a resolver requiere digitalizar la economía, el gobierno y la sociedad; es un desafío aún más difícil que cambiar por el trabajo y la educación en línea en medio de la emergencia sanitaria. El tiempo que se pierda en transformar el mercado laboral, los sistemas productivos, la infraestructura de salud, la pobreza es vital. Como lo es promover la educación, y la innovación, -no para incrementar las desigualdades-, sino para traccionar los sectores sumergidos, en una impostergable integración socio-económica interna que nos incorpore a la región y al mundo.

Pero el año Covid con éxitos biotecnológicos sin precedentes, también ha aumentado el poder de la tecnología de información, que obra sobre el poder político. No es intrascendente preguntarnos si la política tal como la conocemos, no está cerca de terminar. ¿La democracia como sistema jerárquico es funcional a las nuevas organizaciones de la sociedad? El riesgo de la polarización del sistema político es un peligro para la democracia, y requiere un nuevo pacto social que facilite auténticas políticas de Estado.

Pero transitamos un cambio civilizatorio -colectivamente falló en relacionarse con la naturaleza de modo sustentable-, donde el conocimiento se distribuye en naciones, instituciones, empresas, organizaciones sociales e individuos a más de residir en las tecnologías. Conocimiento necesario para que el mundo evolucione y geste un proyecto humano común. No es idealismo, es dramáticamente real, no estamos muy alejados del colapso global. Si los avances científicos y tecnológicos han respondido más eficazmente que los gobiernos, no están exentos de riesgos. Es preciso imaginar soluciones de alcance verdaderamente global.

Durante el Día Mundial del Futuro, se debatió favorablemente la idea de crear una Oficina de Riesgos Estratégicos de la ONU y una Resolución de la Asamblea General debe convocar a establecimiento de tal oficina.

Aunque la ONU incluye organizaciones que abordan muchos problemas que enfrenta la humanidad, no dispone una Oficina de Amenazas Estratégicas. La que podría ser un punto central para respaldar opciones y sinergias de largo alcance entre amenazas futuras. Como que: un individuo pueda desplegar un arma de destrucción masiva, quizá biológica; pandemias globales, virus y organismos microbianos podrían ser el próximo asesino global; la pérdida de control de futuras formas de inteligencia artificial; la proliferación nuclear; el calentamiento global; colisión de asteroides; debilitamiento del escudo magnético de la tierra; explosión de rayos gamma solares, nanotecnología maliciosa y accidentes del acelerador de partícula.

Se necesita esta Oficina en la ONU para evaluar continuamente estas amenazas e identificar nuevas, elaborar opciones de respuestas, y mejorar la preparación o la capacidad de prevención.

*El autor es Doctor en Historia.

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