Museo Fader: variables de su restauración y puesta en valor

La gestión hecha para la restauración y puesta en valor del Museo Fader, política y técnicamente no tiene antecedentes en la provincia ni en la región.

Museo Fader: variables de su restauración y puesta en valor
Museo Fader / José Gutiérrez

A un año de la reapertura del Museo Emiliano Guiñazú Casa de Fader, vale la pena hacer una serie de consideraciones sobre su puesta en valor, un gran desafío para todos los que intervinimos en ella, desde lo institucional y lo técnico, teniendo en cuenta la complejidad del proyecto.

Esta gestión puede ser considerada y valorada en el marco de un sistema de variables, que convergen en el Museo como “objeto patrimonial”, llevándolo por el sinuoso camino de la gestión pública y para cumplir con los objetivos propuestos para su restauración.

El Fader ha sido y es la principal institución cultural-artística de nuestra provincia, por su historia y por su valiosa colección.

En 2012, el Museo cerró sus puertas como consecuencia de problemas edilicios, pero también después de muchos años en los cuales no se invirtió en su infraestructura ni en sus colecciones.

La demanda del ambiente artístico y cultural para que este espacio se recuperara fue permanente.

En ese contexto, apareció como variable inicial, la toma de decisiones políticas en este caso, de la mano del gobierno provincial, que tomó esa gestión como parte de su plan de obras. Una medida importante, en contextos económicos siempre complejos.

A partir de ella, se inició la labor técnica y administrativa sobre el Museo, con una planificación a 3 años. Se debió actuar sobre la casona histórica, los jardines, el sector de acceso, una obra gruesa de la década del ´90 abandonada y la colección de pinturas y esculturas.

En el edificio, después de los trabajos sobre la colección y su traslado, nos enfrentamos a tres tipos de obras diferenciadas que debieron hacerse en forma simultánea.

Por un lado la obra civil, es decir obras de consolidación estructural y arquitectura general de la casona, por otro lado, obra de restauración de los elementos arquitectónicos históricos y finalmente, obras de restauro sobre las pinturas murarias generales y los murales de Fernando Fader.

Esto demandó una permanente coordinación, que debió tener en cuenta otra variable, los tiempos disponibles, siempre escasos y que confrontan la propia burocracia de la obra pública. Los reglamentos de orden constructivos y de habitabilidad, en este caso dentro del ámbito municipal, las normativas específicas del patrimonio, centrales en este caso e indicadores de los diferentes grados de intangibilidad de los componentes arquitectónicos del edificio, las técnicas de restauración arquitectónica y artísticas, para cumplir con los valores de autenticidad y legibilidad de los elementos intervenidos, fueron parte de las herramientas proyectuales utilizadas.

La incorporación de nuevas instalaciones, necesarias para cumplir con todos los requerimientos funcionales, tecnológicos y de seguridad, sirvió para dotar al Museo del confort necesario para las colecciones y los visitantes.

El avance en las diferentes obras, fue posible gracias a otra variable muy importante, la posibilidad de contar con profesionales y técnicos idóneos, producto de un medio de formación profesional de muy buen nivel, que aportaron sus conocimientos adquiridos en nuestras facultades y escuelas, sus especializaciones y su experiencia laboral.

En el caso de la restauración de murales artísticos, se sumó un grupo de restauradores italianos con el que se conformó un gran equipo. Las empresas contratistas, que en Mendoza de a poco también están adquiriendo experiencia en obras patrimoniales, se sumaron también con profesionales de experiencia en intervenciones de estas características. El Estado aportó sus equipos en diferentes áreas administrativas y técnicas, especializadas en obra pública.

La comunidad mendocina en su conjunto, siguió en forma permanente todo el proceso de esta puesta en valor.

La Asociación Amigos del Fader, el Consejo Provincial de Patrimonio, la Municipalidad de Luján, el Colegio de Arquitectos, la comunidad de artistas, gestores culturales y también los medios de comunicación, acompañaron el proceso en diferentes instancias.

La gestión realizada para la restauración y puesta en valor del Museo Emiliano Guiñazú Casa de Fader, política y técnicamente, no tiene antecedentes en la provincia ni la región y es a partir de su concreción, un modelo de referencia para futuras intervenciones en el patrimonio arquitectónico y artístico.

Es la inversión más importante hecha en patrimonio cultural en toda la historia de Mendoza, que generó una expectativa sin precedentes, en concordancia a la importancia de los objetos patrimoniales en juego.

Queda hacia adelante completar la hoja de ruta, para optimizar la gestión institucional y técnica del Museo, seguramente de la mano de la designación de un director/a, la determinación de un proyecto de gestión a mediano y largo plazo y con la continuidad de las obras programadas, entre las que está la ampliación del Museo, que de realizarse, permitirá dotarlo de espacios y actividades imprescindibles para una gestión de calidad, que lo posicione en el podio de los museos de la Argentina.

*El autor es Arquitecto. Ex Director de Patrimonio.

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