Cuando veo un ave que nada como un pato, camina como un pato y vuela como pato, pragmáticamente digo es un pato. Los principistas y dogmáticos prefieren decir ...sí, pero debe ser una paloma.
Siento profunda admiración y respeto por el Doctor César Augusto Lerena no sólo por su reiterada presencia en el sector público en el nivel de secretario de Estado, además profesor de estudios universitarios y asesor legislativo de las Cámaras del Congreso de la Nación. Por ello también estoy sorprendido por su falta de actualización en el tema que nos ocupa.
Por ejemplo, el doctor Lerena nos dice que no es cierto que el Reino Unido ejerce soberanía en Malvinas ni la ha ejercido casi durante dos siglos; soberanía que ciertamente nos fue ilegalmente arrebatada. Si no es así, entonces como llama él a estas manifestaciones propias de un estado soberano: sanción y aplicación de las leyes británicas en Malvinas (common law), jurisdicción de los jueces británicos con sede en Londres para dirimir conflictos entre particulares de Malvinas. A la Islas una vez al año, las visita el “Chief of Justice of the Islands” que tiene sede en Londres, para decidir sobre derechos constitucionales o apelaciones a la “Magistrates Court” también con sede en Inglaterra. De la misma forma el funcionario británico actúa como “Coroner” (Juez de Instrucción) para los delitos que establece la ley británica.
Otro acto soberano británico típico que se desarrolla en las Islas, consiste en la implementación de planes de estudio nivel primario y secundario diseñados en Londres en los que San Martin, Belgrano, las invasiones inglesas de Beresford y Whitelocke y nuestra Historia en general no aparecen y sí en cambio lo hacen, William the Conqueror, Enrique VIII, reina Victoria, Wiston Churchill y Margaret Thatcher entre muchos otros. La educación que forma intelectualmente a los alumnos isleños se imparte en el establecimiento educativo existente en Port Stanley (Puerto Argentino).
¿Cómo se explica entonces que si en las Islas los ingleses no ejercen soberanía, aunque sea ilegalmente pero soberanía al fin, están vigentes normas mínimas de convivencia absolutamente diferentes a las nuestras como por ejemplo las que establecen que los vehículos se deben desplazar por la izquierda como ocurre en el Reino Unido siendo Guyana y Malvinas las únicas en todo Sudamérica que tiene vigente ese tipo de normas que ni siquiera en EEUU o en Canadá existen? ¿Cómo no interpretar como un acto de soberanía fijar al idioma inglés como el oficial y obligatorio para las Islas? Y por fin, ¿cómo se explica que en todos lados, a la entrada de edificios públicos y privados como lo son numerosas viviendas particulares, flamea la Union Jack (bandera del Reino Unido)?
El pueblo británico de Whitby (ubicado en el norte de Inglaterra cercano al límite con Escocia) frente al Río Esk, ha establecido “hermandad” con Port Stanley y en virtud de ello intercambian material de estudio, artesanías y libros, fomentando además el turismo entre ambos pueblos.
Si esos no son actos de soberanía que se han prolongado casi 200 años, ¿cómo deberíamos denominarlos?
Sea cual sea la respuesta yo prefiero llamarlos actos de soberanía ilegítima. A 50 kilómetros al norte de lo que los isleños llaman Port Stanley (Puerto Argentino), hay una base aérea militar que tiene un número indeterminado de soldados profesionales armados hasta los dientes que rotan cada dos años; entre otras responsabilidades actúan como personal de Migraciones y de Aduana para cada visitante que llega o abandona las Islas, incluyendo los argentinos. Hay un submarino nuclear que “protege la soberanía ilegítima británica” visitando Malvinas varias veces al año.
Los 649 soldados, oficiales y suboficiales argentinos que en 1982 dieron valientemente sus vidas no lo hicieron para que actualmente acontezcan actos jurídicos y hechos como los referidos. Incluso los casi 300 que se suicidaron por traumas post conflicto o perdieron brazos y piernas o quedaron ciegos o sordos permanentemente, tampoco hicieron esos supremos sacrificios para la situación en que se encuentran hoy las Islas Malvinas, en un status quo que no se modifica desde la guerra de 1982. Discutimos mucho hacemos muy poco.
Mucho menos para que tenga lugar un hecho que sería extremadamente doloroso para los argentinos y que tanto el Dr Lerena como quien suscribe, comparten: la posibilidad de que las Islas se conviertan en un Estado independiente por graciosa concesión de Su Majestad Elizabeth II.
