Los enredos

Vocablo quizás menos conocido y usado es “follón” que como sustantivo, queda definido como “lío, desorden, enredo, complicación”: “¡Vaya follón en que se encuentra metido ese dirigente!”

Los enredos

Cuando en la vida diaria, un asunto se complica de modo que sus partes o elementos se han trabado en forma desordenada, se habla de ‘enredo’; hay confusión de ideas y falta de claridad en ellas: “El conferencista perdió el hilo de la exposición y todo fue un confuso enredo”. No necesariamente el término posee connotación negativa puesto que también puede significar, en las obras narrativas y dramáticas, el conjunto de los sucesos, enlazados unos con otros, que forman el nudo central y preceden al desenlace: “El público seguía atentamente el suspenso del enredo y quería ver cómo se llegaba al final. De hecho, existen las ‘comedias de enredo’ que se definen como aquellas de trama intrincada y situaciones sorprendentes. Recordamos que el verbo correspondiente es ‘enredar’, absolutamente regular, que en ninguna de sus formas toma una ‘i’ entre la ‘r’ y la ‘d’.

Es sinónimo de ‘enredo’ el sustantivo ‘embrollo’ que indica también confusión y maraña; un embrollo es una situación embarazosa, un conflicto del cual no se sabe cómo salir: “Necesita el asesoramiento de un excelente abogado para poder salir de semejante embrollo”. Le corresponde el verbo ‘embrollar’, que une a la idea de confusión, la noción de apropiarse de alguna cosa mediante engaño.

Una voz coloquial que se suma a los sinónimos de los términos analizados es ‘rollo’: coloquialmente, este vocablo designa un discurso largo, pesado y aburrido, pero también una mentira, una historia inventada o falsa: “Trató de engañarnos con un rollo incomprensible”. Le corresponde el verbo ‘enrollarse’, que encierra la noción de “extenderse demasiado de palabra o por escrito”: “Se fue enrollando hasta que su discurso perdió toda lógica”.

¿Y ‘maraña’? Del campo del hilado, surge este vocablo que, metafóricamente, es “un embuste inventado para enredar o descomponer un negocio”; además, también se designa así toda “situación o embuste inventado para enredar o descomponer un negocio”: “Para tratar de convencernos, ideó una maraña de argumentos”. Nos remite al verbo ‘enmarañar’ que encierra el concepto de “confundir, enredar un asunto haciendo más difícil su éxito”: “No me agrada escucharlo porque se enmaraña y no entendés nada”. El efecto de ‘enmarañar’ es el ‘enmarañamiento’ y de quien lo lleva a cabo se dice que es ‘enmarañador’.

Hay veces en que la falta de claridad se expresa con el vocablo ‘barullo’, definido también como “confusión, desorden, mezcla de cosas”: “Los conceptos esenciales se perdieron en el barullo”. Su verbo correspondiente es ‘embarullar”, entendido como “hacer algo atropelladamente, sin orden ni cuidado”, mientras que quien procede así es un ‘embarullador’ o ‘barullero’.

Vocablo quizás menos conocido y usado es ‘follón’ que, en su segunda entrada en el diccionario académico y como sustantivo, queda definido como “lío, desorden, enredo, complicación”: “¡Vaya follón en que se encuentra metido ese dirigente!”. Otro valor significativo se da al definirse este término como “alboroto, riña, discusión”: “Es un lugar donde siempre se producen follones”. Prácticamente, se replican estos conceptos en la definición de ‘jaleo’, como “alboroto, tumulto, pendencia, confusión, desorden”, siempre coloquialmente: “Menudo jaleo armaron allí”.

En el ámbito deportivo, aparecen unidas las nociones de enredo y de trampa en el vocablo ‘tongo’, definido como “trampa realizada en competiciones deportivas, en que uno de los contendientes se deja ganar por razones ajenas al propio juego”: “El público hizo oír su protesta ante un tongo evidente”.

En las conversaciones cotidianas, oímos más de una vez los vocablos ‘despiole’, ‘despiplume’, ‘despiporre’ y ‘despelote’: todos coinciden en compartir el prefijo negativo ‘des-’ y la idea de mezcla desordenada. Un ‘despiole’ es un término que, en Argentina y Uruguay, se aplica al desorden, desenfreno y confusión: “Encontró un despiole en los archivos”. El vocablo ‘despiplume’ no está registrado en el diccionario académico, pero sí en el de americanismos, en donde hallamos que se usa en nuestro país y que es equivalente a “despiole, confusión”: “A ver si ponés un poco de orden en tanto despiplume”. En cuanto a ‘despiporre’ o ‘despiporren’, pertenece a registros coloquiales y, según el diccionario, se usa en sentido festivo, con el significado de “desbarajuste, desorden”: “La fiesta se transformó en un despiporre”. Y un ‘despelote’ queda definido como “acción y efecto de despelotarse”, siendo este verbo sinónimo de “alborotarse, disparatar, perder el tino o la formalidad”: “Es difícil llegar a una conclusión porque todo es un despelote”.

Hay un sustantivo que se vincula al desorden; se trata de ‘laberinto’, palabra que vinculamos a un lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida; de esta definición inicial, arribamos a la acepción que nos interesa: “cosa confusa y enredada”. Así, “Nos hemos metido en un laberinto del que nos costará mucho salir”.

En todos los casos precedentes, podríamos haber usado el término ‘bodrio’. Este vocablo ingresó al español en la Edad Media, procedente del germano “brod” y del bajo latín “brodium”, con el significado de “sopa de convento, caldo” que se había obtenido por mescolanza de sobras de las comidas de los frailes. Por eso, en lunfardo, el vocablo ‘bodrio’ tiene una connotación negativa como algo de mala calidad. Con respecto al vocablo original, se ha producido una metátesis o inversión del orden silábico y, en la actualidad, registra en el diccionario académico estas acepciones: la primera, fiel a la etimología, es un “caldo con algunas sobras de sopa, mendrugos, verduras y legumbres que, de ordinario, se daba a los pobres en las porterías de algunos conventos”; la segunda, es “guiso mal aderezado”; la tercera, “sangre de cerdo mezclada con cebolla para embutir morcillas”; la cuarta es la más usada por el hablante argentino: “Cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto”.

También, casi todos los términos analizados podrían sustituirse por ‘lío’; en efecto, el diccionario académico nos da dos acepciones coloquiales que involucran los conceptos denotados por las palabras que hemos examinado: “embrollo, enredo, confusión, barullo, gresca, desorden”: “De golpe, advertimos en qué lío nos habíamos metido”.

* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.

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