Muchos hoy interpretan que la arboleda y espacios verdes de nuestros espacios urbanos implican un gasto prescindible del agua, que sería mejor asignada al consumo humano o riego con fines productivos.
Trate por un momento imaginar lo que sería Mendoza sin árboles ni espacios verdes: vivir todo el año con un paisaje triste y gris, un ambiente siempre monótono, con veranos tórridos. Esto implicaría una sustantiva pérdida en la calidad de vida, caída en el valor de todos los bienes, pues se perdería todo atractivo a la permanencia o radicación de emprendimientos que se orientarían a otros ambientes más amigables con las necesidades socioeconómicas y ambientales. Es entonces, fundamental mantener nuestra arboledas y espacios verdes.
Se habla mucho de los males que trae el cambio climático, y de la necesidad de tomar medidas para evitar el creciente aumento de la temperatura ambiente. Se habla de mitigar los impactos de estos fenómenos, o de adoptar estrategias para adaptarnos a los mismos. Pero los gobiernos y tomadores de decisiones a nivel global están muy lejos de adoptar medidas. Así es como los habitantes de este mundo nos encontramos actuando como simple espectadores de los crecientes daños ambientales: incendios, aluviones, inundaciones, sequias, temperaturas extremas, etc.
¿Qué pasa en Mendoza? ¿Podemos hacer algo que esté a nuestro alcance?, ¡Claro que sí!
Nuestro principal problema es la creciente sequía. Cada vez hay menor disponibilidad de agua, y una de las cosas que podemos hacer es reusar parte del líquido que utilizamos en nuestro hogar para mantener árboles y jardines siempre verdes y vigorosos. Una porción del agua que desechamos en nuestro hogar son las llamadas “aguas grises”: son las que usamos para lavar ropa, bañarnos, preparar comida y lavar vajilla. Aguas sin contaminación bacteriológica, que se pueden utilizar para regar nuestros árboles y jardines.
¿Como hacerlo? Mediante un “riego subsuperficial”, que consiste en colocar tubería perforada a pocos centímetros de profundidad, colocada de manera tal que moje el suelo que intentamos mantener verde. Solo con conectar esta tubería al lavarropas, ya estamos reusando el grueso de nuestras aguas grises. ¡A la acción!
* El autor es Ingeniero agrónomo. Grupo Eco Hábitat Mendoza.