Desde 1959 al día de hoy, hay más de cincuenta leyes argentinas que fueron sancionadas por el Congreso Argentino pero que a pesar de estar vigentes nunca fueron implementadas y posiblemente jamás lo serán. Son letra muerta.
Igual ocurre con aquellas leyes como la 24.922/97 que es la Ley Federal de Pesca que tiene numerosos artículos sin reglamentar.
Reglamentar es todo aquello que completa la redacción de una ley y que permite que se aplique, por ejemplo, si hay que crear un organismo dotándolo de presupuesto o si hay que establecer un determinado mecanismo para acceder a algo. Un buen ejemplo es la Ley 14.800/59, pero hay numerosos ejemplos más.
Nuestra Constitución establece claramente que las sumas de dinero que se recaudan en carácter de impuestos directos son exclusivamente de las provincias y los indirectos de la Nación. En la práctica eso no ocurre desde hace muchas décadas, y esa es la realidad aunque no agrade.
Normas constitucionales que son letra muerta. Para no sobreabundar no citaré más casos pero el lector interesado encontrará varios ejemplos si se propone investigar.
Una de las formas de hacer inaplicable una ley es no reglamentarla. La reglamentación se hace por un Decreto del Poder Ejecutivo. Esto no es ni más ni menos que un subterfugio que usan los presidentes para no cumplir lo que el Congreso aprobó.
Lamentablemente no hay ninguna ley general que obligue a los presidentes a reglamentar las leyes. Es decir, esas normas y esas leyes vigentes pero no reglamentadas se convierten en letra muerta.
En el Derecho Internacional ocurre lo algo similar.
Como no hay una autoridad superior a los Estados que componen la Comunidad Internacional que implemente las normas que se aprueban en las Naciones Unidas como la Resolución 2065 que ya cumplió nada menos que 55 años, y que cita el doctor Lerena, queda a voluntad de ambas Partes obedecerla o no.
Esa Resolución exhorta a las Partes a negociar para terminar con una “disputa” entre el Reino Unido y Argentina por la soberanía en las Islas Malvinas.
Pero dado que el Reino Unido es integrante de la autoridad máxima que a nivel internacional existe llamado Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y las decisiones se toman por unanimidad, diríamos que “tiene la sartén por el mango”.
Sus miembros son Rusia, China, Francia, Reino Unido y EEUU. No hay forma alguna de obligar al Reino Unido a sentarse a negociar como dispone la Resolución 2065 de la Asamblea General de 1965.
El Reino Unido puede vetar decisiones de la Asamblea General o propuestas de otro miembro del Consejo de Seguridad, y si eso ocurre el tema está terminado.
Es decir, que al igual que las normas nacionales citadas precedentemente como la de traslado a Viedma de la capital del país, la Resolución 2065/65 y todas las normas internacionales que se dictaron en consecuencia son letra muerta, simplemente porque son inaplicables.
Es anticuado creer que las normas relacionadas con Malvinas que no se pudieron aplicar en los últimos 55 años, se podrán aplicar ahora con otras normas internacionales de igual carácter y rango.
Los expertos lo saben aunque no lo digan.
Finalmente, el doctor Lerena sugiere una serie de “medidas duras”: celebrar pactos con Uruguay, Chile y otros países para aislar de alguna manera al Reino Unido en la zona de Malvinas. Esta medida es inconducente con la actual Administración que tiene relaciones de muy baja intensidad con Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú.
Argentina está aislada y ello quedó demostrado con la reciente elección del titular del Banco Interamericano de Desarrollo. El excelente candidato argentino Gustavo Béliz, perdió aplastantemente pues la mayoría de los países latinoamericanos votaron en contra o se abstuvieron como lo hizo México, supuesto aliado argentino.
Así, fue elegido el candidato estadounidense Claver Carone. En declaraciones al diario Clarín (20/set/20) el canciller Felipe Solá admite que “Latinoamérica esta desunida”.
Propone el doctor Lerena además “declarar unilateralmente zona de emergencia pesquera y legislar como delito para impedir la pesca ilegal de los británicos (...) dotar a la Armada y a la Prefectura de los elementos de persuación”. Está muy claro que el doctor Lerena ignora la existencia del buque uruguayo Rambla que pertenece a la Empresa multinacional Fortuna LTD. El titular de la Empresa era hasta hace poco James Wallace, actualmente director de la Junta de Administración y es isleño.
