Hace apenas un mes, me reuní con el actual ministro de Educación Jaime Perczyk, para conversar sobre el futuro de la universidad pública y el impacto de la pandemia.
El ahora designado ministro de Educación, se mostró muy preocupado por la pérdida de sociabilidad que la pandemia generó en la comunidad universitaria argentina.
Según él, este tiempo traumático nos anuló actos tan habituales como la oportunidad de aprender con otros, de leer con otros, de debatir con otros.
Una segunda cuestión sustantiva en sus preocupaciones es el desafío que el sistema educativo tiene en términos de inclusión.
En este aspecto le formulé nuestra inquietud en tanto la universidad, en muchas provincias como Mendoza, se transformó en una verdadera depredadora demográfica atrayendo a las ciudades más habitadas jóvenes de las poblaciones alejadas y concentrando de esta manera la actividad profesional, de investigación y docencia en un círculo vicioso que sostiene el proceso de concentración urbana y despoblando el interior.
Ello además de la diferencia en términos de posibilidades y acceso a los estudios superiores entre alumnos y alumnas que viven en los rincones más alejados y los que son de las grandes ciudades.
Coincidimos en que la pandemia, paradójicamente, con la compulsión al desarrollo de la modalidad virtual, ofrece una oportunidad para transformar el espacio universitario hacia un sistema más equitativo que permita el acceso de mayor cantidad de estudiantes pero que al mismo tiempo permita que los y las futuras egresadas no se desarraiguen de sus lugares de origen.
Finalmente y entre muchos otros temas, Perzyck resaltó el impulso que estaba dando la Secretaría para sostener el fortalecimiento para el desarrollo de la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación en entornos virtuales, tanto como en la infraestructura tecnológicas y la conectividad.
En este aspecto comentó la fuerte inversión del Plan de Virtualización de la Educación Superior (PlanVES II) que lanzó el gobierno nacional e implicó una convocatoria por casi 1.500 millones de pesos para las universidades con criterios tanto de inclusión como de calidad académica.
Según sus palabras, son necesarios estrategias inteligentes que aumenten las oportunidades de acceso y permanencia tanto como la profundización en los avances de calidad académica que han caracterizado históricamente a la universidad argentina. En este aspecto las nuevas tecnologías serán centrales.
En mi opinión la trayectoria y experiencia del nuevo ministro aseguran un trabajo profundo y constante para el desarrollo de la universidad pública, gratuita, democrática y con excelencia académica. Perczyk tiene un compromiso muy profundo con la educación pública y de calidad. Su nombramiento es una gran noticia para las universidades nacionales y para quienes creemos en la educación como motor de desarrollo regional. Una oportunidad que nuestra UNCuyo no debería dejar pasar.
*El autor es doctor en Ciencias Sociales además de docente e Investigador UNCuyo
