La situación económica se sigue deteriorando

Ante la llegada del coronavirus, hace un año, el Gobierno nacional sostuvo que lo importante era salvar vidas, no la economía. Más allá del resultado sanitario, lo único que nos asegura la ausencia de un programa económico sustentable y de largo plazo es el agravamiento de todos nuestros problemas.

La situación económica se sigue deteriorando
No sólo se advierte un menor consumo, sino un mayor endeudamiento personal o familiar.

El coronavirus sigue entre nosotros. Pero la libertad de circulación que permite el distanciamiento social y la reapertura de algunas actividades como las escuelas, así como el retorno de la presencialidad en varias áreas laborales, han puesto más en evidencia la pérdida de valor de los ingresos salariales.

Esto no se percibió con claridad el año pasado, cuando la cuarentena detuvo los gastos en transporte, ropa, salidas recreativas y materiales educativos, entre otros rubros, o la situación en sí misma hizo posible el atraso en el pago de servicios, pero ahora queda a la vista.

No sólo se advierte un menor consumo, sino un mayor endeudamiento personal o familiar. El estudio de una consultora privada ha estimado que el 73 por ciento de las familias de los sectores medios acumula deudas, cuando un año atrás apenas atravesaban esa situación un 62 por ciento de ellas. En otras palabras, en el último año se sumó un 11 por ciento de familias de clase media que tuvo que endeudarse para llegar a fin de mes.

Así las cosas, redondeando, tres de cada cuatro de estas familias están endeudadas. Por lo tanto, comienzan a registrarse los típicos achicamientos de gastos que simbolizan un deterioro de la calidad de vida. Según el caso, se renuncia a la televisión por cable, se cambia el plan de la medicina prepaga, se manda a los chicos a otro colegio, se achica el plan del celular, se modifica el patrón de compra en el supermercado.

Como suele ser habitual, se deja de pagar impuestos y se atrasa el pago de los servicios.

Todo ello indica que la típica clase media argentina, en vez de crecer, disminuye; y que la pobreza aumenta. Un rápido esbozo de nuestra actual pirámide socioeconómica graficaría que la clase baja ya abarca a más del 60 por ciento de la población, mientras que la clase media apenas si representa al 30 por ciento. Es más, numerosos estudios detectaron una importante reducción de la clase alta, no sólo en proporción sino también en sus ingresos.

La fenomenal caída del producto interno bruto del país durante 2020 sería un factor importante, pero no el único. Nuestra inflación crónica, que marca en un mes lo que muchos países registran en un año, tiene su peso. La realidad del mercado laboral, donde sigue creciendo la informalidad, es otro factor para tener en cuenta.

Ante la llegada del coronavirus, hace un año, el Gobierno nacional sostuvo que lo importante era salvar vidas, no la economía. Más allá del resultado sanitario, lo único que nos asegura la ausencia de un programa económico sustentable y de largo plazo es el agravamiento de todos nuestros problemas.

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