Diariamente se estiman los costos económicos de la pandemia, pero menos atención se presta a las consecuencias del aislamiento y distanciamiento social en término de relaciones de sociabilidad, dramáticamente trastornadas por cuarentena y distanciamiento social.
El cierre de las escuelas afecta el proceso educativo, cómo altera la convivencia por los cambios en la dinámica familiar. La autoridad paternal y de los maestros se deteriora; se profundizan diferencias entre amigos y compañeros. La educación presencial se multiplica por la cantidad de situaciones personales.
Los niños en los primeros 3 años están en un periodo de desarrollo neurológico crítico y de crecimiento de la circunferencia craneal. El cerebro, como centro de nuestra estructura relacional, percibe los ambientes vitales, respondiendo a diferentes situaciones, genera movimientos, capacidad de adaptación al entorno, habilidades visoespaciales, para manejar y manipular objetos en escenarios bidimensionales y tridimensionales. Así las personas y sus cerebros son moldeados por el mundo que les rodea. No se sabe si podrán recuperar las capacidades que no puedan desarrollarse por el confinamiento.
La exposición a virus o bacterias desarrolla el sistema inmunitario; adaptándolo para reconocer los peligros. Es la base de las vacunas, que incorporan patógenos atenuados o muertos para enfrentarlos en el futuro. En el contacto con otros niños se comparten a más de emociones, microbios que pueden ser beneficiosos para generar inmunidad.
Elaborar perspectivas y conductas se vincula con la memoria. La falta de marcos de referencias por no contar con memoria o experiencias personales, hace que la habilidad para tener una visión precisa de la realidad sea limitada. Los jóvenes incorporarán fácilmente los temores a “enemigos” invisibles que amenazan sus vidas e ignoramos si esto se modificará o acentuará en el futuro. Con consecuencias económicas cuando deban incorporarse al mercado laboral. También la des-locación del trabajo incrementará la competencia que ya no queda determinada por la localidad sino por lo globalizado. Aquellos que se hubieran visto forzados a abandonar la educación sistémica se sumarán a la legiones de jóvenes en situación de vulnerabilidad.
The Atlantic titulaba: “Este no es un desastre de salud mental normal”. Donde afirmaba que los efectos psicológicos del covid19 durarán mucho más que la pandemia. Apoyada en datos censales decía que un tercio de los estadounidenses siente ansiedad severa y casi un cuarto muestra signos de depresión. Otra encuesta concluía que la pandemia había afectado la salud mental del 56% de los adultos. La situación es grave para grupos vulnerables -trabajadores de la salud, pacientes de COVID-19 o los que han perdido seres queridos- los que enfrentan un riesgo significativo de trastorno de estrés postraumático.
Era esperable: la depresión, la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático, el abuso de sustancias, el abuso infantil y la violencia doméstica casi siempre aumentan después de los desastres naturales. Y el coronavirus es tan desastroso como cualquier incendio forestal o inundación.
El costo de la pandemia globalmente ascendería a USD 4,1 billones según el Banco Asiático de Desarrollo. Para la OMC, la contracción del comercio mundial de mercancías en la primera mitad de 2020, en una estimación optimista sería del 13%, y en una pesimista alcanzaría el 32%. El FMI estimaba que la pandemia le cuesta a la economía mundial U$S 375 000 millones mensuales, previendo que las pérdidas acumuladas globalmente a lo largo de dos años superarán los U$S 12 billones. Según el World Economic Forum, la lucha contra el COVID-19 podría costar 500 veces más que las medidas de prevención de una pandemia. La pandemia de COVID-19 probablemente terminará costando entre $8.1 y $15.8 billones a nivel mundial.
Como se ve las estimaciones del costo del covid19 en el mundo, son muchas y posiblemente erróneas. Y ello aún sin considerar la posibilidad de una segunda ola que el Millennium Project viene estudiando desde el comienzo de esta pandemia para la Cruz Roja Americana. Y se ignora por completo los costos en desarrollo intelectual y social de los niños y jóvenes del mundo, como sus consecuencias en materia de salud mental que son enormes y pervivirán a muy largo plazo, entre otros que no consideramos.
Cualquiera sea la suma, estos serán costos de ignorar el futuro.
* Licenciado en Ciencias Políticas. Doctor en Historia. Dirige el Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva, Nodo del Millennium Project.