Los desafíos de la producción frutícola en Mendoza: una demanda global

A pesar de la creciente tendencia global hacia una alimentación saludable y el consumo de alimentos reales, la producción no ha podido satisfacer esta demanda y traducirla en exportaciones.

Los desafíos de la producción frutícola en Mendoza: una demanda global
El mundo demanda frutas de alta calidad y está dispuesto a pagar por ellas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir al menos 400 gramos, o cinco porciones, de frutas y verduras al día para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles y asegurar una ingesta adecuada de fibra dietética. La tendencia a comer “alimentos reales”, dejar los ultraprocesados y volver a lo simple, es cada vez más fuerte, tiene más seguidores e impulsa el consumo en el mundo. Sin embargo, en Mendoza, la producción de frutas ha disminuido drásticamente en los últimos años.

Desde 2015, la superficie dedicada al durazno para industria ha caído en 2.000 hectáreas, situándose actualmente en 4.911 hectáreas. La superficie de ciruela para industria también ha experimentado una reducción significativa, pasando de casi 15.000 hectáreas efectivas en 2017 a menos de 10.000 hectáreas en el período 2023/24, según datos del disuelto IDR.

Esta disminución en la producción contrasta con la creciente demanda de una alimentación más saludable. Las razones detrás de esta tendencia son diversas y complejas. La fruticultura en general necesita un recambio en varios aspectos. Ya se sabe que es crucial renovar las variedades de frutas para mejorar la calidad y adaptarse a las demandas del mercado, un desafío que muchos productores no pueden llevar adelante.

Desde 2023 bajó 50% el consumo de frutas y verduras en Mendoza. | Foto: Los Andes
Desde 2023 bajó 50% el consumo de frutas y verduras en Mendoza. | Foto: Los Andes

Además, se debe afrontar una mejora en los paquetes tecnológicos: la implementación de nuevas tecnologías es vital para aumentar la productividad y la calidad de los cultivos. Sin embargo, los altos costos y la falta de acceso a financiamiento dificultan esta transición.

En un análisis lineal, da la sensación de que el mundo demanda frutas de calidad y está dispuesto a pagar por ello; Argentina y Mendoza tienen las condiciones para proveerlas, pero diferentes variables hacen imposible poner en marcha esa producción de gran valor agregado.

La provincia de Mendoza termina siendo un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta la agricultura en Argentina en cada una de sus economías regionales. Contrasta la situación de estas producciones con las de la pampa húmeda, tan desarrollada, donde la modernización y el acceso a recursos son cruciales para sostener la producción y satisfacer la creciente demanda de una alimentación saludable.

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