Milei debería odiar menos y empatizar más

El presidente debería entender que ya todo el mundo sabe a quien odia, pero nadie sabe a quien quiere, ni siquiera si quiere a los que odian con él y por ese odio compartido a la política le hicieron ganar. El poder puede significar tener o construir un enemigo, pero también construir empatía, afecto, con todos los que se pueda.

Milei debería odiar menos y empatizar más

“Los supuestos científicos e intelectuales, que creen que tener una titulación académica los vuelve seres superiores, y por ende todos debemos subsidiarles la vocación. Si tan útiles creen que son sus investigaciones, los invito a salir al mercado como cualquier hijo del vecino investiguen, publiquen un libro y vean si la gente le interesa o no, en lugar de esconderse canallescamente, detrás de la fuerza coactiva del Estado. Declaraciones recientes del presidente Javier Milei

Todos los países desarrollados del mundo invierten en ciencia y tecnología; por supuesto que apoyan a los sectores privados que producen conocimiento, pero el porcentaje que el Estado pone, para desarrollar ciencia es infinitamente más grande que el argentino. Acá queremos privatizar a los científicos. Lo mismo piensa Milei de la universidad. Y algo parecido pensaba de la educación elemental cuando como candidato hablaba de vouchers. Y eso se nota. Toda la educación y la ciencia necesitan reformas, algunas profundas, pero eso solo lo lograrán quienes crean realmente en que ellas transforman la sociedad (liberales a lo Sarmiento) no quienes creen que son solamente un obstáculo para el déficit cero. Y que por lo tanto, los intelectuales y científicos, deben salir al mercado si quieren sobrevivir.

Milei debería entender que ya todo el mundo sabe a quien odia, pero nadie sabe a quien quiere, ni siquiera si quiere a los que odian con él y por ese odio a la política compartido le hicieron ganar. El poder puede significar tener o construir un enemigo, pero también construir empatía con todos los que se pueda. No alcanza con considerar héroes solo a los que hacen exactamente lo que él quiere, y despreciar al resto, en particular a los que lo quieren ayudar aunque lo critiquen. Él no tolera la crítica, ninguna. Hasta que la realidad lo obliga a tolerarla. Pero por dentro sigue la bronca y eso lo obnubila en su accionar.

Milei hoy es un hombre confundido. Se somete a China, se banca las criticas del Papa (a cualquiera que le hubiera dicho la mitad de lo que le dijo el Papa, lo hubiera destrozado a insultos). Negocia con los sindicalistas gordos. Quiso transar de manera non sancta con los K la llegada de Lijo para quitarle independencia a la Corte. Pero, salvo en los apuros, no sabe negociar con la oposición constructiva que va juntando bronca. Y de las broncas nacen las leyes de jubilados y universitarias. De las que se cuelgan los opositores destructivos, los que siempre van a decir que no a todo porque su único objetivo es deteriorar a Milei si es posible hasta verlo caer, o cuando menos que llegue al final de su mandato hecho un estropajo para que ellos puedan volver. Pues el peronismo, que ya no tiene nada que ofrecerle al país, nada de nada de nada, sigue manejando la lógica del poder de un modo formidable, porque es su naturaleza. Perdió todo lo demás, pero esa cualidad la mantuvo. Mientras que el resto de los políticos al poder lo manejan horrible. El kirchnerismo perdió merecidamente porque hizo todo mal pero a la vez electoralmente hizo todo lo posible para ganar (incluso fundir al país y casi lo logra). Los de Juntos por el Cambio, al revés, perdieron porque hicieron todo lo posible para perder matándose entre Bullrich y Larreta, cosa que Macri se cansó de advertirles, como hoy le advierte a Milei en todo lo que se está equivocando.

Macri entiende de poder, pero no tiene ninguna estructura donde ubicarlo como tienen los peronistas. Lo que tenía lo perdió, por lo cual ha devenido más consejero que otra cosa. Juntos por el Cambio desapareció. En cambio, el peronismo sigue tan vivo como siempre aun en su peor momento, cuando más odios populares acumula por lo mal que gobernó.

Milei, aún no sabemos si sabe construir poder perdurable, pero sí supo en estos meses fijar la agenda pública como nadie, los temas que discutir. Pero por allí la agenda se la fijan a él. Como con los jubilados y los universitarios que están razonablemente muy enojados con el gobierno. Pero quiénes más cosechan son los peronistas desde el punto de vista político. En la segunda marcha universitaria, la de esta semana, los dirigentes que no eran peronistas o de izquierda, fueron sacados a patadas, como Larreta, al cual Milei considera rata y parece que los universitarios algo parecido. En cambio Guillermo Moreno caminaba como uno más. Y se abrazaba con Massa, sin que nadie los insultara, mientras Cristina saludaba desde un balcón como si se tratara de un acto suyo. Lo mismo pensaba Pablito Moyano, otro que dio el presente. Y Zannini. Y no pare de contar.

Claro que esos oportunismos fueron hechos insignificantes frente a la potencia multitudinaria de una movilización de universitarios con reclamos justos, pero indican que los únicos capaces de colgarse de las reivindicaciones populares, aunque no tengan nada que ver con ellas, son los peronistas. Porque siguen manejándose con la lógica del poder.

