Los Milei ponen a prueba el poder de la libertad

Karina Milei es una funcionaria sin pasado político, pero cuyo presente es más acorde con las artes oscuras del poder que con la resolución de problemas. Además de su cargo formal, actúa como primera dama y armadora por todo el país de LLA.

Los Milei ponen a prueba el poder de la libertad
Javier Milei y la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.

Los hermanos Milei enfrentan el inicio de un año que puede marcar el futuro del gobierno libertario, pero también del proyecto político que encarnan. Javier, desde la cúspide institucional y por lo tanto responsable de las decisiones que impactan a diario en millones de argentinos. Karina, su hermana, como la persona de extrema confianza encargada de darle sostén político a La Libertad Avanza (LLA) de cara al cronograma electoral nacional.

Javier, con la base de lo hecho

El Presidente, en una reciente “reflexión empírica” que compartió a través de las redes sociales, se mostró confiado al ufanarse de llevar adelante durante 2024 un ajuste fiscal del 15% del PBI. Pero también, de una supuesta baja de “20 puntos porcentuales de pobreza, lo cual deja en claro el daño que produce la inflación en los sectores más vulnerables”. Una ratificación de su dogma económico, pero también una respuesta a quienes le achacan insensibilidad social a su modelo.

Entiende que su núcleo de votantes lo ha acompañado en esta circunstancia adversa porque en paralelo supo dar suficientes señales de todo lo que también se rechazó al momento de votarlo: privilegios, descontrol en la calle y alguna pereza en las decisiones capaces de enmendar aunque sea mínimamente el desastre argentino.

Por ello, en ese mismo balance de su primer año incorporó “la quita de intermediarios y corrupción junto a las mejoras de las asignaciones derrumbó la indigencia y brindó contención en el momento más duro del ajuste”, reseñó el mandatario para fortalecer, aún más, el relato oficial.

Para lo que se aproxima, “año de la reconstrucción”, y bajo la experiencia reciente, el camino -dice- es muy claro: “seguir mejorando los indicadores sociales requiere de crecimiento económico y para ello seguiremos bajando la inflación, reduciendo el riesgo país, reduciendo el gasto público para poder quitar impuestos, continuando con las reformas estructurales y desregulado…”. Todo, bajo la promesa que ese sendero del cual Milei es el abanderado redundará en mayor libertad. Fin de la fábula.

El problema es que la hoja de ruta que la teoría le indica recorrer chocó en reiteradas ocasiones con cierta impericia, pero también incapacidad o soberbia a la hora de desplegar una praxis que le permitiera alcanzar sus objetivos, ya fueran leyes, proyectos que naufragaron en el Congreso como el Presupuesto 2025 o los pliegos de sus dos candidatos a la Corte Suprema: Ariel Lijo y Ricardo García Mansilla.

En algunos casos como la Ley Bases o los polémicos vetos a la Ley de Movilidad Jubilatoria y la de Financiamiento Universitario, debió contar con la ayuda de la desarticulada oposición para evitar derrotas y perder capital político. La lección ¿aprendida? dotó de flexibilidad la negociación aunque con una conclusión ineludible: el mileísmo necesita fortalecer sus bloques legislativos para terminar de imponer su agenda, pero también evitar concesiones y zozobras parlamentarias. El turno electoral de este año es la ocasión que pretende no dejar pasar.

Karina, la ilusión del apellido

Es en esta tarea donde entra en acción la intrigante hermana, que la opinión pública desconoce en sus dotes y cualidades para la gestión, pese a que el Presidente apode -gráficamente- como “El Jefe”.

De ella, que pese a ejercer la Secretaría General de la Presidencia actúa no sólo como jefe de Gabinete, sino también como primera dama, se la conoce más por las quejas de los libertarios eyectados que por sus logros como gestora pública. No son pocos los apartados de las Fuerzas del Cielo que denuncian su férreo manejo de las decisiones, al que le asignan un maquiavélico uso de la influencia sobre su hermano, y por ende, de los hilos que todo Gobierno teje para sostenerse. En síntesis, una funcionaria sin pasado político, pero cuyo presente es más acorde con las artes oscuras del poder que con la resolución de problemas.

A ella es a quien además se le ha asignado un rol fundamental para el oficialismo: la constitución de LLA en cada uno de los distritos electorales y el armado político del cual surjan los candidatos que representen al Presidente en cada provincia.

Se trata de una tarea que viene desarrollando desde hace meses con continuidad y cuyos logros se ven en el reconocimiento que el partido ya tiene en numerosos distritos, además del nacional, donde ha contado con el asesoramiento de Martín y Eduardo “Lule” Menem.

En Mendoza, esa situación que en algunas provincias ha sido un mero trámite, aquí significó diversas disputas políticas y judiciales, tras el aval inicial que desde Casa Rosada se le brindó a la diputada nacional Lourdes Arrieta, aunque la sucesión de desaciertos -que implosionaron con sus denuncias tras la visita a represores en la cárcel de Ezeiza- terminaron con su expulsión del bloque y su apartamiento de la conducción partidaria local.

El reemplazo por su colega Facundo Correa Llano ha normalizado el trámite administrativo pero no parece haberle dado liderazgo a su figura, al que se le cuestiona lo mismo que a Arrieta: ser un delegado de la Nación y no un intérprete de los libertarios mendocinos.

Esa seguramente será una de las tareas que Karina deberá encauzar cuando -como se prevé- en breve desembarque en Mendoza en una gira que también recorrerá otras localidades con la misma intención: visibilizar el armado y señalar tareas para el año electoral, donde seguramente está en agenda la intención de un posible acuerdo (o no) con Cambia Mendoza, según dejó trascender Alfredo Cornejo y algunos de sus funcionarios.

Con la incógnita aún planteada sobre si finalmente Karina también dará el paso hacia una candidatura para dejar atrás las sombras que la preceden, el 2025 empieza a tomar forma con nombres propios que en el caso de los alfiles del Presidente no dudan en repetir la fórmula del apellido célebre como la llave capaz de identificar proyectos, pero también atraer votantes. El magnetismo de un líder y el traspaso familiar de sus atributos, como si la política fuera sólo una cuestión de herencia.

* El autor es periodista y profesor universitario.

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