Los argentinos estamos cansados. Cansados de la pobreza, de la inseguridad, de una inflación que se come no solo nuestros posibles ahorros, sino el sueldo que ya no alcanza. Cansados de las promesas de nuestros políticos que nos tienen hartos y que jamás cumplen.
En fin, que en estos últimos 40 o 50 años, hemos vivido la dictadura militar, los errores de Alfonsín que tuvo que entregar el poder antes de tiempo, el menemato, el desastre de la alianza que no supo detener la primera hiperinflación, la degradación de los años del comienzo del dos mil, la corrupción, y finalmente, los últimos gobiernos, que nos han llevado a un desastre generalizado, que solo ha podido sostenerse antes del debacle general, gracias a planes platita, a los subsidios, bonos, regalos, dádivas desde el gobierno, que no solo nos ha empobrecido, sino que nos envilecieron.
Ya no es la cultura del trabajo lo importante, sino el recibir subsidios del Estado, para vivir sin trabajar.
Así no podemos seguir y gran parte del pueblo se ha dado cuenta que no existe futuro para un país donde su gente no quiere o no puede trabajar y cada día se empobrece más.
Pronto iremos las urnas a votar por nuestras nuevas autoridades nacionales,. Es hora de que pensemos con la cabeza y no con el bolsillo. Que tengamos claro que, sin esfuerzo,sin sacrificios, no se sale del lugar al que hemos caído.
Estamos rodeados de países exitosos que viven mucho mejor que nosotros, porque nos hemos echado al abandono. O, mejor dicho, los gobiernos nos han degradado en nuestro sentido de responsabilidad, que ya casi no existe.
Debemos rebelarnos contra esos males, y cambiar el rumbo de nuestro país, de nuestras políticas, de nuestro vivir el que debe tener otro significado.
Claro que eso es difícil y desagradable, pero si no tomamos el toro por las astas, nos seguiremos derrumbando y terminaremos en un fracaso del cual será muy difícil salir.
* El autor es abogado.