Estamos viviendo actualmente una situación atípica y de mucha incertidumbre debido a la situación de crisis sanitaria provocada por el Covid-19, que repercute en todos los ámbitos de la sociedad (salud, economía, educación, etc). Por supuesto, que también la pandemia produce un efecto “político” (basta con tener en cuenta cómo la clase política observa la variación de las encuestas sobre su imagen, conforme a las decisiones que se van tomando en relación a ella).
Actualmente en nuestro país, se está “debatiendo” o “discutiendo” si por las razones aducidas, es necesario posponer las elecciones legislativas nacionales que por riguroso cronograma electoral deberían celebrarse en agosto (PASO) y en octubre (generales). Además, este año deben celebrarse elecciones legislativas provinciales en once distritos, y la elección de dos cargos de gobernación y cargos de concejales y jefes comunales de acuerdo a la legislación de cada distrito. ¿Cómo influyen estas posibles decisiones en relación a nuestro sistema democrático? Veamos.
La importancia de las elecciones para el sistema democrático.
Cuando queremos definir la democracia, sabemos que esto genera dificultades por la amplitud de dicho vocablo y su carga emotiva entre otras razones. De todas maneras, siguiendo a diversos autores podemos decir que algunos la definen desde un punto de vista “procedimental, descriptiva o minimalista” (Schumpeter, Dahl) y otros autores en cambio, lo hacen desde una perspectiva “prescriptiva, filosófica o maximalista” (Bacrach, Nino). Es decir, algunos exigen ciertas condiciones “mínimas” para conferirle a determinado sistema la categoría de “democrático” y otros agregan mayores condiciones que superan ese mínimo siendo mucho más exigentes (ej. la existencia de valores determinados en la sociedad, etc.).
Cualquiera que sea la concepción que elijamos para analizar la Democracia, en todas las existentes, se exige la realización de elecciones libres, limpias y competitivas.
A nivel mundial, durante la pandemia (año 2020), 56 países tenían elecciones planificadas, de los cuales el 23.2% decidió postergarlas, fijando una nueva fecha; el 21.4% mantuvo su calendario electoral sin cambios y un 51.8% suspendió las mismas sin anunciar una nueva fecha para su realización. Quiere decir que hubo diferentes modos de resolver la situación, aunque en los casos en que se decidió continuar con el calendario electoral existente, los organismos electorales correspondientes tuvieron que modificar muchas de las condiciones habituales de sus elecciones (ampliando la jornada electoral, habilitando el voto anticipado o por correo, etc.)
Teniendo en cuenta esta situación, la Cámara Nacional Electoral el 16 de junio de 2020, dictó la Acordada N° 33/2020, en la cual dispone la necesidad de acordar políticas para garantizar la realización de las elecciones legislativas a celebrarse el 24 de octubre de 2021 y sus elecciones PASO anteriores. Expresa que “En caso de restricciones debidas a la pandemia respecto de los distintos actos constitutivos de la etapa preelectoral, de la propia jornada electoral, como así también el escrutinio y los demás actos poselectorales hasta la proclamación de los electos, tales hipotéticas restricciones, deberán ser contempladas en todos sus aspectos con suficiente antelación a fin de que, en caso de resultar necesario o conveniente, se adopten las medidas de administración electoral más eficaces para mitigarlas”… Se crea también un Programa específico para evaluar el impacto del COVID-19 sobre el proceso electoral del año 2021 que permita prever con el tiempo suficiente todas las medidas necesarias para garantizar la realización de las elecciones, desde lo administrativo hasta lo presupuestario.
Conclusiones
Conforme a lo expuesto, creemos que es fundamental respetar el cronograma electoral correspondiente (tanto a nivel nacional como provincial o municipal), ya que las elecciones se relacionan –como vimos- con la renovación de autoridades, donde deben respetarse los tiempos estipulados de los mandatos de representación. La postergación de los mismos, creemos que afecta seriamente a la democracia, modificando lo que el pueblo expresó y las reglas de juego existentes. Creemos que los gobiernos y las estructuras específicas encargadas de tan importante tarea, deben (tal cual lo ha sostenido la Cámara Nacional Electoral en su acordada), desarrollar el proceso electoral incluyendo el día de los comicios, adoptando las medidas necesarias para prevenir el riesgo de contagio y propagación del virus, garantizando el bienestar del electorado sin afectar la transparencia electoral ni socavar los derechos políticos de la ciudadanía. Esto requiere de previsión (etapa preelectoral, electoral y poselectoral), consultas consensuadas, toma de decisiones, presupuesto específico para ello, una logística diversa y seguramente otras medidas específicas y concretas que permitan la realización de las elecciones programadas en tiempo y forma.
Concluimos, deseando que esto realmente sea posible, dejando de lado posibles especulaciones político-electorales que en realidad no tienen nada que ver con la pandemia, sino con otras cuestiones, respecto de las cuales Nicolás Maquiavelo nos podría dar varias lecciones al respecto, pero que sin duda afectan la calidad de nuestra democracia. Finalizamos con una cita de Ortega y Gasset (“La rebelión de las masas”) que me parece brillante: “La salud de las democracias, cualesquiera que sean su tipo y grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral… sin el apoyo de auténtico sufragio, las instituciones democráticas están en el aire…”
*El autor es Abogado y Profesor de Derecho Político de la Facultad de Derecho de la UNCuyo.