En el artículo anterior, nos hemos referido a la polisemia del verbo ‘entrar’: hoy nos detendremos en el vocablo contrario, ‘salir’, que presenta pluralidad de acepciones, frases y locuciones.
En general, las acepciones más comunes son la de “pasar de dentro afuera” y la de “partir de un lugar a otro”: “Salimos del recinto muy acalorados” y “El ómnibus sale de esa plataforma”.
Otras veces, este verbo puede indicar que algo o alguien se desembaraza o se libra de algún lugar por estrecho, peligroso o molesto: “Aún no puedo salir de la duda”. “¿Ya pudiste salir del apuro?”. Una acepción frecuente es la opuesta, que indica aparición, manifestación, brote o nacimiento: “La representante sindical salió en todos los canales”. “¡Qué belleza, salieron varias rosas al mismo tiempo!”.
Cuando queremos señalar que una persona tiene determinadas características, que revelan su índole, idoneidad o aprovechamiento, también usamos ‘salir’: “Mi hijo ha salido muy estudioso y perseverante”. En estos casos, ‘salir’ equivale a “parecerse, asemejarse” al indicar la similitud entre hijos y padres o entre discípulos y maestros: “Esa abogada ha salido de una escuela de jueces muy blandos”. Ocurre que, en determinadas situaciones, se usa porque alguien dice o hace algo inesperado o intempestivo: “Me salió con una sugerencia totalmente impensada”. Además, usamos ‘salir’ en situaciones cotidianas: si nos llega algo nuevo (“Te ha salido una buena oportunidad laboral”), si queremos señalar cuánto vale algo (“No lo compré porque me salía muy caro”), si marcamos el resultado de una cuenta o de una operación matemática (“Después de un buen rato, logré que me saliera bien la ecuación”), si indicamos que nos trasladamos al sitio adecuado para realizar una actividad (“Los actores aún no salen a escena”).
La amistad con otra persona o la confianza puesta en ella quedan evidenciadas en el uso de ‘salir’, en expresiones como “Me salió de garante” y “Por aquellos años, salí con él cada fin de semana”. Asimismo, se puede indicar con este verbo el resultado bueno o malo de un hecho, equivalente a expresiones formadas con “venir a ser” o “quedar”: “Me salieron muy bien los análisis”; “Las acusaciones en su contra han salido falsas”. “Salió en segundo lugar en estas elecciones”.
La idea de separación o apartamiento y cese se evidencia al decir “Se salió del reglamento estipulado” y “Ya salió de su cargo de diputado”. A veces, respecto de una ubicación, el uso de ‘salir’ sirve para indicar confluencia de un elemento en otro: “Ese pasaje sale a una calle de poco tránsito”.
Cuando el contenido de una vasija se derrama por una rendija o si rebosa al hervir, se indica con ‘salir’: “Por una fractura casi imperceptible de la lechera el líquido salía, gota tras gota, sobre la llama”.
Por otro lado, un buen número de locuciones connotan diferentes situaciones: si se quiere señalar que se procede en forma descuidada, sin importar lo que resulte, se usa la locución “a lo que salga”: “Emprenderé este proyecto a lo que salga”. Similar es el uso de “salga lo que saliere”, pues denota la resolución de acometer una empresa, sin preocuparse del resultado. En cambio, si el propósito o el emprendimiento llegan a feliz término, si se vencen dificultades o peligros, lo marcaremos con la locución “salir adelante/avante”: “Un núcleo de vecinos salió adelante con aquella idea arriesgada”. Pero, si el propósito queda burlado, la locución que se usa es la contraria: “salir en blanco”. Y, si la ejecución de un plan resulta nociva para quien lo concibió, se dirá “salir caro”: “A Pedro le salió cara aquella idea”.
Cuando se guarda silencio respecto de algo o si un tema es sugerido por una persona distinta a la que habla, se usa “no salir de alguien algo”: “Quédese tranquilo, de mí no saldrá una palabra”. “No salió de ese congresista semejante propuesta”.
La evolución económica de alguien que ha ido mejorando paulatinamente queda evidenciada en la locución “salir de abajo”: “Todo les ha costado una enormidad porque salieron de abajo, luchando a brazo partido”.
¿Y qué valor posee “salir al paso” cuando se dice, por ejemplo, “El Gobernador salió al paso de las preguntas periodísticas con habilidad y cortesía? La locución toma el valor de “enfrentar algo, como un rumor, oponiendo sus razones que lo desvirtúan y desmienten”.
El participio de ‘salir’ se ha sustantivado y, entonces, hablamos de ‘salida’ y vemos algunas acepciones que exceden la idea de ser el efecto del verbo señalado: una es como sinónimo de “escapatoria, pretexto, recurso”: “No me ha quedado otra salida”. En el ámbito deportivo, ‘salida’ señala el acto de comenzar competición de velocidad: “Con un cartel bien visible, se ha demarcada el punto de salida”. Cada día, nos es posible ver la aparición del sol y de las estrellas, cada uno en su momento, designada como ‘salida de un astro o cuerpo celeste’. Coloquialmente, llamamos ‘salida’ a un chiste o a una ocurrencia o dicho agudo”: “Sus salidas nos hacían desternillar de risa”. Si ese dicho es destemplado o inconveniente, se lo nombra como ‘salida de tono’. Y cuando la reacción es extemporánea o disparatada, se la designa como ‘salida de pie de banco’.
Por último, ¿quién no se ha encontrado, alguna vez, en un trance de difícil o imposible resolución? Metafóricamente, llamamos a esa situación ‘callejón sin salida’.
En nuestro medio y, sobre todo, en el momento actual de gran inseguridad, se ha puesto de moda el vocablo ‘salidera’. Si consultamos el diccionario académico, encontramos que figura como adjetivo y que su valor significativo es “amigo de salir”: “Es una persona muy sociable y salidera”. En cambio, nuestro Diccionario integral del español de la Argentina incluye ‘salidor y salidora’, con carácter coloquial, para indicar “que sale, aparece o se presenta con frecuencia; que pasa poco tiempo en su casa”. Para ‘salidera’, como sustantivo femenino, indica “modalidad de asalto consistente en esperar a alguien a la salida de un banco para robarle su dinero”.
* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.