No nos equivoquemos, el peronismo hoy no tiene ninguna propuesta alternativa para la sociedad, pero tampoco la oposición colaboracionista. A todos ellos les ganó Milei. El vino a ocupar un espacio ocupado por los que se estaban liquidando solos y el vacío de poder avanzaba. Entonces, apareció el anarcolibertario de la nada política comprendiendo mejor que nadie (si es por sabiduría o porque coincidió el espíritu de época con el espíritu de una persona excéntrica que siempre fue así, no se sabe) como unificar en su sola persona todo el legítimo odio popular.

Eso es lo que existe hoy. Un hombre solo (porque los que lo acompañan son en general impresentables) al que aún sigue acompañando la mayoría de la opinión pública y en parte también lo acompaña una oposición colaborativa pero dividida y sin capacidad de construir poder y a la que Milei a veces insulta más que a los peronistas.

Frente a ellos tenemos una oposición obstructiva que acaba de prácticamente destruir al país, por corrupción pero también por ineficiencia, a pesar de lo cual sigue siendo una fabulosa máquina de construir poder. Cierto, es una máquina de poder sin nada adentro, una máquina de poder vacía, políticos que no tienen absolutamente nada que ofrecerle a la sociedad (mientras que los demás, incluso Milei, algo tienen) pero que funcionan como nadie para obstruir y para recuperarse de sus derrotas porque saben ganar aunque no sepan gobernar.Y si le dan una oportunidad volverán, no porque se hicieron mejores sino por lo peores que fueron los otros, como decía el General.

Si Milei, en vez de ajustarle a la casta o a los que más tienen, sigue ajustando a jubilados y docentes, serán los peronistas los que se colgarán de esos sectores, como ya lo hicieron en el gobierno de Macri.

Lo de los jubilados es muy complejo y no hay que echarle toda la culpa a Milei porque es un tema de difícil solución para cualquier gobierno.

Pero lo de los universitarios es un conflicto inventado por Milei, porque nunca se los bancó, como no se banca a los científicos o a la gente de la cultura. Cree que son todos comunistas y por lo tanto enemigos.

Es cierto que la universidad en muchos de sus funcionamientos actuales también forma parte de la estructura corporativa de la sociedad, pero el problema es que en la cabeza de Milei, más que descorporativizarla (como propone Sturzenegger) quiere sacársela de encima. A los científicos e intelectuales se los dijo textualmente. Entonces, en vez de atacar lo corporativo de la universidad, la atacó ideológicamente. Pero resulta que la universidad argentina sigue siendo un símbolo del progreso social a través de la cultura (el modo en que llegamos a ser el gran país de clase media de América Latina), aunque sus resultados en tal sentido sean hoy menores que en épocas más gloriosas. Y eso va para toda la educación que la comenzamos a destruir antes pero que en el siglo XXI, la volamos a pedazos, la primera y la secundaria. Y hasta la universidad que en vez de mejorarla en todo lo mejorable (que es mucho pero posible, e incluso más fácil que arreglar la educación primaria y secundaria) nos dedicamos a crear nuevas universidades con los mismos vicios de las actuales, pero incluso peores, no solo corporativizadas, sino politizadas, o lo que es lo mismo, peronizadas (conurbanizadas) a un extremo total. Con ese aumento en cantidad de universidades no mejoramos en un ápice la calidad ni de las que estaban ni de las nuevas.

Hay que cambiar muchas cosas en la universidad, claro está, incluso muchos dirigentes universitarios lo saben (no todos son corporativos a lo Lousteau-Yacobitti) pero no lo podrá hacer alguien que la desprecia. Alguien que no tiene empatía con nadie salvo con el que se le somete enteramente. No lo podrá hacer el que festeja el veto a un justo aumento a los jubilados. Y no lo podrá hacer el que desprecia la cultura por motivos ideológicos.

Deberá aprender el presidente, a querer muchas cosas que hoy le resultan indiferentes o repulsivas. Aunque sea para seguir manteniendo el poder. Porque sino así como le llegó con una rapidez impensada, lo perderá con la misma rapidez. Y el peronismo seguirá aceitando su máquina de poder, esa máquina de poder que no le sirve al país pero sigue siendo fenomenal para enriquecer y “empoderar” personalmente a quienes lo manejan. La casta peronista hoy está sentada en su casa esperando ver pasar el cadáver de su enemigo, y de vez en vez, cuando ve una manifestación legítima de gente sufrida ante la cual, además, Milei no demuestra la menor empatía, los peronchos no dudan en colgarse de la misma para tratar de hacerla suya. En eso son vivísimos. Si hubieran sido tan vivos también para gobernar, con todo el tiempo que estuvieron en el poder (o influyeron con sus ideas en él) hoy seríamos la primera potencia del mundo, como erróneamente dice Milei que alguna vez fuimos. Pero que supimos ser mucho mejor que ahora, qué duda cabe. Y en eso influyó mucho esa educación frente a la cual Milei se tapa la nariz porque la desprecia ya que cree que al manejarla el Estado (al cual también desprecia) sólo sirve para adoctrinar en vez de enseñar. Aunque algunas de sus criticas sean ciertas, se está equivocando en lo fundamental, porque la educación es fundamental, y él no lo está viendo.

* El autor es sociólogo y político. clarosa@losandes.com.ar

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