Llamar a la puerta

Usar la locución “de puertas abiertas” si se refiere a un período de tiempo puede indicar que durante su transcurso se permite el acceso libre de la prensa o el público a un lugar de acceso restringido.

Llamar a la puerta
Llamar a la puerta. / Imagen ilustrativa

Todos, indudablemente, sabemos qué es una puerta: en todas sus acepciones básicas, encontramos presente el concepto de abertura. En efecto, por un lado, la puerta es el hueco regular en una pared, una cerca, una verja, desde el suelo hasta una altura conveniente, que se usa para entrar y salir: “Han quedado delimitados los espacios para puertas en la nueva construcción”. Pero también puede ser el agujero que sirve para entrar o salir por él, en una cueva o en un vehículo: “Escasamente podía pasar un niño a través de la puerta de la famosa cueva”. Además, una puerta era la entrada a una población, generalmente una abertura en la muralla: “Estratégicamente, había controles en cada puerta de ingreso al pueblito”. Metafóricamente, usamos “puerta” para connotar la vía de acceso a fin de lograr una pretensión: “Tocaste la puerta correcta para llegar a la meta que te has propuesto”.

Complementaria de estas nociones, es la definición de “puerta” como “armazón de madera, hierro u otra materia, que puesta en el quicio y asegurada con llave o cerrojo, sirve para entrar y salir o para cerrar y abrir un armario o un mueble”: “Lustramos con barniz oscuro cada puerta de tan bella mansión”.

Se forman varias expresiones con “puerta” y diferentes adjetivos, para indicar su finalidad, sus características o el material con que está fabricada: “puerta giratoria”, “puerta vidriera”, “puerta franca”, “puerta secreta”, “puerta trasera”, “puerta de servicio” son muestras de ellas.

Nos interesan las locuciones que se forman con este sustantivo: “A las puertas de la muerte” indica que se está en cercano peligro de morir”, como en “Nunca antes había estado, como ahora, a las puertas de la muerte”. “A la otra puerta” es la expresión usada para reprender la terquedad y porfía con que alguien se mantiene en un dictamen, sin ceder a las razones: “Empecinado en su postura, Iván siempre estaba a la otra puerta”. “A otra puerta, que esta no se abre” es la expresión utilizada para despedir a alguien, negándose a conceder o a hacer lo que pide: “No le pida a esa autoridad, vaya a otra puerta, que esa no se abre”.

Si se utiliza la expresión “a puertas cerradas”, como locución adverbial, se la refiere, hablando de testamentos, a los que mandan la herencia a alguien, sin reservar o exceptuar nada. En el ámbito deportivo, un partido es “a puerta cerrada” cuando no hay público en el estadio, porque uno de los equipos ha sido declarado culpable en el pasado, o porque se deben prevenir enfrentamientos potencialmente peligrosos, o porque hay problemas de seguridad o de salud pública. Se lo llama, también, “juego de fantasmas”. Análoga explicación tiene “de puertas para adentro”: indica que algo o alguien no se muestran públicamente, sino que permanecen en el ámbito privado: “No pudimos saberlo porque todo transcurrió de puertas para adentro”.

Tres expresiones dan idea de las dificultades o facilidades para obtener algo: “abrir la puerta” da idea de cómo se allana el camino para lograr una meta; “cerrar la puerta”, en cambio, señala que se ponen obstáculos para alcanzar un objetivo; “cerrársele (a alguien) todas las puertas” significa que faltan absolutamente todos los recursos para obtener un fin: “Cuando esa autoridad ignoró mi proyecto y cuando parecían cerrarse todas las puertas, sorpresivamente hubo un empresario que me abrió con generosidad la suya”.

Muy desagradable resulta que se nos rechace en alguna oportunidad; en ese caso, suele emplearse la expresión “dar con la puerta en la cara/en las narices/en los hocicos/en los ojos” y, con ella, queremos significar que se nos ha desairado, pues se nos ha negado bruscamente lo que pedíamos o deseábamos.

Durante buen tiempo de la pandemia, debimos permanecer aislados y hemos dependido de los servicios “de puerta a puerta”; con esta locución adverbial se alude al transporte de objetos y mercancías que se recogen en el domicilio del remitente para entregarlos directamente en el del destinatario. También, puede decirse “puerta a puerta” e indica la venta hecha por alguien que va casa por casa, sin cita previa, ofreciendo un producto o servicio: “Cada vez hay más ofertas puerta a puerta”.

En cambio, “de puerta en puerta” connota algo totalmente diferente ya que indica que alguien va mendigando, de un lugar a otro: “La pobre mujer, con un niño a cuestas, iba de puerta en puerta y se iba con unas pocas monedas”.

Y usar la locución “de puertas abiertas” puede indicar, si se refiere a un período de tiempo, que durante su transcurso se permite el acceso libre, ya de la prensa, ya del público, a un lugar de acceso restringido; si, en cambio, alude a la política, significará “proclive a la participación y al compromiso”:

Hay ocasiones en que nos “echan la puerta abajo”; con esta expresión hiperbólica se quiere significar, de manera coloquial, que se llama muy fuerte: “Me desperté sobresaltada porque alguien nos echaba la puerta abajo”.

Si algo está a punto de suceder porque es inminente su realización, se usa la locución adverbial “en puertas de”: “Ya estamos en puertas de alcanzar la meta fijada”. Y si se quiere indicar que a alguien se lo está despidiendo o echándolo de casa, la locución coloquial que se emplea es “enseñarle la puerta de la calle”: “Muy disgustado con ella, le enseñé la puerta de la calle”.

Derivada del vocablo “puerta”, está el término “portazo”, que puede indicar golpe dado con una puerta, pero también, metafóricamente, la acción de desairar a alguien y despreciarlo: “Me dolió tremendo portazo, sobre todo porque provenía de una persona apreciada”.

Nuestra búsqueda en el refranero nos conduce, como otras veces, al Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes; allí detectamos el famoso “Cuando una puerta se cierra, otra se abre”, que muestra cómo se intenta consolar a quien está sufriendo algún infortunio, afirmando que, tras una circunstancia desfavorable, suele venir otra mejor. Esta paremia es de vieja data porque ya se registra en La Celestina y en el Quijote.

*La autora es Profesora Consulta de la UNCuyo.

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