Para los argentinos, el sector agropecuario y agroindustrial tiene un rol sumamente importante a nivel local, provincial y nacional vinculado con el desarrollo y la generación de empleo.
Esto se refleja en la relevancia que, de acuerdo a las estimaciones de la Fundación FADA, el sector representa: el 24% del PIB, casi el 70% de las exportaciones totales y el 22% del empleo privado generado en el país. Cuenta con casi 270 mil establecimientos agropecuarios compuesto en un 75% por pequeños y medianos productores.
El gobierno actual, como los anteriores gobiernos kirchneristas, han decidido darle la espalda al sector y en lugar de aprovechar las oportunidades que nos presenta el mundo con alza en las materias primas, implementa una y otra vez las mismas recetas fracasadas: intervención de los mercados, cierre de exportaciones y regulaciones de precios, afectando siempre al productor agropecuario y al consumidor.
Basta con recordar que, como consecuencia de decisiones cortoplacistas, el stock bovino cayó en más de 10 millones de cabezas, las exportaciones de carne a un tercio de los volúmenes promedios, hubo una pérdida de miles de tambos, caída del área sembrada de trigo a niveles de 100 años atrás, y el cierre y el desaliento de miles de establecimientos agropecuarios.
El país vuelve a tener una oportunidad. Sin embargo, el productor se enfrenta con un constante cambio de reglas de juegos, con altos costos de producción, el posible cobro de un impuesto a la “renta inesperada”, y nuevamente la intervención del gobierno en el comercio de trigo con el pretexto de evitar subas en el precio de los farináceos. Idéntica medida tomó con las exportaciones de carne, con idéntico objetivo. Sin embargo, a poco más de 28 meses de iniciado el gobierno del presidente Fernández, la carne subió más del 260 % al consumidor.
En nuestra gestión, hemos demostrado que con previsibilidad se obtienen mejores resultados, más productividad y mejor relación de los salarios con el precio de los alimentos. Bajamos y eliminamos las retenciones, abrimos120 mercados internacionales, eliminamos trabas a las exportaciones como los ROEs, generamos líneas de créditos para financiar capital de trabajo, creamos el FONDAGRO para pequeños productores sin acceso al crédito y para que las economías regionales puedan crecer. Esto generó que en un año la superficie sembrada de trigo aumentara un 63%, las exportaciones de carnes pasaran de casi 199 mil toneladas en 2015 a casi 845 mil en 2019, que cumpliéramos con la cuota Hilton y, lo más importante, que volviéramos a ser un proveedor confiable de alimentos para Argentina y el mundo. En los primeros 28 meses de nuestro gobierno, la carne aumentó el 36% al consumidor. Dato mata relato.
Se pueden hacer las cosas de otra manera, y efectivamente se consiguen resultados diferentes que potencian al sector, al interior productivo y a la Argentina. En esta línea, como presidente de la Comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara de Diputados seguiré trabajando en pos de generar marcos jurídicos, modernos y de consenso acorde a las exigencias de un mundo cambiante, que demanda lo que producimos, vinculando con el desarrollo de tecnologías asociadas a cultivos así como al capital de trabajo, a la búsqueda de nuevas herramientas de financiamiento del sector tanto como a la promoción y fomento de la agroindustria en un contexto de sustentabilidad económica, social y ambiental.
*El autor es Presidente de la Comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara de Diputados