El título que resalta en diario Los Andes del 27/10/22, es él que yo he copiado. Si Mendoza busca caminos para crecer, significa que no estamos creciendo lo que imaginábamos o que pensábamos crecer.
¿Quién controla lo que pasa entre los soñado y lo realizado?; a simple vista parece que nadie.
El Tribunal de Cuentas de la Provincia nada ha dicho y parece que nada dirá. No escriben ni informan cuáles son las normas de auditoría previas, concomitantes y posteriores, que se aplican para ir aconsejando la corrección de los desvíos.
Un simple ejemplo aclara el panorama. La principal actividad de nuestra provincia es la vitivinicultura, las inversiones realizadas, la mayor cantidad de bodegas, los innumerables premios obtenidos: “100 puntos Parker” para el Malbec; las bodegas más imponentes y lindas se han construido en Tupungato, Tunuyán y se han ampliado otras en distintos lugares de la Provincia para convertirlas en lugares muy buscados por los visitantes del país y del exterior.
Todo esto está muy bien, ahora pueden explicarme ¿porqué durante los primeros 9 meses de 2022, período 01/01/22 al 30/09/22, los precios de los vinos finos exportados sólo lograron el paupérrimo precio de U$S 3,90 por litro y los vinos genéricos y no tanto, exportados a granel percibieron del exterior U$S 0,84 por litro?
Un enólogo me dijo que para obtener 1 litro de vino se precisan 150 litros de agua (no se asusten) no para mezclarlo con el caldo de los vinos, sino para limpieza de bodega, envases, cajas de cartón, etc. Es decir que ante la sequía que padecemos y que seguirá empeorando, nosotros vendemos el agua a un precio vil, porque ése y no otro es el precio que se obtiene por nuestros preciados vinos malbec, bonarda, chardonnay, torrontés riojano Aspirant Bouchet, syrah, cabernet sauvignon y merlot.
Sí señores, vendemos el vino fraccionado, envasado en botella de vidrio, con corcho o tapón especial y cerramos con otro papel especial el envase del reluciente, brillante vino fino mendocino, por el que nos pagan U$S 3,90 por litro. Escaso precio para premiar tantos desvelos.
No entiendo bien. Será que los dólares del precio final, digamos 10 veces más que lo consignado en la planilla del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, se han quedado en el camino, en lugares conocidos como paraísos fiscales.
¿Quién controla estos precios y los dólares que deben ingresar a la República Argentina? Parece que nadie.
Es decir que cuando escribí en 1999 el libro “La banca off shore y la fuga de los capitales argentinos” (ediciones Jurídicas Cuyo SRL, prólogo del dr. Farrés Cavagnaro) ya tenía razón, que se mantuvo por 23 años más y ningún auditor se aventuró a investigar este fraude al país y a nuestra querida provincia.
Por ello no se preocupen en incrementar la matriz productiva, porque los beneficios son “pa’los otros” como solía decir un avezado cantor de las cosas nuestras.
Dios bendiga a los empresarios que así operan, sin pensar en los 25.000.000 de argentinos que padecen hambre y en los 5.000.000 restantes que son indigentes.
* El autor es Contador público nacional (San Martín).