En el año que terminó el mundo mostró profundas brechas en las infraestructuras sanitaria y educativa; en la distribución del trabajo y la riqueza; como así también en las capacidades de liderazgo político. Pero la ciencia tuvo un 2020 excelente por sus investigaciones sobre el virus covid19, registrando a noviembre, 261 vacunas candidatas para prevenirlo a nivel mundial. Para la Asociación para el Avance de la Ciencia (USA), “nunca antes los gobiernos, la industria, el mundo académico y las ONG habían invertido tanto dinero, músculo y cerebro en la misma enfermedad infecciosa en tan poco tiempo”. También fue un año histórico en la exploración espacial, la aplicación de inteligencia artificial a la investigación cuántica y muchos desarrollos tecnológicos.
Lo desconocido –el covid19- pero no imprevisible, y lo conocido –la ciencia- pero ignorada, se conjugaron para generar una nueva globalización. La primera había sido producto de la geopolítica (fin de la guerra fría) y de la expansión económica; la globalización post-covid es producto de la biología, y del desarrollo científico tecnológico. Si la primera nos pareció el comienzo de un nuevo mundo, la globalización post-covid es el comienzo de nuevas relaciones tempo-espaciales, entre los humanos y con la propia naturaleza y el universo.
En la década que iniciamos será posible ver más cambios que en toda la anterior historia de la humanidad. Los grandes desafíos globales, son, hoy más que nunca, de naturaleza transnacional y de solución transinstitucional: proteger la salud humana; preservar el ambiente, resolver las crisis del hambre, la pobreza y la exclusión social; energías limpias; suman ahora el desafío de acelerar la convergencia transdisciplinaria: la fusión de ideas, enfoques y tecnologías de campos de conocimiento muy diversos para estimular la innovación y el descubrimiento, es cosa de todos.
La sinergia de ciencia, ingeniería, computación cognitiva, alcanzó lugares de privilegios en la agenda de las grandes potencias, incluso como parte de nuevos conflictos geopolíticos. No sólo gobiernos, sino fundaciones, corporaciones y alianzas público-privada financiaron y desarrollaron múltiples frentes de avances en la investigación científica, sin poder evitar numerosas teorías conspirativas.
Prácticamente todos los gobiernos ante la ignorancia respecto la grave amenaza viral, acudieron al apoyo de comités de científicos. Pero en muchos casos sólo de especialistas infectólogos, sin integrar epidemiólogos, genetistas, biólogos y menos aún sociólogos, economistas o políticos, con los pobres resultados que podemos apreciar.
Hay asimismo, otros campos que permanecieron al margen de las soluciones científicas, como la economía y la política. La Inteligencia artificial, la robótica, las apps remplazaron trabajos en oficinas, fábricas y servicios; y los administrativos lo hacían desde su casa, sin poder evitar una extendida crisis de capacidad empresarial y gubernamental. Los países pobres carecen de recursos para mantener empleos y negocios, o invertir en sus propias áreas de ventajas competitivas, y enfrentan riesgos de crisis y fuga de capitales.
El Banco Mundial advierte que la pandemia impulsa una nueva generación de pobreza y el FMI dice que las naciones en desarrollo corren el riesgo de retroceder una década.
Con respecto a la gran política el aporte de las ciencias no atendió ninguno de los grandes nuevos desafíos a la humanidad. Como las crisis del Estado e identidad nacional, de las instituciones, de la democracia; ni la necesidad de una Gobernanza Global. Son múltiples y diversos los problemas que esta debe resolver. Ámbitos de autoridad, mecanismos de control; derechos y deberes de una nueva ciudadanía. Gobernanza global y regionalismo, resignificación del Estado, rediseño institucional, regulación de mercados, nuevos instrumentos de taxación, inclusión de próximas generaciones, una ética global.
El desafío mas complejo en un mundo tan dinámico, es gobernar superando las restricciones del presente con visión de futuros. La prospectiva aporta escenarios y estrategias asistida por el conocimiento científico y tecnológico, pero no será igual para todo el mundo.
En los países subdesarrollados a los graves y acuciantes problemas internos se imponen severas restricciones del ambiente externo y la propia noción de desarrollo asentada en supuestos y respuestas muy distintos a los de los países centrales. No basta repetir recetas de los países centrales, es necesario un auténtico cambio de paradigmas.
La articulación ciencia y política requiere fundar la toma de decisión en nuevos instrumentos interinstitucionales, interdisciplinarios e internacionales, que incentiven la participación de todos los interesados y permitan abordar la resolución de necesidades básicas como promover el desarrollo humano como un todo. No basta saber qué pasa, es preciso anticipar los nuevos desafíos que surgen de aspectos científicos y tecnológicos, desde la perspectiva del desarrollo autónomo de nuestras sociedades.