En la edición impresa del sábado 13 de febrero Roberto Azaretto describió a grandes rasgos la historia petrolera provincial con el fin de plantear la propuesta de una nueva empresa.
Por la importancia del tema, valdría complementar algunas ideas vertidas por el autor.
El contrato llevado a cabo en junio de 1940, que luego fue aprobado por la legislatura provincial y el presidente de la Nación, entre el gobernador de ese entonces, Rodolfo Corominas Segura y el presidente de YPF, Ricardo Silveyra fue la continuación lógica y forzada de uno anterior. En efecto, en 1932 el por entonces gobernador, Ricardo Videla, aconsejado por una Comisión formada para tal acción, firmó la primera vinculación entre nuestra provincia y la empresa estatal. Este primer contrato tenía el fin principal de promover la exploración y explotación de todo nuestro suelo provincial. En otras palabras, YPF monopolizó la explotación petrolera. En ese momento la idea del nacionalismo petrolero (en el sentido de control soberano del sistema energético) estaba en boga en Argentina y, Mendoza fue la única provincia que tuvo una sola empresa explotadora.
Pero más importante aún, el objetivo del convenio de 1932 fue la diversificación productiva. Terminar con la dependencia de una sola industria (vitivinicultura) y promover otros sectores económicos. Si bien ya se habían dado iniciativas, en su gran mayoría estaban vinculadas a la agro-industria. De ahí la importancia de este contrato. Acuerdo que debía durar 10 años.
Por eso fue necesario el convenio llevado a cabo en 1940. Sin embargo, este último era de mayor envergadura y más significativo para la provincia. Primero porque ahora también se atendía a la refinación, con lo cual se completaba la cadena industrial, y en segundo lugar, porque le garantizaba a Mendoza mejores regalías. Era el momento de máximo rinde productivo gracias a la explotación de Tupungato (recordemos el famoso pozo T-19, uno de los más relevantes en cuanto a su producción en toda la Argentina).
De esta manera, Mendoza se transformó en la segunda zona de explotación del país, al aportar casi el 26% de la producción nacional. Estos logros comenzaron a desvanecerse a partir de 1943, primero con la salida de Silveyra de la dirección de YPF y luego con el Golpe de Estado de 1943 y posterior triunfo de Perón.
Efectivamente, el gobierno peronista no priorizó la explotación petrolera y de esta manera, como acertadamente señala Azaretto, nuestra provincia decreció en su producción hidrocarburífera. Nuevamente acierta el autor al señalar que el contrato de Frondizi con el Banco Carl Loeb Rhoades le permitió volver a ocupar la segunda posición en extracción de petróleo en 1960. Es interesante resaltar que, de la anulación de todos los contratos petroleros llevados a cabo por el gobierno de Arturo Illia, el único que sobrevivió fue este.
Con respecto a la destilería, que se construyó en el marco de las negociaciones llevadas a cabo por Corominas Segura, esta se transformó en la segunda en importancia en el país, detrás de la otra refinería estatal: La Plata. En 1974, el entonces gobernador Alberto Martínez Baca promovió el Parque Industrial Petroquímico. Desde la perspectiva que nos brinda la teoría económica industrial de F. Perroux, podemos señalar que este proyecto realmente consolidó la construcción de un polo de crecimiento alrededor de la Destilería de Luján de Cuyo, el Parque Industrial Petroquímico. Proyecto que fue bien recibido por la prensa de ese momento, por la ciudadanía y las “fuerzas vivas”. Pero que, producto de las luchas políticas del momento (juicio político al gobernador, intervención federal, etc.) no se concretó en todas sus formas.
Esta sería una idea para seguir en la línea que propone Azaretto que Mendoza debería retomar y completar. Es interesante ver en esa zona los edificios a medio construir o abandonados. El desarrollo de una industria de base trae enormes beneficios económicos y financieros a la provincia por la necesaria implantación y/o profundización de otras industrias: metalurgias, transportes, servicios, etc.
Un ejemplo de ello fue la explotación de bentonita, un mineral importante en ese entonces para los pozos petroleros. Luján de Cuyo abastecía a todo el país con su producción. Otro ejemplo fue el transporte de lo extraído en los pozos: se formaron varias compañías de camiones para trasladar el oro negro. Según la crónica de la época eran 90 los vehículos que diariamente transportaban el crudo a la destilería.
Empero, dentro de 100 años, ¿qué será de esta industria? ¿Existen reservas probadas para fortalecerla? Hoy por ejemplo, Neuquén puede asegurarlo con Vaca Muerta. Ricardo Videla y Rodolfo Corominas Segura fueron en la dirección correcta, pero de esto ya pasaron 80 años. En la actualidad, con el programa Mendoza Activa, Mendoza quiere darle continuidad a esta política económica.
Al ingresar a Mendoza por el Arco de Desaguadero puede leerse: la tierra del sol… Sol abundante para promover una energía renovable, la solar fotovoltaica. Hace poco tiempo (15 de junio 2020) este matutino publicaba El parque más grande de Mendoza sumará energía limpia… Lo interesante de esta obra es que “todo fue hecho en Mendoza” como señalaba el constructor. En este sentido, la provincia tiene varios municipios que están adheridos al Pacto Global de los Alcaldes por el Clima y la Energía como la Ciudad de Mendoza, General Alvear o Godoy Cruz.
Ahora bien, estratégicamente, ¿no habría que pensar en otro tipo de energía? ¿Las renovables? A su vez estas, podrían insertar - crear nuevas industrias e innovar sobre tecnologías sustentables. Estamos seguros que ésta podría ser el inicio de una nueva diversificación económica y el fundamento de una fase expansiva de la economía para Mendoza.
*El autor es del Instituto de Historia Americana y Argentina. Universidad Nacional de Cuyo.