En materia de intercambio de rehenes por prisioneros, el acuerdo entre Israel y Hamás es ínfimo en relación a la tregua de noviembre de 2023. En aquella ocasión, fueron 160 rehenes israelíes por 330 prisioneros palestinos los que se intercambiaron. Sin embargo, la repercusión mundial de éste acuerdo es muy superior. ¿Por qué?
Porque tanto Donald Trump como Joe Biden movieron los hilos para que su repercusión sea equiparable a la de un acuerdo de paz, cuando sólo se trata de una tregua.
Biden necesita despedirse con un “logro”, mientras que Trump necesita entrar al tablero internacional pisando fuerte. Por eso su repercusión es una versión agigantada de lo que en verdad se ha logrado. Aún así, es mejor que la nada previa y podría no correr la misma suerte de la efímera tregua del 2023.
Aunque los temas cruciales para un acuerdo de paz aún no han sido siquiera planteados, hay una perspectiva mayor de que este acuerdo sea el primer paso hacia negociaciones que pongan fin a la guerra en Gaza. La razón es que, a esta altura del conflicto, Hamas está demasiado debilitado militarmente y Netanyahu demasiado presionado políticamente.
Además de haber perdido a sus máximos líderes mientras se debilitaban sus aliados Irán y Hezbolá, Hamás perdió un alto porcentajes de yihadistas y se fracturó en facciones aisladas entre sí. Esa dispersión dificulta la toma de decisiones, a lo que se suma que Khalil al Haya, el nuevo jefe político radicado en Doha, no tiene el peso de su antecesor, Ismail Haniye, asesinado por el Mossad en Teherán. Tampoco Mohamed Sinwar tiene el mismo peso que el antecesor al frente de las fuerzas en Gaza, su hermano Yahya Sinwar, abatido por los israelíes en Rafah.
A su vez, la presión internacional por la muerte masiva de civiles gazatíes y la presión de los familiares de rehenes y de gran parte de la sociedad israelí atenazan a Netanyahu de tal modo que depende casi exclusivamente del respaldo de Washington, por eso Trump pudo obligarlo a aceptar la propuesta que había presentado Biden en mayo.
De ese modo se impuso el interés político de los presidentes norteamericanos entrante y saliente. El líder demócrata quiere salir de la Casa Blanca luciendo la tregua presentada por su gobierno, mientras que el líder republicano quiere empezar su mandato luciendo ese cese del fuego como una consecuencia de su regreso al Despacho Oval.
Biden tiene el mérito de haber elaborado la fórmula del cese de hostilidades, pero si pasó más de medio año sin que sea aceptada por las partes es por la debilidad de todo presidente saliente. Por eso Trump posibilitó el acuerdo. Fue la presión que ejerció sobre el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y sobre el emir de Qatar, Tamim bin Hammad al Thani, lo que empujó a las partes a poner la firma que regateaban.
Con ese fin envió a su emisario Steve Witkoff a Jerusalén y a Doha. Cuando le dijo a Netanyahu que debía aceptar la propuesta de Biden para una tregua, el primer ministro dijo no. Entonces Witkoff explicó que Trump no pide sino exige que el acuerdo se firme y rija desde el domingo 19.
Netanyahu ya no pudo rechazar el acuerdo propuesto por el presidente demócrata saliente, dado que ahora lo exigía el presidente republicano entrante.
A renglón seguido, Witkoff fue a Doha, donde ni perdió tiempo hablando con el primer ministro Mohamed bin Abdulrahmán al Thani, sino que fue directamente a decirle al emir de Qatar que Trump exige asumir su segundo mandato con el acuerdo ya en vigencia.
Tamim bin Hammad al Thani mandó el mensaje a Khalil al Haya, quien lo trasladó a Mohamed Sinwar, el yihadista al que llamaban “la sombra” por actuar siempre desde las trastiendas del poder de su hermano. Alinear a las facciones de Hamas en la Franja de Gaza no es tarea fácil, pero Mohamed Sinwar asumió la responsabilidad de hacerlo.
Una señal de que el acuerdo diseñado por la administración Biden es equilibrado es que los aliados extremistas de Netanyahu lo rechazaron de plano. Para el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich y para el ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben Gvir, la tregua acordada es una victoria de Hamas y una traición a los soldados israelíes que dieron su vida en Gaza.
¿Qué pasa si la coalición ultraconservadora que gobierna Israel se rompe? El líder de la oposición Yair Lapid ya anunció que las fuerzas de centro darán su apoyo para que la tregua se mantenga y llegue a las siguientes fases hacia un acuerdo de paz. Pero el trayecto es difícil. Los temas centrales para que la tregua se convierta en Paz no han sido siquiera discutidos.
* El autor es politólogo y periodista.