Ni dos dedos de frente

La frenología es una teoría psicológica postulada en 1819 por el alemán Franz Joseph Gall cuya hipótesis principal relacionaba el cerebro y capacidades personales de un modo singular.

Ni dos dedos de frente
La frenología es una teoría psicológica postulada por Franz Joseph Gall, cuya hipótesis principal relacionaba el cerebro y capacidades personales de un modo singular.

Podría resumirse a la historia humana como una oscilación constante entre victorias y fracasos. Dentro de este vaivén contante se buscó explicar al mundo y al hombre desde diversas perspectivas, algunas tuvieron éxito otras no tanto. Entre estas últimas se encuentra la “frenología”, una teoría psicológica postulada en 1819 por el alemán Franz Joseph Gall y que durante todo el siglo XIX tuvo una gran influencia. Básicamente constituyó una hipótesis que relacionaba el cerebro y capacidades personales de un modo singular.

Se caracterizó por conformar un mapa cerebral en el cual se asignaba una función mental específica a cada área del cerebro y consecuentemente, a partir del estudio de la forma del cráneo se podía determinar la estructura cerebral.

En definitiva observando la cabeza de alguien podíamos saber qué clase de persona era, con sus límites y virtudes.

Gall comenzó sus estudios principalmente con individuos que estaban en cárceles, manicomios y asilos. Desde pequeño coleccionaba cráneos y había notado que las personas con ojos grandes tenían buena memoria.

Semejante promesa científica hizo que surgieran sociedades frenológicas en todo el mundo y se popularizaran creencias como que del tamaño de la frente dependía la inteligencia.

Dentro de este movimiento, fue el italiano Cesare Lombroso quién logró más notoriedad a través de su libro “El hombre delincuente” publicado en 1876, donde realiza hipótesis sobre las características físicas típicas de los delincuentes, ya no sólo centrándose en el cráneo.

En Argentina los miembros de la Generación del 37, en especial Esteban Echeverría, expresaron su apego a las doctrinas de Gall.

Si leemos con minuciosidad “Civilización y Barbarie”, observamos que Sarmiento exhibe un profundo conocimiento en la materia al describir a Facundo: “La estructura de su cabeza revelaba, sin embargo, bajo esta cubierta selvática, la organización privilegiada de los hombres nacidos para mandar. Quiroga poseía esas cualidades naturales que hicieron del estudiante de Brienne el Genio de la Francia, y del mameluco oscuro que se batía con los franceses en las Pirámides, el Virrey de Egipto”.

Por su parte el mismo sanjuanino fue analizado desde esos cánones por sus contemporáneos, que admiraron su enorme extremidad superior como un símbolo de gran inteligencia. Leopoldo Lugones escribió sobre él en 1911: “Su cabeza única en nuestra craneología célebre, es tan fuera de molde como su entidad espiritual. Nada es más curioso que ver cómo fue formándose entre las vicisitudes. Como un caso de exhibición leonina, aparece en la historia nacional la cabeza de Sarmiento. Bien examinada, ella es un resumen de su carácter”.

Para finalizar es importante señalar que estos estudiosos de la frenología y la anatomía comparada, creían que si un hombre tenía semejanzas físicas a cierto animal también existirían en su carácter.

Al respecto, Lucio V. Mansilla fue deliciosamente claro: “Lavater ha demostrado que todos nos parecemos a algún animal (…) y estudiando las costumbres de esos animales, ha llegado a esta curiosa conclusión: que el que tiene cara de mono es lascivo; que el que tiene cara de chancho, por ahí va; que el que tiene cara de zorro no carece de astucia; que el que tiene cara de pavo real, pavo es; y para concluir, que el que tiene cara de león es bravo”.

*La autora es Historiadora.

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