Los 130 años de la UCR provincial: del férreo caudillismo lencinista a un presente con sello mendocino

Fue precisamente en 1918 cuando llegó el lencinismo al poder. Se trató de un histórico triunfo de José Néstor sobre los conservadores de Emilio Civit. Con la vuelta de la democracia en 1983, la UCR local supo conquistar parte del sentir de los mendocinos y mantener preponderancia.

Los 130 años de la UCR provincial: del férreo caudillismo lencinista a un presente con sello mendocino
El Presidente de la Nación (1983-1989) Raúl Alfonsín con el gobernador Santiago Felipe Llaver. Archivo Los Andes.

El radicalismo mendocino comenzó a trascender con fuerza en la política argentina en las dos primeras décadas del siglo pasado. Y su llegada al poder se dio en paralelo con la consagración de una nueva Constitución para Mendoza, considerada un hito institucional que hoy no pierde vigencia en sus preceptos básicos.

Fueron los tiempos en los que el tradicional civitismo (el ala conservadora iluminada por el notable Emilio Civit) dejaba paso a la versión distintiva local de la UCR, el lencinismo.

Como bien señaló en su artículo de hace unos días en “Los Andes” Juan Fernando Armagnague, el radicalismo mendocino fue uno de los pocos en el país con un profundo sentido social. Posiblemente el celo porteño expresado en Yrigoyen y sus seguidores y el sentido de pertenencia local de los Lencinas llevaron a los continuos choques entre partes que deterioraron la continuidad institucional de Mendoza en esos años. Pero la recomposición partidaria que sobrevino en la UCR luego de la caída del lencinismo permitió recuperar el sentido social que inspiró a José Néstor Lencinas.

Precisamente, en 1918 llegó el lencinismo al poder. Fue un histórico triunfo de José Néstor sobre los conservadores de Emilio Civit. La euforia, sin embargo, se apagó rápido. Una crisis política generada durante el segundo semestre de su primer año de gobierno complicó las cosas para el Gobernador, que a fines de ese año sufrió la intervención federal ordenada por el presidente Yrigoyen.

Los siguientes años marcaron una notable sucesión de hechos violentos, desestabilizantes, con frecuente presencia de interventores o enviados de la Nación que chocaron aquí permanentemente con el temperamento de los Lencinas y de sus seguidores, que, no obstante, no bajaban los brazos en cuanto a la llegada de sus iniciativas destinadas al campo social, popular.

Como José Néstor murió dos años después, cuando tenía 60 años, paulatinamente fue surgiendo en la escena local la figura de uno de sus hijos más influyentes, Carlos Washington, quien pronto se convertiría en gobernador de Mendoza a los 33 años.

Muchas declaraciones de José Néstor Lencinas eran publicadas en Los Andes.
Muchas declaraciones de José Néstor Lencinas eran publicadas en Los Andes.

El hijo del fundador del lencinismo fue tan o más popular que su padre, pero, según dicen los que investigaron la política de esos años, tampoco gozaba de mucha estima por parte de Yrigoyen. Paralelamente, su prestigio aquí fue cayendo paulatinamente.

El asesinato del gobernador Lencinas (hijo) durante un acto en el centro de la ciudad generó una tremenda conmoción y dio lugar a cientos de especulaciones. Alguien dijo haber escuchado el grito de “Viva Irigoyen” de boca de quien sería luego acusado de haber dado muerte a C.W., potenciando la idea del crimen político que tanto sacudió a la sociedad mendocina por aquellos años.

En octubre de 1924 asumió otro interventor federal radical, Enrique Mosca, un dirigente santafesino que en su largo itinerario gobernó su provincia con mano firme y que llegó a ser candidato a vicepresidente en la histórica elección que consagró presidente, por primera vez, a Juan Domingo Perón. La intervención Mosca en nuestra provincia también tuvo trascendencia por la “mano dura” que distinguió el enviado nacional en todo lo que tuviera que ver con hechos delictivos e indicios de corrupción en la función pública.

Tras el primer golpe de Estado en el país, en 1930, comenzó una sucesión de hechos llamados revolucionarios que conmovió a la dirigencia política argentina. Fueron años en los que la UCR mendocina sufrió los tironeos del peronismo que asomaba con notable fuerza y que sumaba adeptos en otras fuerzas populares, como el radicalismo, mientras se terminaba de deshilachar la estructura del lencinismo.

Luego, los radicales de nuestra provincia transitaron las décadas del ’50 al ’70 como espectadores de pujas entre peronistas y conservadores y de las lógicas divisiones que el contexto político y social de aquella época también imponía en el golpeado partido de Alem e Yrigoyen. Eso explicó la llegada al poder de Ernesto Ueltschi con la UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente) de Frondizi.

Revivir con la nueva democracia

En nuestra provincia el radicalismo logró inaugurar desde el poder la nueva etapa democrática abierta en 1983. El empuje de Raúl Alfonsín fue bien aprovechado por la fórmula que encabezó en aquel momento Santiago Felipe Llaver y de ese modo la UCR se instalaría en el tablero político de nuestra provincia para ser parte de las alternancias que tan bien hacen a la calidad institucional.

Llaver, justo es destacarlo, era ya en ese momento un muy experimentado dirigente del radicalismo mendocino, con años de trayectoria partidaria y pública. Su cercanía a Alfonsín le sirvió para hacer valer sus méritos previos y, de ese modo, intentar lograr para su partido algo que peronistas y demócratas le habían impedido durante años, incluyendo las interrupciones producidas por los golpes de Estado dominantes en el país desde la caída de Perón y durante los años ’60 y ’70.