Esta Empresa tiene joint ventures con capitales europeos e isleños donde se pueden contar empresas como: Consolidated Fisheries Ltd y Georgia Seafoods Ltd. El “Rambla” pesca y ha estado pescando durante las últimas décadas en Georgia del Sur y Malvinas la merluza negra, el bacalao rojo, el arenque, la pescadilla y la merluza austral para ser procesada y exportada al Reino Unido o a terceros países de Europa como Noruega.
Un dato interesante a tomar en cuenta es que Fortuna LTD no tiene su domicilio legal en Uruguay ni en Malvinas, sino en Amsterdam WG Plein 232, 1054 SE, Amsterdam, The Netherlands. Yo sí visité las Islas y estos datos los obtuve en la Falklands Islands Company (FIC). Es decir que lo que propone el doctor Lerena tiene muy alto costo pecuniario porque no otra cosa quiere decir “dotar a la Armada y a la Prefectura de los elementos de persuación”.
Actualmente, los navíos argentinos de la Armada y de Prefectura están prácticamente destartalados producto de no hacerles mantenimiento por falta de presupuesto por parte del Gobierno Nacional en los últimos 20 años. Lo demostró tristemente el navío San Juan, y los submarinos que quedan son a gasoil cuando el que patrulla los mares malvinenses es el submarino nuclear británico HMS Conqueror que a menudo cruza el Ártico de lado a lado en la profundidad de sus heladas aguas. El submarino Conqueror fue el que hundió al ARA General Belgrano.
Me permito recordarle al doctor Lerena con el mayor respeto que nuestro destructor el “Santísima Trinidad” se hundió solo (único caso en el mundo) estando anclado en el puerto (Puerto Belgrano) durante el gobierno kirchnerista (2013). Para un país que está fundido financiera y económicamente y con una crisis política que afectará a muchas futuras generaciones de argentinos, dotar a nuestras naves de la Armada y la Prefectura de “elementos de persuación” suena como totalmente alejado de la realidad.
Por todo lo dicho, es que mi propuesta de negociar es la más viable y realista para las cada día más limitadas posibilidades argentinas. Dada nuestra situación de debilidad frente a la Gran Bretaña e Irlanda del Norte debemos tratar de negociar en la medida de lo posible, las exigencias que pone el Reino Unido para hacerlo, por ejemplo incluir solo un representante de las Islas en la mesa de negociación.
Deseo terminar destacando que el transcurso del tiempo no favorece a Argentina.
La última Resolución de Naciones Unidas que exhortó al Reino Unido y a nuestro país a buscar una solución negociada es de 1987. Desde entonces sólo se ha expedido el Comité de Descolonización que depende de la Asamblea General.
Ese órgano de menor jerarquía, es el que ha llamado a ambas partes a negociar. Está integrado por 28 países.
El peso político de 25 de los 28 miembros lo dejo a criterio del lector: la Venezuela chavista recientemente acusada por Naciones Unidas de brutales violaciones de los derechos humanos según la Asamblea General. Además integran el Comité Etiopía, Congo, Sierra Leona, Tanzania, Túnez, Costa de Marfil, Siria, Irán, Irak, Papúa, Timor Oriental, Santa Lucía, Mali, Fidji, San Cristóbal, Dominica, Antigua, Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Granada, Cuba, Bolivia y Nicaragua.
Todas las Resoluciones del Comité son declarativas y no vinculantes y es como que el tema va convirtiéndose lentamente en letra muerta, incluyendo la Resolución 2065/65. Nuestro país sigue intentando fijar las reglas de juego para negociar, aunque carecemos de peso político y posición de fuerza para obligar al Reino Unido a negociar. Nuestra condición fundamental no aceptada una y otra vez por el Reino Unido es no incluir isleños en las negociaciones representando a los habitantes de Malvinas.
“Nosotros ganamos la guerra y por lo tanto imponemos las condiciones, caso contrario no hay negociación” es el mensaje implícito.
Mi propuesta es pragmática lo admito, pero es la realidad tal como se presenta; estimo que no hay alternativas serias salvo la letra muerta de la Resolución 2065 sancionada hace 55 años sin ninguna clase de adelanto tangible y determinante para la Argentina desde entonces.
Hago notar que todas las opiniones que aquí vierto sobre el tema Malvinas son a exclusivo título personal en mi carácter de ciudadano argentino cuyos derechos entre ellos el de expresión. Están protegidos por la Constitución Nacional. Mi condición de jubilado de una carrera diplomática que se extendió 37 años no coarta mi libertad de opinión.
Nada tengo que ver en el presente con la Cancillería y sus autoridades actuales.
Queda a juicio del lector decidir quien ofrece más convincentes argumentos.
*El autor es Ministro plenipotenciario jubilado.