“Los grandes del mundo, nunca se sintieron grandes…”.
L.
Una característica argentina es encontrarnos aspectos negativos. Que los tenemos.
Pero también se da, que olvidamos aspectos positivos, que también son patrimonio argentino.
Y como ejemplo, un argentino, el Dr. Agote, posibilitó las transfusiones de sangre, sin la presencia del dador.
Otro argentino, aunque nacionalizado, creó el sistema dactiloscópico, hoy de uso mundial. Había nacido en la antigua Yugoslavia. Se llamó Juan Vucetich.
También es nuestro el dulce de leche.
Pero hubo aquí un inventor, que aunque nacido en Hungría en 1899, patentó en nuestro país más de 300 ideas, entre las cuales están el lavarropas, la caja de cambios automática que –necesidades económica mediante- la vendió a la General Motors por la modesta suma de U$S 2.500 dólares.
Y también creó la clásica boquilla para los fumadores, que disminuía la cantidad de nicotina que se ingería atenuándose con ello el efecto tóxico de los cigarrillos.
Este talentoso creador llamado Ladislao José Biro, creó en nuestro país el bolígrafo, popularizado con el nombre de Birome.
Este hombre llegó a la Argentina en la década del 30, invitado por el Presidente de la Nación, el General Agustín P. Justo.
Y les relato el hecho.
El Presidente argentino visitaba Hungría y en el hotel en que se alojaba se cruzó con el Sr. Biro, que era periodista y estaba en un escritorio del hotel, escribiendo una nota para el diario en el que trabajaba.
El general Justo observó que el periodista escribía con mucha velocidad utilizando una lapicera con una pluma extraña.
Se acercó a Biro, charló con él y finalmente lo invitó a visitar a nuestro país para fabricar en serie ese artefacto.
Dos o tres años después, perseguido por el nazismo –era judío- decidió viajar a la Argentina llevando la tarjeta que el General Justo le había dado en la que se destacaban expresiones elogiosas del presidente Justo.
Se dirigió a la Casa Rosada y logró ser recibido por el primer mandatario.
Y aquí en nuestro país, perfeccionó su lapicera que hoy es la famosa birome.
Pero Biro había sido ya muchas cosas en su Hungría natal.
Entre ellas corredor de autos, hipnotizador, escultor, pintor, agente secreto del gobierno francés, naturalista especializado en hormigas y abejas y hasta boxeador en su juventud.
Escribió un libro sobre el nacimiento del bolígrafo en el que expresaba:
-”El desarrolló del bolígrafo es el resultado de haber podido superar una larga lista de fracasos iniciales. Esos reveses nunca me desmoralizaron. Los tomé como un modo de conocer más a fondo cada problema y poder así acercarme a su solución”.
Es como si Biro nos hubiera expresado: “Peor que muchos fracasos, son pocos intentos”.
Don Ladislao Biro está incorporado definitivamente a la Argentina, incluso por propia elección.
Y tan es así que en nuestro país, cada 29 de septiembre festejamos el Día del Inventor.
Y es en homenaje al día del nacimiento de Ladislao Biro precisamente un 29 de septiembre de 1899.
La producción industrial de su invento, el primer bolígrafo del mundo, que se popularizó con el nombre de birome, la comenzó en Buenos Aires al crear en 1940 la Cía. Sudamericana Biromeine-Biro.
Tenía 41 años en ese momento.
Un 24 de octubre de 1985 moría Ladislao Biro. Tenía 86 años cumplidos hacía muy pocos días.
Y ya el af. final para este insigne inventor
“Los grandes creadores sólo encuentran paz, en la acción”.
* El autor es escritor.