¡Qué es ese bochinche!
-Y…, que va a ser. ¡Son tus nietos!
Vengan con el abuelo que les voy a contar un cuento.
- ¡Dale, dale!
Había una vez en Roma un señor llamado Juan. Él era casado, pero no tenía hijos. Con su esposa le pedían a la virgencita que escuchara su pedido y les cumpliera su deseo, el de poder formar una familia.
En la noche del 5 de agosto ocurrió algo muy curioso. Los dos tuvieron exactamente el mismo sueño. La virgen les pidió que construyeran una iglesia en el Monte Esquilino, una de las 7 colinas de Roma.
Ellos fueron a contárselo al Papa Liberio, y para sorpresa de todos, este les contó que había soñado lo mismo. Ahí nomás se fueron corriendo a ese lugar. ¿Y saben qué?
- No, ¿Qué pasó?
En el monte Esquilino; y en pleno agosto, que es cuando hace más calor en Roma, ¡Había nieve! Y no sólo eso…
- ¿Qué más?
Vieron que en la nieve había dibujado una especie de plano.
- ¿Y qué paso?
Juan donó el dinero necesario, y así fue como construyeron la iglesia. Cuando fueron a inaugurarla, se encontraron con que no sabían qué imagen de la Virgen pondrían en el altar. Entonces, el Papa se acordó que él tenía una que podría servir. Cuentan que era una imagen que Santa Elena, la mamá del Papa Constantino, había traído desde lo que fue Constantinopla.
- ¡Qué buena idea!
No solo eso. Además, decían que la había pintado San Lucas en una tabla que había sido de la mesa donde Jesús celebro la última cena.
-¡Qué bueno abu, seguí!
Le llamaron la Virgen de la Nieve. La sacaron en procesión una vez, porque en Roma había una epidemia, que afortunadamente terminó enseguida.
-¿Como el Covid?
Y… más o menos. Por eso también se la conoce como la Virgen de la Salud del Pueblo Romano.
-Me gusta más Virgen de la Nieve.
¡Sí!, y todavía se llama así. Después le construyeron una iglesia enorme que se llama Santa María La Maggiore. ¿Y saben qué? Todos los años, el 5 de agosto, hacen una misa. También arrojan pétalos blancos de rosas desde arriba.
-Como si fuera nieve.
Exactamente.
- ¡Qué lindo debe ser!
Ahora viene lo bonito de la historia, cuando aparecen ustedes.
- ¿Nosotros?
Si, son casi los choznos desde mi abuelo José. Es decir, son los nietos de los nietos de los nietos.
- ¡Qué bárbaro!, pero explicanos como es el asunto con nosotros.
Bueno, mi abuelo José Catania vino desde un pueblito del sur de Italia llamado Tripi. Conoció en Rosario a mi abuela Elisa Tomas Carrua, que era muy jovencita. Tiempo después se vinieron a vivir a Mendoza. Compraron un terreno en la zona que hoy se conoce como Capilla de Nieves, en Guaymallén. Y como Juan (el patricio romano), le hizo la promesa a la Virgen de construir una capilla, si les iba bien en sus proyectos.
Parece que en esa zona había estado la capilla de un señor “Nievas” y quedó la tradición de llamarle “Capilla de Nievas “, y luego “Capilla de Nieves “.
- ¡Seguí contando!
Lo emocionante de todo es lo que vivía la familia cuando llegaba el 5 de agosto. Las tías hacían flores con papeles de colores, y vestiditos para la Virgen y San José. A las calles las adornaban con unos arcos hechos de ramas de palmeras.
Mi abuelo tiraba bombas de estruendo y cañitas voladoras. Venía la banda de los exploradores de Don Bosco, y también mandaban a unos soldados vestidos de esquiadores.
- ¿Y ustedes que hacían?
Nos juntábamos todos los primos. Jugábamos en la finca, e íbamos a la procesión.
- ¿Vos también?
Si. Una vez me tocó llevar el Cristo al frente de la procesión.
- ¿Y tenés fotos?
Por supuesto
- ¿Nos las vas a mostrar?
SI
- ¡Dale, dale!
Una cosita más. Una vez llevaron una estatuita de la Virgen al Aconcagua, y se la robaron.
-Entonces mandemos, aunque más no sea una medallita al Aconcagua.
- ¡Para que!
-Y, cuando pasa un angelito por ahí, y la vea, se va a acordar de mandarnos nieve, como este año.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado. ¡Ahora vamos a tomar la leche, y a hacer los deberes!
-Abu… Qué linda infancia tuviste.
Si… pero en ese momento no nos dábamos cuenta.
-Abu… Qué te pasa en los ojos, los tenes mojados.
No… Es una basurita nada más.
-Y estás ronco…
Es que la basurita se me fue a la garganta…
*Domingo Catania es médico y María Sol Vila es periodista