Las maneras de entrar

La locución entrar alguien dentro de sí, o en sí mismo, señala que cualquiera de nosotros puede reflexionar sobre su conducta para corregirla y ordenarla en lo sucesivo: “Voy a entrar en mí misma para decidir qué hago y como procedo”.

Las maneras  de entrar
Tierra a la vista. A partir del 26 de abril, los cubanos podrán salir y entrar de la isla en cruceros y en buques mercantes (AP).

Que ‘entrar’ significa “pasar de fuera adentro” o “pasar por una parte para introducirse en otra” es lo conocido por todos; pero la riqueza de este verbo se advierte en la multiplicidad de acepciones que posee y en las frases y locuciones que integra.

Vayamos por partes: si decimos, por ejemplo, “Ese vestido ya no te entra”, el valor significativo de ‘entrar’ es “caber, encajar, poder meterse una cosa en otra o dentro de otra”. Similar es su significado en “En esa pared no entran los clavos” porque equivale a “penetrar”.

Otros valores y en otros ámbitos son los que se dan en “Ese arroyuelo entra en el río cercano” y “En ese momento, entró el toro”; en el primer caso, por tratarse de un curso de agua, ‘entrar’ es “desaguar, desembocar un río en otro o en el mar”; en el segundo, es equivalente a “arremeter, acometer”.

Cuando alguien es admitido en un lugar e ingresa a él, también se usa el verbo ‘entrar’ como sinónimo de “tener entrada en alguna parte”: “Después de un examen riguroso, ha logrado entrar en esa dependencia”. Afín es el significado de “empezar a formar parte de una corporación”: “Alicia ha entrado en la cooperativa como socia”. A veces, referido a una estación o a una parte del año, ‘entrar’ es sinónimo de “comenzar, tener inicio”: “El 21 de marzo, después de tantos calores, ha entrado el esperado otoño”. Análogamente, el mismo valor significativo se le da al referirse a un escrito o a un discurso: “Entró el discurso hablando de los acontecimientos recientes”. También podemos usar ‘entrar’ para aludir a la dedicación de alguien a una carrera o a una profesión: “Entró a la carrera de médico”.

Se puede usar este verbo para señalar el comienzo de un afecto, de un estado de ánimo o de una enfermedad: “Había entrado en una fase depresiva”. “El paciente entró en un estado febril”.

Es posible utilizar el verbo ‘entrar’ para indicar la composición de ciertas cosas o el número de elementos que se emplean para un fin: “En esa mezcla de bizcochuelo, entran huevos, leche y azúcar”. “Para levantar esa pared tan alta entraron, por lo menos, quinientos ladrillos”.

No debemos pensar que ‘entrar’ se relaciona únicamente con elementos físicos, también puede usarse para indicar la influencia sobre el ánimo de alguien: “No sé cómo entrarle al nuevo jefe porque es inabordable”. Asimismo, puede significar “resultar agradable, simpático”: “Te entra rápido por su modo de ser”. En este último sentido, en América, se dice de una persona que es “entradora” cuando, por su locuacidad, presenta aquellas cualidades: “Cayó muy bien al grupo porque es muy entradora”. En otros países sudamericanos, este adjetivo se utiliza, ya para indicar que la persona tiene facilidad para tomar la iniciativa en asuntos amorosos, ya para señalar que es aceptada por otras del sexo opuesto, ya para calificar a quien acomete fácilmente empresas arriesgadas.

En el ámbito musical, se habla de ‘entrar’ para nombrar el momento preciso en que se debe empezar a cantar o a ejecutar un instrumento: “Con un gesto casi imperceptible, nos indicaba cuándo entrábamos las contraltos”. En el ámbito deportivo, por ejemplo, en el fútbol, el verbo señala que se acomete a otro para arrebatarle el balón o atajar su avance; también es sinónimo de “ingresar”: “Cada jugador entra al campo de juego con la camiseta que identifica a su equipo”.

Entre las locuciones, nos llama la atención la que dice “¡Ahora entro yo”: con ella, una persona que, en una discusión ha estado oyendo a su oponente, sin interrumpirlo, anuncia que va a comenzar a hablar con la intención de contradecirlo.

Con la locución coloquial “No le entra (algo a alguien)” se pueden señalar dos cosas: si se refiere a una cosa, se indica que no es de su aprobación, que le repugna, que no la cree: “No me entran sus planteos absurdos”. Si alude a un conocimiento o a una ciencia, se trata de mostrar que no pueden ser aprendidos ni comprendidos por alguien: “A ella no le entran las ecuaciones”.

La locución entrar alguien dentro de sí, o en sí mismo señala que cualquiera de nosotros puede reflexionar sobre su conducta para corregirla y ordenarla en lo sucesivo: “Voy a entrar en mí misma para decidir qué hago y cómo procedo”.

La locución “no entrar ni salir alguien en algo”, coloquialmente, da a entender que no se interviene ni se toma parte en un asunto: “No me vengan con eso, yo no entro ni salgo en ese negocio irregular”. En cuanto a la locución “entrar con el pie derecho”, ella proviene del mundo eclesiástico ya que, en los antiguos misales, se le indicaba al sacerdote que debía acceder al altar con el pie derecho. Actualmente, significa que algo se comienza de manera positiva, correcta y afortunada.

Se emplea a menudo el verbo ‘entrar’ seguido de la preposición ‘a’ y de un infinitivo: en este caso, se quiere indicar que se comienza a realizar la acción que indica ese infinitivo; así, “Antes de entrar a hacer el balance, fíjese si están bien cargados los datos”.

Muchos preguntan si se dice ‘entrar a’ o ‘entrar en’: cuando significa “ir de afuera adentro”, se usa en España la preposición ‘en’ y en América, la preposición ‘a’: “Entró en/a la tienda”. En cambio, solamente se usa ‘en’ si el verbo tiene el valor de “meter una cosa dentro de otra”: “No entran tantos libros en la estantería”.

Para reflexionar, nos quedaremos con algunos refranes: “Hay una puerta por la que pueden entrar la buena o la mala fortuna, pero tú tienes la llave”, paremia que le atribuye a cada uno la responsabilidad de forjar su destino, sin atribuir todo a la suerte. “Las maldiciones son como las procesiones: por donde salieron vuelven a entrar” se refiere, metafóricamente, a que los improperios y las intenciones maléficas se vuelven sobre el que los ha proferido.

* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.

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