Una publicación de campo del diario El Mercurio aseguró que, para esta temporada agrícola 2021-22, el país trasandino tendrá un déficit de 100 mil puestos de trabajo. En esa publicación el presidente de la Asociación de Productores Agrícolas de Copiapó, sostuvo que la menor disponibilidad de mano de obra, a causa del coronavirus, no sólo generó problemas para levantar las cosechas el año pasado, sino que, además, provocó aumento en los costos del 30% para esta temporada. “Nadie trabaja por menos de 500 mil pesos (chilenos) al mes”, señaló, es decir unos 600 dólares mensuales, mucho más que lo que se paga en Mendoza.
Es que el año pasado, en Chile, de acuerdo con lo publicado por El Mercurio, quedaron 100 mil puestos de trabajo temporario sin cubrir entre diciembre y febrero, un número que este año se asoma para repetirse.
Pero en el país vecino ya están trabajando entre el sector público, privado y educativo para desarrollar una labor interdisciplinaria, tanto con universidades e institutos técnicos, incentivos al trabajo temporal: ya tienen en carpeta una agenda de trabajo que podría incluir visas temporales y ofertas de vacunación a extranjeros, aunque todo dependerá de las condiciones sanitarias.
También en Mendoza el problema de la falta de mano de obra se pone en evidencia todos los años. Por lo general los privados comienzan a quejarse del asunto sobre diciembre y enero. Con el sector público consiguen generar un parche a la situación y así siguen temporada tras temporada.
Es evidente que este año el problema de la pandemia seguirá agravando la situación, a lo que se suma que si Chile paga mejores salarios y ofrece mejores condiciones, muchos trabajadores podrían obtener una visa temporal, cruzar la cordillera y obtener, por esos tres meses, un diferencial.
Con la situación sanitaria argentina actual, es hora de empezar a planificar el trabajo temporario que la provincia va a requerir durante esta temporada de manera más ordenada y consciente. No siempre tiene que ser el Estado el depositario de las quejas. En esta instancia, los privados ya deberían estar mirando el tablero y generando soluciones conjuntas tempranas, con el objetivo de no llegar a diciembre con las manos vacías y la mochila llena de quejas.