En la primera parte de esta nota, decíamos que en los campamentos de la guerra del Paraguay se fue gestando un sentimiento de nacionalidad por encima de los particularismos y regionalismos. Llegaron a la guerra porteños, santafesinos, correntinos, mendocinos, salteños, catamarqueños, tucumanos y volvieron argentinos. También ya se perfila Roca como militar.
De eso se trataban los conflictos, no era una querella de porteños y provincianos como algunos persisten en calificar, sino de si tendríamos un estado nacional o una confederación de mini estados. En esta cuestión al irse formando el ejército nacional aparece el poder necesario para imponer la autoridad. Ejército que recibe un paso decisivo para su profesionalización en el gobierno de Sarmiento con la creación del Colegio Militar y la Escuela Naval para formar los futuros oficiales.
Julio Argentino Roca, cuyos nombres uno por el mes de la independencia, el otro porque será un servidor de la patria como su padre, según escribe Agustina Paz a su esposo para avisarle del nacimiento, marcan su compromiso con el país que mostrará en los combates siempre al servicio de la autoridad nacional, y en sus gestiones gubernativas con su capacidad ejecutiva y siempre de acuerdo a su lema de Paz y Administración.
Roca tiene claro que para consolidar el Estado y asegurar la paz es indispensable continuar la labor iniciada por Sarmiento en el campo militar para su profesionalización, dejando de lado las incorporaciones provenientes de las querellas facciosas que ensangrentaron el país y demoraron su progreso.
Continúa otras utopías del sanjuanino que en su sucesor Avellaneda tuvo un gran ejecutor como fue el impulso a la educación. La ley 1420 de Roca será la culminación de ese ciclo educativo que en su presidencia Mitre inicia con la creación de cinco Colegios Nacionales en las provincias.
Llega a este teatro de guerra el futuro presidente como coronel, grado obtenido en la victoria contra López Jordán en Corrientes en Ñaembé, tres años antes. Esto le valió asumir la defensa del sector cordobés de la frontera. Se instala en Río Cuarto y en 1872 contrae enlace con Clara Funes, vinculándose de esta manera a las principales familias de esa provincia.
Roca había tenido diferencias con Arredondo cuanto surgen las candidaturas presidenciales. Arredondo simpatizaba con Tejedor y luego con Quintana. Roca desdeñaba esas como también la de Alsina por sus modos de caudillo, sólo veía como presidenciales a Mitre y Avellaneda, pero tenía prevenciones sobre algunos de los amigos de ex presidente; por eso se inclinó hacia la candidatura de su comprovinciano.
El repliegue de Arredondo desde Córdoba es aprovechado por Roca para incrementar sus efectivos y instruirlos mientras va hacia Mendoza lentamente. Recibe en su fuerza a dos subtenientes recién graduados del Colegio Militar, entre ellos el futuro general Capdevila y el coronel Falcón, asesinado años después por un anarquista.
Arredondo lo espera parapetado en una trinchera teniendo a un flanco el Río Tunuyán crecido y al otro un pantano. Roca aparenta que hará un ataque frontal, ordena establecer un campamento y descargar fuego de artillería preparatoria del asalto a las posiciones de su contrincante. En realidad efectúa un flanqueo a la noche. Al iniciarse la batalla a las 7 de la mañana del 7 de diciembre Arredondo verifica que Roca está a su retaguardia, que no está fortificada. En el parte de la batalla al ministro de guerra y marina escribe Roca: “Después de un vivísimo fuego de artillería y fusilería el enemigo fue derrotado completamente en toda la línea de batalla tomándose catorce jefes prisioneros, entre ellos el ex general Arredondo que se rindió personalmente al que firma, ciento y tanto oficiales, mil ochocientos a dos mil de tropa, todo el armamento….”
Avellaneda al recibir el telegrama en que Roca le informa sobre la victoria le envía esta respuesta: “Lo saludo a usted general de los ejércitos de la República sobre el campo de batalla. La sangre del comandante Catalán y de sus compañeros clamaba al cielo y Arredondo se ha rendido ante usted, ante su ejército triunfante y antes las sombras de aquellos ilustres muertos que sentían conmovidas sus tumbas bajo los pasos de su bárbaro sacrificador” .
Después del triunfo Roca fue aclamado y homenajeado en Mendoza, San Luis y San Juan en actos populares y banquetes de las dirigencias. También en Buenos Aires se sirvió una comida en la Casa de Gobierno en su Honor. Y luego en Córdoba antes de regresar a su comando en Río Cuarto y reunirse con su esposa y su primer hijo Julio. Ya era una figura nacional como anticipa este brindis en el banquete de la victoria:
El Alférez de Pavón,
General por Santa Rosa,
Aún será más grande cosa
Cuando alcance su sazón,
Si tiene la precaución
de andar con paso prudente,
Llegará a ser presidente
y hará el bien de la Nación
* El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia. Miembro de la Comisión Directiva del Instituto Argentino de Historia Militar.