Nuestro bello y rico español abarca una serie enorme de vocablos cuyo significado no conocemos en toda su plenitud y, por ende, tampoco, su valor y uso correctos.
Voy a detenerme hoy en cinco palabras que distintos lectores de la columna me han sugerido; se trata de los verbos de uso no demasiado frecuente ‘encomiar’, ‘acuciar’, ‘apremiar’, ‘soliviar’, “arreciar” y “paliar”.
El primero de estos vocablos es el verbo “encomiar”, cuya definición académica es “alabar con encarecimiento a alguien”. Nos llama la atención el hecho remarcado de “alabanza con encarecimiento”. Este último concepto se relaciona no con el aumento del precio de algo, sino con el interés y el empeño puestos al pedir o encargar una cosa. Entonces, “El jefe ha encomiado la labor de este grupo de operarios” significa que la alabanza efectuada por esta autoridad ha querido realzar de modo especial el trabajo de esos agentes; “encomiar” involucra un compromiso especial por parte de quien efectúa esa ponderación.
En el núcleo de este verbo encontramos el sustantivo “encomio”, definido precisamente como “alabanza encarecida” y que, etimológicamente, proviene del griego “enkómion”, traducido como “elogio grande que se hace de las cualidades de una persona o cosa”. También en la familia hallamos “encomiable”, adjetivo equivalente a “digno de alabanza”: “Realizó encomiables esfuerzos para superar la crisis”.
El verbo “encomiar” se conjuga como “anunciar”, esto es, no toma tilde sobre la vocal “i” y será, entonces, “yo encomio”.
El segundo verbo que despierta nuestra curiosidad es “acuciar” que, del mismo modo que “encomiar”, conserva el diptongo que se forma con la “i” y no toma tilde: “acucio, acucia, acucian”. Su significado es “estimular o apurar a una persona para que haga algo”: “Sus necesidades económicas lo acuciaban para realizar ese pedido”. Otro valor es “ser una cosa urgente para alguien”: “Me acucia solucionar este problema”. También, “impulsar a alguien a ejecutar una acción; inquietar, desazonar”: “La enfermedad de su padre lo acuciaba”.
Su raíz latina “acutiare” nos lleva al adjetivo “acutus”, equivalente a “agudo” que, entre sus múltiples valores, encierra el de “vivo, penetrante, de extrema intensidad”.
En la familia léxica, se encuentra “acuciante”, que se define como “que se manifiesta con fuerza, viveza y pasión”: “La angustia presupuestaria es acuciante”. Además, es sinónimo de “que estimula o da prisa”: “Necesidad acuciante”.
En cuanto a “apremiar”, que se conjuga como “anunciar”, esto es, sin tomar tilde sobre la “i”, encierra valores varios, todos relacionados entre sí y vinculados a los de “acuciar”: “Dar prisa, compeler a alguien a que haga algo con prontitud”: “La tormenta que venía desde la zona cordillerana nos apremiaba para levantar campamento”. La segunda acepción es “oprimir, apretar”: “Las deudas lo apremian”. La tercera dice “compeler u obligar a alguien con mandamiento de autoridad a que haga algo”: “La ordenanza municipal lo apremiaba para que desocupara pronto ese inmueble”. Finalmente, la última acepción es “imponer apremio o recargo”. Aquí, apreciamos que “apremio” es un mandamiento judicial o gubernativo para obligar al cumplimiento de algo”: “Lo apremiaban por la deuda impositiva”.
Derivado de este verbo, se da su participio presente, “apremiante”, que se usa como sinónimo de “urgente, perentorio”: “Esos archivos son todos de asuntos apremiantes”.
Por último, entre los vocablos poco habituales, se nos plantea el valor y uso del verbo “soliviar”: conjugado igual que “anunciar”, no es un vocablo que usemos muy frecuentemente. El primer valor es “ayudar a levantar una cosa, empujándola por debajo”; es sinónimo de “solevantar”. Así, por ejemplo, lo advertimos en “Con una gran palanca, pudimos soliviar esa mole”. También, “alzarse un poco una persona que está echada, sentada o acostada”. Es sinónimo de “incorporarse”: “Hoy, merced a esos masajes energizantes, pudo soliviarse en su lecho”.
Quizás de este grupo de vocablos de uso no tan frecuente, escapa “arreciar”, que es más conocido y utilizado. También se conjuga como “anunciar” y se relaciona con el adjetivo “recio” (fuerte, grueso, robusto). Posee varias aplicaciones: “Dar fuerza y vigor”, como en “La intervención de ese grupo armado hizo arreciar a la débil defensa”. Otro valor es “cobrar fuerza, vigor o gordura”: “Con el transcurso del tiempo, el orden y la calma arreciaron”. El último valor, dicho de una cosa, es “irse haciendo cada vez más recia, fuerte o violenta”, como en “arreciar la calentura, la cólera, la tempestad o el viento”.
Con el verbo “arreciar”, encontramos también el verbo “paliar”, de raigambre latina, pues proviene de “palliare”, con el valor de “tapar”; a su vez, este término se relacionaba con “pallium”, que era un manto o prenda de vestir exterior. El verbo “paliar” se conjuga como “anunciar”, aunque también como “enviar”; esto significa que se puede decir “yo palio” y “yo palío”. La primera acepción es “mitigar la violencia de ciertas enfermedades”: “Con ese medicamento, va paliando los embates de su mal”; la segunda acepción, muy vinculada a la primera, es “mitigar, suavizar, atenuar una pena o un disgusto”: “Paliamos nuestra desazón escuchando buena música”. En cuanto a la tercera acepción, es “disculpar, justificar algo”: “Con esa excusa, quiso paliar su ausencia”. Hoy existe como muy poco usada la acepción de “encubrir, disimular, cohonestar”, como “Esas medidas pretenden paliar el déficit existente”.
Se vinculan a “paliar” el sustantivo “paliación” y el adjetivo “paliativo”. “Paliación” se define como la disminución de la intensidad de un dolor o de los efectos negativos de algo: “El tratamiento dio como resultado la paliación de los síntomas”. En cuanto a “paliativo”, como adjetivo, se usa para indicar, dicho de algún tratamiento o remedio, “que tiene la finalidad de mitigar o suavizar el dolor de un enfermo”: “Es una medicina paliativa, no curativa”. El diccionario da como variante “paliatorio”. Además, existe la locución “sin paliativos”, con valor adverbial, equivalente a “rotundamente, con decisión y sin titubeos”: “Condenaron su conducta sin paliativos”.
El común denominador de los cinco primeros verbos es, en cuanto a su uso, su conjugación igual a la de “anunciar”; en cuanto a su significado, el hecho de vincularse a aspectos de la vida cotidiana que deben, ya ser alabados, ya urgidos o estimulados, ya fortalecidos o suavizados.
*La autora es Profesora Consulta de la UNCuyo.