Hay muchas entidades en nuestro medio, de asistencia al prójimo en condición de vulnerabilidad, que cumplen una meritoria como esforzada tarea, que apoyan la acción oficial y, en ocasiones, hasta la sustituyen. Tales como comedores vecinales, entidades derivadas de las escuelas primarias, estructuras de ayuda a los más necesitados, que se reparten en la geografía provincial. Tampoco faltan las que prestan atención y asistencia a mujeres en situación de violencia.
En este último grupo colocamos a la Fundación Accionar, institución destacada en la respuesta a demandas de las mujeres y de adolescentes en condición de alta vulnerabilidad. La entidad estuvo liderada por la licenciada Vilma Jilek, recientemente fallecida, maestra en lo social y el compromiso con los demás.
Como Accionar, se desenvuelven un sinnúmero de ONG que batallan diariamente por elevar las condiciones de vida de muchas personas, y lo hacen con escasez de fondos y con planteles escasos de militantes porque casi siempre son los mismos los que salen a trajinar en el terreno.
Apuntan a afianzar la confianza de las familias, y a colaborar en lo que pueden lograr: salidas laborales, tarea casi imposible en las actuales circunstancias y a hacer todo lo que pueden para bajar los índices de la violencia hacia las mujeres; en este campo, con clara colaboración de los organismos del Estado y Poder Judicial.
El interés superior de intervención de estas entidades, son los niños y adolescentes, reconociéndolos como potenciales víctimas de situaciones conflictivas y, por lo tanto, procurando garantizar la restitución de los derechos que hayan sido vulnerados.
Todo lo descripto tenía un sentido y una ejecución determinada hasta la declaración de la pandemia del coronavirus. La permanencia de la gestión de estos grupos de solidaridad y promoción de la dignidad humana, serán esenciales –junto con la función del Estado- a partir de ahora, porque las funciones sociales, como las mencionadas, contribuirán a enderezar la vida de miles de familias que viven con carencias de primera necesidad.
Ésta es una situación que se replica en las entidades que, como la fundación citada, realizan un aporte comunitario de gran envergadura. Los profesionales manifiestan preocupación por el escaso tratamiento en políticas públicas a pesar de la crisis sanitaria.
Es relevante poder continuar haciendo foco en la prevención. Es de fundamental tratamiento que, en materia de salud pública, se considere siempre como prioritario pensar en cómo posibilitar, no prohibir; pensar en cómo facilitar los caminos de la prevención y la asistencia necesaria, no en impedir, a pesar del aislamiento requerido para evitar contagios. No pueden descuidarse las labores que, con vocación solidaria y esfuerzo, brindan todos los profesionales y voluntarios integrantes de las entidades.
Debe insistirse en la necesidad de actuar en la cercanía con la comunidad. Las necesidades económicas comienzan a golpear fuerte en las entidades sociales y el voluntariado.
En síntesis, es necesario que se generen espacios de apoyo a fin de restablecer y propulsar a las ONG que brindan servicios de salud mental y comunitaria de manera solidaria.
Esperamos que esa labor, silenciosa pero fuerte, se oiga en pos del mejor bienestar de la comunidad. Se trata de un tema esencial.