Los rompe-estatuas

Derribar una estatua de Churchill implica ignorar su decisivo rol para impedir que el nazismo dominara el mundo en la Segunda Guerra Mundial. Fue el hombre que galvanizó a su pueblo para combatir y salvar la democracia de la amenaza totalitaria.

Los rompe-estatuas

La pandemia es un fenómeno que ha domina la atención mundial y deja en un segundo plano fenómenos que reflejan tendencias de cambio importantes. Uno de ellos ha sido que en el mundo desarrollado occidental surgió un movimiento de contracultura en el cual desmontar estatuas fue su manifestación más característica. Así y todo, en Estados Unidos tuvo un límite: Washington, que pese a haber sido el dueño de 84 esclavos, no sufrió ningún intento de ser volteado en todo el territorio de Estados Unidos.

Las protestas contra el racismo que iniciadas en los EEUU se propagaron a Europa, sobre todo en las capitales de países con pasado colonial.

Una de ellas fue Londres, que fuera la capital del Imperio Británico cuando era el más extenso del mundo, entre la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del XX. Es cierto que el Reino Unido tuvo esclavistas y que el trabajo esclavo fue utilizado en la mayoría de sus colonias. Pero también lo es, que fue el país que primero prohibió la trata de esclavos en el año 1804 y que mantuvo una política sistemática a lo largo de dicho siglo para eliminarla del mundo.

Los escépticos dirán que esta política estuvo motivada en la necesidad del pujante capitalismo, para trasformar los esclavos en consumidores y por esta vía incentivar el desarrollo industrial. Ello puede ser cierto, pero también lo fue que en determinadas sociedades fue ganando terreno la idea de abolir la esclavitud en aras de la igualdad de los seres humanos.

Un reclamo de justicia histórica, hace entendible los ataques contra quienes lucraban con el tráfico de personas.

Pero en el caso de quienes quieren terminar con las estatuas de Winston Churchill, no parece razonable.

No tuvo ningún vinculación con el tráfico de esclavos y nació cuando ya el Imperio Británico no sólo hacia abolido la trata setenta años antes, sino cuando esta infame institución,- que lamentablemente existe desde que hay historia y que lo hizo en todas las culturas y convivió con todas las religiones hasta el siglo XIX,- ya no regía en las extensas posesiones inglesas en el mundo.

Pero derribar una estatua de Churchill, implica ignorar su decisivo rol para impedir que el nazismo dominará el mundo en la Segunda Guerra Mundial.

Cuando asume como Primer Ministro en 1940, sólo el Reino Unido mantenía la lucha contra Hitler. Francia se había rendido y EEUU se mantenía formalmente neutral con una opinión pública contraria a involucrarse en el conflicto.

Mantuvo la decisión de continuar la guerra, galvanizó a su pueblo para combatir y salvar la democracia de la amenaza totalitaria, fue un objetivo central, como lo expresó reiteradamente en sus discursos ante el parlamento.

Es claro que Churchill no tuvo que ver con el tráfico de esclavos y que la democracia universal le debe su sobrevivencia frente a una amenaza sin precedentes. Queda el argumento de que fue un defensor del Imperio Británico y es cierto. Para él, era la Patria. La Nación británica era el Imperio. Es así como en el esfuerzo bélico contra Hitler, no sólo moviliza a los británicos, junto con los canadienses, australianos, neocelandeses y sudafricanos, sino también a indios y pakistaníes. Churchill no inventó ni desarrollo el Imperio, sólo intento mantenerlo, asumiendo como el resto de la dirigencia británica que tras la Segunda Guerra Mundial se había transformado en insostenible.

Querer derribar su estatua, es como hacerlo con la de Napoleón, por ser el “Emperador” de Francia, algo que hasta ahora no parece plantear la furia anti-simbólica que se ha desatado. El Imperio fue una forma de organización política de una época que duró milenios. Además no fue originaria de occidente ni exclusiva de él.

No sólo existió el Imperio Romano, sino también el Chino, Indio, Mongol, Turco, etc. Todos ellos tuvieron un sistema económico y social en el cual diversas formas de esclavitud existían.

En este marco, la furia contra las estatuas de Churchill no parece tener razonabilidad histórica, no se lo puede acusar de vinculo con el tráfico de esclavos a diferencia de otros personajes de la historia europea y además es injusto, porque es el líder del siglo XX, que en soledad y con mayor energía defendió la democracia frente a la amenaza totalitaria.

Para más, este ataque tuvo lugar cuando este año se conmemoró el 80 aniversario del llamamiento de Charles De Gaulle desde Londres a seguir la guerra contra el Eje desde Inglaterra, con explícito apoyo de Churchill.

Macron y Johnson les habían rendido homenaje pocos días antes de romperse las estatuas, lo cual ratifica que hay tradiciones que no deben romperse porque en ellas se sustentan los valores que deben regir el futuro de los pueblos.

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