Santiago Felipe Llaver: el primer gobernador de la democracia.
Santiago Felipe Llaver: el primer gobernador de la democracia.

Tuvo, sí, rasgos de caudillo provincial en varias oportunidades, como en aquella histórica toma de El Nihuil, para que la Provincia recuperara la tarifa hidroeléctrica que le correspondía. No dudó entonces en sorprender a su amigo personal Raúl Alfonsín con un reclamo que lo mostró con su verdadero temperamento y convicciones.

Llaver no logró que lo sucediera otra radical luego de sus cuatro años de mandato constitucional. Posiblemente mucho haya influido en la derrota del candidato Raúl Baglini no sólo el cautivante estilo del peronista José Bordón, otro de los políticos que supo interpretar el paladar de los mendocinos, sino las cíclicas crisis económicas argentinas que ya golpeaban a la gestión de Alfonsín. Esa vez en el global del país por primera vez le fue mal al alfonsinismo.

Sin embargo, la dirigencia de esos años ’80 mantuvo en alto las banderas de la recuperada UCR local y se convirtió en una oposición exigente de tres gobiernos consecutivos del peronismo, con José Bordón, Rodolfo Gabrielli y Arturo Lafalla al mando.

La UCR nunca dejó de ser primera oposición en la Legislatura, pero logró retomar mayor protagonismo en los años de gestión de Lafalla. Contra éste compitió el ex intendente Víctor Fayad, otro gran innovador en el modo de gestionar, aliado de Bordón, quien se candidateó a presidente en 1995 para intentar, sin éxito, destronar a Menem por afuera del justicialismo. Fayad también fracasó en su segundo intento consecutivo por la Gobernación, pero tendría una buena recompensa años después, al volver a aplicar su estilo en su regreso a la intendencia de la Capital.

La ansiada recuperación del poder en la provincia llegó de la mano de Roberto Iglesias, postulado para el cargo luego de que José Genoud renunciara a su candidatura. Le tocó ser gobernador de Mendoza con tres presidentes diferentes. Llegó con la tracción de Fernando de la Rúa (algo parecido a lo de Llaver con Alfonsín), venciendo al candidato demócrata Carlos Balter, al que muchos pronósticos lo daban como vencedor, pero que cometió el error de no referenciarse en ningún postulante a la presidencia del país. Luego, tras la caída de De la Rúa, a Iglesias le tocó la presidencia provisional de Eduardo Duhalde y transitó parte de su último año como gobernador durante la flamante gestión de Néstor Kirchner.

Roberto Iglesias y Víctor "Viti" Fayad junto a otros dirigentes de la UCR local.
Roberto Iglesias y Víctor "Viti" Fayad junto a otros dirigentes de la UCR local.

A continuación, fue el turno de Julio Cobos, de escasa presencia previa en cargos políticos (fue por corto lapso ministro de Iglesias), pero muy reconocido por su trayectoria universitaria. Seducido por el kirchnerismo, tras su paso por la gobernación se sumó a la llamada transversalidad política de la triunfante fórmula presidencial Cristina Kirchner-Cobos. Sólo 8 meses después, el mendocino desempató en su carácter de presidente del Senado al cabo de una extensísima sesión en la que, con su voto “no positivo”, tiró abajo una muy cuestionada medida del Gobierno sobre retenciones a las exportaciones del campo. No renunció a su cargo, pero, roto el vínculo con el oficialismo, preparó su pronto regreso a la UCR junto a muchos de los que lo siguieron en aquella fallida aventura.

Un detalle importante. Mientras Cobos fue vicepresidente de la Nación, en Mendoza gobernó el justicialista Celso Jaque, que se impuso a la fórmula encabezada por el radical César Biffi, a quien acompañaba el por entonces justicialista Enrique Thomas, en lo que fue la versión mendocina de la transversalidad inventada por Kirchner, que aquí no tuvo aceptación en buena parte de votantes.

No obstante, el radicalismo se recompuso en parte y compitió con chances en 2011. Aunque Roberto Iglesias, nuevamente candidato, no pudo superar al justicialista Francisco Pérez, ex ministro de Jaque que llegó a la candidatura por un acuerdo de cúpulas en el PJ.

Durante el mandato de Pérez, Alfredo Cornejo, al mando de la UCR, fue armando una coalición de partidos muy amplia, de centro derecha a centro izquierda, con la que llegó al poder en las elecciones de junio de 2015. Una apuesta similar, pero muy superadora a la de Cambiemos a nivel nacional en cuanto a la cantidad de partidos integrantes, aquí siempre al mando de la UCR. En esa misma línea llegó el actual gobernador, Rodolfo Suárez, que, a diferencia de Cornejo, debió sortear una pulseada interna en las PASO con el macrista De Marchi para luego ser electo en las generales.

Hace una semana, en una disertación remota con motivo de los 130 años de la UCR, el politólogo Andrés Malamud (también simpatizante radical) recomendaba a los que lo escuchaban admitir que “hoy representamos a la clase media. Antes era a las clases bajas, pero esto ha ido mutando y no por eso dejamos de ser populares”.

Pues, la recomendación de Malamud para esta nueva etapa que encara la UCR nacional, que pretende llegar con una de sus figuras a la Presidencia en 2023 sin dejar de pertenecer a un espacio de coalición, casi que no le cabe a los radicales de Mendoza. Porque se puede decir que con la vuelta de la democracia, la UCR local no sólo se aferró a la disputa periódica del poder, sino que supo conquistar parte del sentir de los mendocinos y así mantiene una preponderancia clara.

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