Pandemia: la búsqueda de decisiones más autónomas

Mendoza tiene mayor “parentesco” con la capital del país, principalmente en lo relacionado con la presencialidad en la educación. Suárez ha tomado la decisión de salir a diferenciarse del poder central luego de casi quince meses de valorable equilibrio político.

Pandemia: la búsqueda de decisiones más autónomas
Ilustración / Gabriel Fernández

El Gobernador espera que Mendoza vuelva desde mañana al ritmo que tenía hasta el viernes 21, el último día previo a las nuevas medidas de confinamiento dispuestas por la Nación durante nueve días corridos.

Suárez, que siempre busca tomar decisiones con los números del día a día de la pandemia en su poder, esta vez se encuentra muy seguro de que todo debe volver a la “normalidad” antes vigente porque así lo requiere, y necesita, una mayoría de mendocinos que dependen de lo producido, mucho o poco, en el marco de una actividad económica que se adaptó bastante a los protocolos aquí imperantes y que de esa manera se mueve.

Lo que volverá a estar vigente el lunes en Mendoza, cabe recordarlo, es una serie de medidas restrictivas, pero no con características de cierre, tal cual viene imperando en estos nueve días, como resultado de ajustes que necesariamente debieron disponer desde el Gobierno. La de las compras según el número de terminación del DNI, tal vez sea la medida que más debe cumplirse para garantizar que la ocupación de lugares de venta grandes o medianos no genere contagios por saturación en el número de personas

Clases presenciales y la apertura de las actividades económicas seguirán siendo, en gran medida, las mayores apuestas del gobierno local. Lo sanitario, generado por la pandemia, le sigue otorgando márgenes para reaccionar, independientemente de la puja política que surge de allí.

Aseguran en ámbitos gubernamentales que esta vez no habrá que esperar los alcances de ningún decreto presidencial. En primer lugar, porque en el equipo de Suárez no lo esperan, salvo algún cambio de postura que se produzca a último momento, pese a que el propio titular del Ejecutivo nacional se encargó de señalar en estos días que lo que viene a partir de mañana es muy similar a lo que se venía aplicando. Los hechos más cercanos demuestran que nunca está dicha la última palabra con un Presidente que cada vez más parece dejar influencias por los dirigentes más afines al llamado cristinismo a ultranza, entre los que cabe incluir al bonaerense Axel Kicillof.

Claro, cada jurisdicción tiene algunos detalles que marcan diferencias entre provincias o ciudades, como es el caso de Buenos Aires (CABA). Mendoza tiene mayor “parentesco” con la capital del país, principalmente en lo relacionado con la presencialidad en la educación.

El de la asistencia de los alumnos a las aulas es un tema en el que el kirchnerismo duro presiona para dejar aislados políticamente a quienes no se suman a sus lineamientos. Tanto Rodríguez Larreta como Suárez vienen sosteniendo las clases presenciales sin dudar, sobreponiéndose a las presiones político-sindicales que encuentran en esa pulseada una manera de acosar sin contemplaciones a los gobernantes que pertenecen a la oposición y que, de paso, como con en el caso del porteño, se perfilan con válidas aspiraciones electorales.

Y si, como se dice, Rodríguez Larreta apuesta más al 2023, pensando en las presidenciales, Suárez tiene la inmediatez de unas elecciones de medio término plebiscitarias de su gobierno y, por ende, apropiadas para ejercer con más evidencias un liderazgo. Aunque algunos en el oficialismo local no descartan que el Gobernados también tenga proyección nacional dentro de dos años.

Y si de aspectos relacionados con la pandemia se trata, la convocatoria que hizo el kirchnerismo a los directores de los hospitales más importantes de la provincia no fue del agrado del Gobierno. Era lógico que así sucediera. Trascendió que en el equipo de gestión del Gobernador no entendieron por qué razón llamaron a estos profesionales luego de haber tenido la oportunidad de estar cara a cara con la ministra Nadal la semana anterior. Del lado del PJ no se dieron por conformes con aquella exposición ministerial y por eso eligieron subir a la escena a los directores.

Hasta se habló de alguna tensión entre la línea de mando del Ministerio de Salud y alguno de los profesionales a cargo de los hospitales. Es entendible que en el Gobierno entiendan que la eventual aceptación de la invitación hecha por los legisladores deba tener una suerte de acuerdo previo de las autoridades ministeriales.

También habrían existido otros contactos, más elevados, del Ejecutivo con los referentes de la oposición que están detrás de las citas a funcionarios y profesionales médicos para que en el justicialismo no agiten las aguas por lo menos mientras la provincia sigua enfrentando el crítico nivel de contagios actual.

De parte del oficialismo legislativo hubo voces que hicieron público el descontento con la oposición y que salieron por las redes sociales a pedirles a sus adversarios que no sigan generando un clima que puede llevar a un conflicto mayor y que exceda lo meramente sanitario. En ese sentido, es sabido que los propios directores de hospitales están permanentemente al frente de la atención de los contagiados de coronavirus y que en ese trajín domina la vocación médica sobre las diferencias que puedan darse con respecto a cómo se está abordando la situación desde la gestión de Salud.

Es más: el día a día de la pandemia también pone al límite la capacidad de respuesta del sector privado local de la salud, otro reclamo no menor que llega hasta los despachos del Ejecutivo.

En el gobierno local argumentan que de ahora en más las decisiones que se tomen con respecto a la llamada cuarentena será con total independencia de lo que haga o decida la Nación. Lógicamente, el dictado de un DNU como los que ha venido aplicando el gobierno central hasta ahora será mirado en detalle de la misma forma que lo han hecho en el equipo de Suárez, para cotejar alcances y prevenir cualquier medida local que se tome y que pueda ser considerada como violatoria de esa eventual norma nacional.

Hay reclamos sectoriales. En el Ejecutivo lo admiten y los encuentran lógicos, razonables. Pero reiteran que las posibilidades de asistencia son distintas a las de la Nación, que siempre tiene la posibilidad de emitir. “El mejor aporte que podemos hacer a los sectores más golpeados, como el gastronómico, es posibilitar que los horarios de atención al público se mantengan hasta tarde, para que haya demanda y más posibilidades de atención al público”, comentó un colaborador muy cercano a Suárez a propósito de algunos pedidos de asistencia a empresarios con beneficios impositivos y posibilidades de acceso a aportes patronales que no son de incumbencia de la provincia.

Mientras no ceda la pandemia los desafíos para quienes gobiernan serán cada vez más grandes en el país. Pese a ello, Suárez, ha tomado la decisión de salir a diferenciarse del poder central luego de casi 15 meses de valorable equilibrio político. Como en el caso de Rodríguez Larreta, lo suyo requiere de mucho equilibrio ante las presiones. Tiene que ser más aperturista que la Nación pero a la vez no caer en la rebelión de los llamados “anticuarentena”, que plantean prácticamente todo lo contrario en el abordaje sanitario y económico de la larga emergencia en la que nos vemos inmersos.

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