En ocasión de la celebración de la Vendimia virtual por la pandemia, ha hecho su presentación en sociedad la Mesa de Enlace del Vino, integrada por ocho importantes entidades de bodegueros y viñateros de Mendoza, San Juan y Salta.
Los Andes ha dedicado, como siempre, amplio espacio a los asuntos de la vitivinicultura. Editorial titulado “Los daños de la grieta vitivinícola”; editorial en el Suplemento “Fincas” “Llegamos a la Vendimia con la vitivinicultura dividida” y numerosas notas que recogen las diversas opiniones sobre la tradicional actividad económica.
Las siguientes líneas tienen por objeto hacer algunas reflexiones, desde una ya larga experiencia en entidades gremiales empresarias, sus divisiones, diferencias, enfrentamientos.
Comencemos por una cuestión que suele pasarse por alto con frecuencia. Lo que denominamos vitivinicultura es una actividad muy heterogénea en su composición, tamaño de las empresas y productores, eficiencia, localización, grado de integración de las distintas etapas del proceso productivo y comercial. Es decir hay varias vitiviniculturas, no una.
Obviamente esta heterogeneidad da lugar a intereses distintos, visiones diferentes de cómo debe funcionar la economía en general y la del sector en particular. En ese contexto es lógico que haya varias entidades, con distintos grados de representatividad y esto es así desde hace más de un siglo.
Justamente hace unos días, leyendo un interesante trabajo de la historiadora Patricia Barrios, titulado “Con sabor a vino. Crisis, regulación vitivinícola e inestabilidad política en Mendoza (1913-1923)”, se puede seguir en detalle la formación de entidades, los enfrentamientos en torno al precio de la uva y el vino, acciones de gobierno. Para un conocedor de la actividad, se puede decir que nada nuevo hay en materia de disputas, intervención del Estado en la economía, politización de la actividad, luego del periodo que minuciosamente estudia la Dra. Barrios.
Desde la experiencia y el conocimiento de la historia económica, se pueden señalar algunas causas de esas divisiones y enfrentamientos. Una de ellas, que atraviesa toda la historia es la intromisión de la política en la actividad y en las propias entidades. Las divisiones en numerosas organizaciones, algunas representativas, otras meros “sellos de goma”, ha sido estimulada por la política, esta fragmentación ha favorecido a gobiernos de distinto signo.
Un segundo asunto, clave en las divisiones y enfrentamientos, es la divergencia evidente entre las entidades respecto a la intervención del Estado en la economía. Aquí están los que creen que el Estado debe decidir todo, garantizar rentabilidad aún a los mas ineficientes. A lo largo de la historia se pueden encontrar periodos en que la industria estuvo virtualmente estatizada, los más; y, pocos y raros, en los que el mercado y las decisiones empresarias guiaban la actividad.
Un tercer factor, absolutamente importante en las divisiones y enfrentamientos es que nunca los gobiernos han tenido en cuenta la representatividad de las entidades. Han sido tratadas digamos “democráticamente”, cada entidad un voto, sin importar lo que hay dentro de cada entidad. No haber aplicado, antes ni ahora, un sistema proporcional de representación es una de las causas más importante de los problemas de las entidades empresarias.
Así ocurrió al crearse el INV, donde la ley preveía la constitución de un Consejo Directivo integrado por representantes estatales y de los distintos sectores de la vitivinicultura. Al poco tiempo de ponerse en funciones los gobiernos intervinieron el Instituto porque era imposible su funcionamiento con el Consejo.
En varias oportunidades se han constituido diversos organismos de consulta, o con ciertas facultades de decisión, y siempre ocurrió lo mismo, en general los menos representativos constituían alianzas de hecho contra los más representativos. Generalmente bajo lemas bastantes demagógicos, como “los chicos contra los grandes”, “los productores contra los bodegueros” y varios más según la ocasión.
El caso más acabado es la COVIAR donde esta forma de gobierno, cada entidad un voto, quedó plasmada en la Ley, por lo tanto inmodificable cualquiera fuesen los cambios que se producían en las entidades a lo largo del tiempo. Lo ocurrido es el desenlace natural donde unos siempre ganan y otros siempre pierden, aunque estos últimos sean los que más ponen.
Una consideración final para desmemoriados o desinformados. La vitivinicultura actual, reconvertida, es el producto de las políticas económicas de los `90. Desregulación, apertura externa, estabilidad y convertibilidad monetaria. Al final de esa década el cambio había alcanzado a las empresas más importantes. El PEVI 2020 no fue otra cosa que una racionalización de lo que se estaba haciendo.
Pero las dos décadas de este siglo borraron aquellas políticas, mejor dicho instauraron lo opuesto. Así es como la vitivinicultura sobrevive en un contexto totalmente distinto de aquel de donde surgió. Economía cerrada, intervencionismo económico, múltiples regulaciones, cepo cambiario, sistema cambios múltiples, inflación muy alta.
En realidad, mirando a la distancia, asombra que aún subsista, obra exclusiva de los empresarios, a pesar de la ineptitud de los gobiernos.
*El autor es Licenciado en Ciencias Políticas y Sociales.